En la diócesis de Roma Bergoglio le permitió al Apostata Joe Biden profanar la Eucaristía.
El apostata rector de la iglesia de San Patrizio en Roma, Steven Petroff le dio Comunión sacrílega al apostata Joe Biden.
El apostata Petroff dijo que le habría dado la comunión (sacrílega) a la (apostata) Pelosi y estaba orgulloso de haberla ofrecido al (apostata) Biden.
El apostata Steven Petroff le dio a Joe Biden a comer su propia perdición.
El Padre Paul Kramer experto en el Tercer Secreto de Fátima dijo: “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.
El Concilio dogmático de Trento ha excomulgado a quienes digan que se puede comulgar en pecado Mortal.
En una Visión del Padre Pío, Jesucristo le llamó a estos sacerdotes apóstatas "Carniceros".
El Concilio Dogmático de Trento excomulga y anatematiza a aquellos que públicamente enseñan que alguien puede recibir la comunión en pecado mortal.
Para recibir la Eucaristía es necesario estar en estado de gracia:
Ahora bien, la costumbre de la Iglesia declara ser necesaria aquella prueba por la que nadie debe acercarse a la Sagrada Eucaristía con conciencia de pecado mortal, por muy contrito que le parezca estar, sin preceder la confesión sacramental. Lo cual este santo Concilio decretó que perpetuamente debe guardarse aun por parte de aquellos sacerdotes a quienes incumbe celebrar por obligación, a condición de que no les falte facilidad de confesor. Y si, por urgir la necesidad, el sacerdote celebrare sin previa confesión, confiésese cuanto antes [v. 1138 s]. (Denzinger-Hünermann 1647. Concilio de Trento, Sesion XIII, 11 de octubre de 1551)
Está excomulgado quién defiende públicamente que se puede comulgar en pecado
Can. 11. Si alguno dijere que la sola fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la Eucaristía [cf *1646]: sea anatema.
Y para que tan grande sacramento no sea recibido indignamente y, por ende, para muerte y condenación, el mismo santo Concilio establece y declara que aquéllos a quienes grave la conciencia de pecado mortal, por muy contritos que se consideren, deben necesariamente hacer previa confesión sacramental, habida facilidad de confesar.
Mas si alguno pretendiere enseñar, predicar o pertinazmente afirmar, o también públicamente disputando defender lo contrario, por el mismo hecho quede excomulgado [cf. *1647]. (Denzinger-Hünermann 1661. Julio III, Concilio de Trento, 13a sesión, 11 de octubre de 1551. Decreto sobre el Sacramento de la Eucaristía)
En el articulo de Sandro Magister:
La revolución paciente de Francisco del 24 de octubre de 2014 denunció que Bergoglio en Argentina también profanaba la Eucaristía.
«Como arzobispo de Buenos Aires autorizaba a los “curas villeros”, los sacerdotes enviados a las periferias, a dar la comunión a todos, si bien el 80% de las parejas ni siquiera estaban casadas.»
Así como el Jueves Santo del 2015 maliciosamente le permitió a este sodomita profanar públicamente la Eucaristía en presencia suya y con pleno conocimiento de causa.
«¡Ay también de todos los que se acercan a la sagrada mesa con maligna y manchada conciencia! Porque aunque no entreguen al Salvador a los judíos para que lo crucifiquen, lo entregan como alimento a sus inicuos miembros. Y para explicarlo más añade: “Más le valiera a aquel hombre no haber nacido”.» (Catena Aurea)
Había mandado el Señor, antes de ahora, amar a los enemigos y hacer bien a los que nos aborrecen y hacen mal; y para que los sacerdotes no piensen que también deben concederles las cosas divinas, les advirtió sobre esta idea, diciendo: "No déis lo santo a los perros", como si dijese: "Os he mandado amar a vuestros enemigos y hacer bien a los que os perjudican con vuestros bienes materiales". Pero no con vuestros bienes espirituales, porque vuestros enemigos son iguales a vosotros en cuanto a la naturaleza, no en cuanto a la fe. Dios concede los beneficios terrenos lo mismo a los dignos que a los indignos, pero no así las gracias espirituales.
Son perros los que combaten la verdad, y consideramos como puercos a los que la menosprecian. Como los perros se arrojan para morder, y como destrozan lo que muerden no dejándolo entero como estaba antes, dijo: "No déis lo santo a los perros", porque en cuanto pueden, si está a su alcance, se esfuerzan en destruir la verdad. Los puercos, aunque no tienen tanto instinto de morder como los perros, andando por el fango todo lo ensucian, y por ello añade: "Ni echéis vuestras perlas ante los puercos".
O bien los perros son aquellos que han vuelto a su vómito, y los puercos los que, aún no convertidos, se revuelcan en el cieno de los vicios (ver Prov 26,11; 2Pe 2,22).