R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



♰♰♰

domingo, 31 de mayo de 2020

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor 🔥

 


Hechos 1:8
 
recibiréis, sí, la virtud del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y me serviréis de testigos en Jerusalén , y en toda la Judea, y Samaria, y hasta el cabo del mundo
 

SANTO DIA DE PENTECOSTES
Martirologio romano: Solemnidad de Pentecostés, que concluye el tiempo sagrado de los cincuenta días de Pascua y, a través de la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, hay una conmemoración de los comienzos de la Iglesia y el inicio de la misión de los apóstoles de predicar a todas las tribus, pueblos y naciones.

 
ENTREGA AL ESPÍRITU SANTO
implorando sus dones y frutos

Espíritu Santo, Dios eterno, cuya gloria llena los cielos y la tierra, heme aquí postrado humildemente en tu presencia. Te ofrezco y te hago entrega de mi cuerpo y de mi alma. Adoro el resplandor de tu pureza, de tu justicia inmutable y del poder de tu amor.

No permitas que te ofenda o resista a las inspiraciones de tu gracia; antes bien dirige mi entendimiento, a fin de que escuche dócilmente la voz de tus inspiraciones y las siga, hallando en tu misericordia un amparo contra mi debilidad.

Espíritu de Sabiduría, domina todos mis pensamientos, palabras y obras.
Espíritu de Entendimiento, ilumíname e instrúyeme.
Espíritu de Consejo, guíame en mi inexperiencia.
Espíritu de Ciencia, ahuyenta mi ignorancia.
Espíritu de Fortaleza, hazme perseverante en el servicio de Dios; dame fuerzas para proceder en todo con bondad y benevolencia, con mansedumbre y sinceridad, con paciencia y caridad, con alegría y longanimidad.
Espíritu de Piedad, hazme afectuoso y filial en mis relaciones con Dios.
Espíritu del Santo Temor de Dios, líbrame de todo mal.
Espíritu de Paz, dame tu paz.
Espíritu de Santidad, adorna con las celestiales virtudes de pureza y modestia el templo que has elegido por tu morada y preserva siempre mi alma, con tu gracia omnipotente, de la ruina del pecado. Así sea.
 
 
 
 
Los siete dones del Espíritu Santo son:
sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios
 
 
 
Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. 
Inteligencia (Entendimiento): Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.
Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma.
Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza.  Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.
Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre.  Clamar  ¡Abba, Padre!
Temor de Dios: Espíritu contrito ante Dios, consientes de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad.
 Isaías 11:1-3Saldrá un vástago del tronco de Jesé,
y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el espíritu de Yahveh:
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor de Yahveh.


Los resultados de los siete dones del Espíritu Santo, son los doce frutos del Espíritu Santo:
En su epístola a los Gálatas, el Apóstol enumera los doce frutos del Espíritu Santo consagrados por la tradición de la Iglesia: caridad, alegría, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
 
 

Los 12 frutos del Espíritu Santo:
Caridad | Gozo | Paz | Paciencia | Mansedumbre | Bondad | Benignidad | Longanimidad | Fe | Modestia | Templanza | Castidad.
 
 
 

Los tres primeros frutos del Espíritu Santo —caridad, gozo y paz— ordenan el alma en sí misma con relación al bien, mientras que la paciencia y la longanimidad lo hacen con relación al mal. bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad la ordenan en relación con lo demás; modestia, continencia y castidad en relación a aquello que nos es inferior -o sea, las pasiones-.

Dentro de la Modestia encontramos la modestia externa: modestia en el vestir, modestia en el comportamiento.

Por fin, tras haberse ordenado la mente en relación a lo que está a su alrededor, cumple hacerlo respecto a lo que le es inferior, y esto ocurre en primer lugar por la modestia, “que pone moderación en todos los dichos y hechos”.26

Esta virtud mantiene nuestros ojos, labios, risas, movimientos, en fin, toda nuestra persona, sin excluir la ropa que la reviste, “dentro de los justos límites que corresponden a su estado, ingenio y fortuna”.27

San Agustín recomienda particular cuidado con la modestia exterior, que puede tanto edificar como escandalizar a los que nos rodean. 28

Las virtudes de templanza y castidad atañen a los placeres del cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos.
-La templanza refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse
-La castidad regula o cercena (limita, restringe) el uso de los placeres de la carne.

Del Catecismo

1809 La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12).
....

2290. La virtud de la templanza conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por afición inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables

Castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo. Por lo tanto no es una negación de la sexualidad. Es un fruto del Espíritu Santo.

La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona.
- Sagrada Congregación para la educación católica: Pautas de educación sexual, nº 18. Revista ECCLESIA, 2155 (24-XII-83)23

Continencia y Castidad

El Espíritu del Amor viene siempre en socorro de nuestra flaqueza, con sus gracias y dones y aún nos da por medianera y abogada a su
fidelísima esposa.

La continencia y la castidad.

Según Santo Tomás, se distinguen una de otra “bien porque la castidad refrena al hombre en lo ilícito, mientras que la continencia le refrena incluso en lo lícito; o bien en el sentido de que el continente siente las concupiscencias, pero no se deja arrastrar por ellas, mientras que el casto ni es arrastrado ni las padece.29
De hecho, el alma que produce el fruto de la castidad se vuelve realmente angélica. Muy al contrario de los tormentos interiores de agitación y ansiedad, en los que vive quien se entrega a las pasiones desordenadas, el casto ya se anticipa al gozo del Cielo en la Tierra.
La continencia, por su parte, “robustece la voluntad para resistir las concupiscencias desordenadas muy vehementes”;30 por tanto, indica un freno, en cuanto que uno se abstiene de obedecer a las pasiones.31 Prepara, de este modo, el alma para esa castidad, pues “los que hacen todo lo que está permitido acabarán haciendo lo que no lo está” . 32  


 
 
 
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CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL ESPÍRITU SANTO


¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.

Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.

Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, para que viviéramos una vida íntegramente cristiana.

Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.

Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los siglos.

Así sea.
 

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