Porque para Dios no hay nada imposible.
Lucas 1:37
¡Oh San Judas Tadeo, pariente de Jesucristo, glorioso apóstol y mártir, célebre por tus virtudes y milagros, fiel y rápido intercesor de todos los que te honran y confían en ti! Eres un poderoso protector y ayudante en las graves aflicciones.
Vengo a ti y te suplico desde lo más profundo de mi corazón, ven en mi ayuda con tu poderosa intercesión, ya que has recibido de Dios el privilegio de ayudar con tu notable socorro a aquellos que casi desesperan de toda esperanza. Dirige hacia mi tu mirada; mi vida es una vida de cruces, mis días son días de tribulación y mi corazón es un océano de amargura. Todos mis caminos están sembrados de espinas y apenas pasa un momento que no sea testigo de mis lágrimas y suspiros. Y además, mi alma está envuelta en tristezas; la inquietud, el desánimo, la desconfianza, sí, a veces hasta una especie de desesperación se apodera de mi alma. La Divina Providencia parece perdida de vista y la fe parece flaquear en mi corazón. Abrumado por estos pensamientos, me veo rodeado por una nube oscura. No puedes abandonarme en esta triste situación. No me apartaré de ti hasta que me hayas escuchado. ¡Oh! apresúrate en mi ayuda. Te estaré agradecido toda mi vida. Te honraré como mi patrón especial, agradeceré a Dios por las gracias que te han otorgado y propagaré tu honor de acuerdo con mi poder. Amén.
Alabanza y Acción de Gracias
(Se le reveló a Santa Gertrudis que es una fuente de gran gozo para los santos cuando alabamos y agradecemos a Dios por las gracias y privilegios que les ha otorgado. Los devotos de San Judas deben recitar el siguiente acto de acción de gracias con frecuencia.)
Oh dulcísimo Señor Jesucristo, en unión con la inefable alabanza celestial con que se ensalza la Santísima Trinidad y que de allí fluye sobre tu Sagrada Humanidad, sobre María, sobre todos los ángeles y santos, te alabo, te glorifico y te bendigo por todas las gracias y privilegios que le has otorgado a tu apóstol escogido e íntimo amigo, Judas Tadeo. Te ruego por sus méritos, concédeme tu gracia, y por su intercesión ven en mi auxilio en todas mis necesidades, pero especialmente en la hora de mi muerte dignos de fortalecerme contra la ira de mis enemigos. Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre, tres veces.
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