Con la Venida del Espiritu Santo comenzó la obra apostólica de la Iglesia de hacer proselitismo para ganar almas para Cristo.
Catecismo Mayor de San Pío X
Venida del Espíritu Santo. Predicación de los Apóstoles
114. Los Apóstoles, siguiendo las órdenes de su divino Maestro,
recogiéronse luego al cenáculo de Jerusalén. Allí, por espacio de diez días, esperaron en oración al Espíritu Santo que Jesús les había prometido, y que bajó sobre ellos en forma de lenguas de fuego-la mañana del día décimo, llamado Pentecostés. 115. Ellos entonces, mudados en otros hombres, empezaron dé repente a hablar diversas lenguas, según el mismo Espíritu les movía a hablar. Aquellos días moraban en Jerusalén judíos de todas las naciones; una multitud de ellos acudió a presenciar aquel prodigio, y en un sermón que hizo San Pedro sobre las profecías verificadas en la persona de Jesucristo y los milagros obrados por Él, convirtiéronse tres mil oyentes. Algunos días después, el mismo Pedro, junto con el Apóstol San Juan, tras una milagrosa curación de un tullido de nacimiento, hablando a aquella multitud de judíos, trajo a la fe otros cinco mil. No sólo en Jerusalén, sino en toda la Judea, donde predicaban los Apóstoles, iba creciendo el número de los creyentes. 116. Pero luego los ancianos del pueblo y los príncipes de los sacerdotes comenzaron a perseguir a los Apóstoles, y llamados y reprendidos ásperamente, les intimaron que no hablasen más de Jesús. Ellos respondían: No podemos callar lo que hemos visto y oído; juzgad vosotros mismos si es lícito obedecer a los hambres, desobedeciendo a Dios; los prendieron, con todo, y maltratáronlos; hicieron morir al diácono San Esteban bajo una tempestad de piedras; y los Apóstoles, alegres por haber sido dignos de padecer por Jesucristo, se alentaron más a predicar, y crecía sin cesar el número de los que se convertían.
recogiéronse luego al cenáculo de Jerusalén. Allí, por espacio de diez días, esperaron en oración al Espíritu Santo que Jesús les había prometido, y que bajó sobre ellos en forma de lenguas de fuego-la mañana del día décimo, llamado Pentecostés. 115. Ellos entonces, mudados en otros hombres, empezaron dé repente a hablar diversas lenguas, según el mismo Espíritu les movía a hablar. Aquellos días moraban en Jerusalén judíos de todas las naciones; una multitud de ellos acudió a presenciar aquel prodigio, y en un sermón que hizo San Pedro sobre las profecías verificadas en la persona de Jesucristo y los milagros obrados por Él, convirtiéronse tres mil oyentes. Algunos días después, el mismo Pedro, junto con el Apóstol San Juan, tras una milagrosa curación de un tullido de nacimiento, hablando a aquella multitud de judíos, trajo a la fe otros cinco mil. No sólo en Jerusalén, sino en toda la Judea, donde predicaban los Apóstoles, iba creciendo el número de los creyentes. 116. Pero luego los ancianos del pueblo y los príncipes de los sacerdotes comenzaron a perseguir a los Apóstoles, y llamados y reprendidos ásperamente, les intimaron que no hablasen más de Jesús. Ellos respondían: No podemos callar lo que hemos visto y oído; juzgad vosotros mismos si es lícito obedecer a los hambres, desobedeciendo a Dios; los prendieron, con todo, y maltratáronlos; hicieron morir al diácono San Esteban bajo una tempestad de piedras; y los Apóstoles, alegres por haber sido dignos de padecer por Jesucristo, se alentaron más a predicar, y crecía sin cesar el número de los que se convertían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.