R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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sábado, 24 de junio de 2023

El depravado Jorge Bergoglio aduló a un "artista" blasfemo que profanó un crucifijo


 Bergoglio aduló  al blasfemo neoyorquino Andrés Serrano cuyo 'arte' incluye un crucifijo sumergido en su propia orina. 

En su rebelión contra Dios y contra la Iglesia, Bergoglio aplaude a los que desafían a Dios y declaran la guerra a las Leyes de Dios. Con este acto perverso Bergoglio cumple la Profecía del Profeta Daniel que advierte que el hijo de perdición con adulación confirma en su apostasía a los que se rebelan contra Dios.



Daniel 11:32. Con halagos hará apostatar a los que obran inicuamente hacia el pacto, mas el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará.


NOW: Según Wikipedia, Serrano “fue criado como un católico romano estricto”, algo que solo sirve para agravar aún más sus blasfemias públicas (es decir para agravar su apostasía publica).


San Juan nos enseña que cualquiera que salude a los que se desvían del Evangelio se hace cómplice de sus malas acciones. (Cf.2 Juan 1:9-11)

Noticia de Gloria TV:

Con motivo del 50º aniversario de la colección de “arte” contemporáneo de los Museos Vaticanos, Francisco recibió el 23 de junio a doscientos “artistas”, elogiándolos como “verdaderos visionarios” que pueden “ver”, “inventar” y “soñar” [pero nunca despertar].

Entre ellos estaba el blasfemo neoyorquino Andrés Serrano, quien en 1987 sumergió un crucifijo de plástico en un frasco de cristal con su propia orina y lo fotografió bajo el título Piss Christ.

Francisco reconoció que algunos entre la multitud utilizan la “confrontación” para hacer “reflexionar” a la gente. Pero -como era de esperar- llamó blanco al negro, y afirmó que producir blasfemias y enfrentamientos era una forma de encontrar “belleza” y “armonía”.

El Pecado de Bergoglio es un pecado de Malicia es decir el mismo pecado de los ángeles apóstatas  dice San Alfonso Maria de Ligorio: 
Todo pecado del sacerdote es pecado de malicia como lo fue el pecado de los ángeles, que pecaron a plena luz. “Es un ángel del Señor, dice San Bernardo, es pecado contra el cielo (...). Peca en medio de la luz, por lo que su pecado, como se ha dicho, es pecado de malicia, ya que no puede alegar ignorancia, pues conoce el mal del pecado mortal, ni puede alegar flaqueza, pues conoce los medios para fortalecerse, si quiere y si no lo quiere, suya es la culpa: Cuerdo dejó de ser para obrar bien [Salmo 35, 4]. “Pecado de malicia, enseña santo Tomás, es el que se comete a sabiendas (...); y en otro lugar afirma que “todo pecado de malicia es pecado contra el Espíritu Santo es pecado contra el Espíritu Santo, dice San Mateo no se (le) perdonará ni en este mundo ni en el venidero [Mt 12, 32]; y quiere con ello significar que tal pecado será difícilmente perdonado, a causa de la ceguera que lleva consigo, por cometerse maliciosamente.
Nuestro Salvador rogó en la cruz por sus perseguidores diciendo: Padre, perdónalo porque no saben lo que hacen [Lc 23, 34]; y esta oración no vale a favor de los sacerdote malos, sino que, al contrario, los condena, pues los sacerdotes saben lo que hacen. Se lamentaba Jeremías, exclamando: ¡Ay, como se ha oscurecido el oro, ha degenerado el oro mejor! [Lam. 4, 1]. Este oro degenerado, dice el cardenal Hugo, es precisamente el sacerdote pecador, que tendría que resplandecer de amor divino, y con el pecado se trueca en negro y horrible de ver, hecho objeto de honor hasta el mismo infierno y más odioso a los ojos de dos que el resto de los pecadores, San Juan Crisóstomo dice que “el Señor nunca es tan ofendido como cuando le ofenden quienes están revestidos de la dignidad sacerdotal” (...).

“Muy grande es, dice San Jerónimo, la dignidad del sacerdote, pero muy grande es también su ruina si en semejante estado vuelve la espalda a Dios” (...). “Cuánto mayor es la altura a que le sublimó Dios, dice San Bernardo, tanto mayor será el precipicio” (...). “Quien se cae del mismo suelo, dice san Ambrosio, no se suele hacer mucho daño, pero quien cae de lo alto no se dice que cae, sino que se precipita, y por eso la caída es mortal” (...). Alegrémonos, dice San Jerónimo, nosotros los sacerdotes, al vernos en tal altura, pero temamos por ello tanto más la caída” [In Ez. 44]. 


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