R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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miércoles, 1 de agosto de 2018

San Alfonso de Ligorio juzga las herejías de Bergoglio

 

 Obispo, Doctor de la Iglesia por sus escritos sobre la moral.
Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas)
Patrón de confesores y moralistas.
(1696-1787).

Fiesta: 1 de agosto

Denzingerbergoglio

 

… juzga la idea del uso de la internet para la educación católica que tiene Francisco

  • Todo lo de este mundo acaba

En suma, el tiempo es breve, por lo que es necesario que lo aprovechemos para prepararnos a morir penetrados del pensamiento de que todo lo de este mundo acaba. Por esto dice el Apóstol que los que en tierra lloran, como si no llorasen, porque pasan todas las miserias de la vida, y los que se salvan serán felices por toda la eternidad; y los que gozan, como si no gozasen, porque día vendrá en que habrá que dejarlo todo, y quien se condena será desgraciado por toda la eternidad. (San Alfonso María de Ligorio. Sermones abreviados, Sermón 39, Obras ascéticas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1954, vol. 2, p. 794)

… juzga el papel del sincretismo religioso en la misericordia que tiene Francisco

  • Soportar al pecador que abusa de la misericordia de Dios para ofenderle no sería misericordia, sino injusticia

Es verdad que la misericordia de Dios es grande, y aún diré más, es infinita; pero la misma justicia divina se opone a que Dios sea misericordioso con los pecadores ingratos y endurecidos que abusan de ella para ofenderle. Por eso dijo el Señor un día a Santa Brígida: “Yo soy justo y misericordioso; pero los pecadores olvidan lo primero y solamente se acuerdan de lo segundo”. Porque Dios es también justo, como dice San Basílio, y por el hecho de serlo, está obligado a castigar a los ingratos. El venerable Juan de Ávila decía que el soportar al pecador que abusa de la misericordia de Dios para ofenderle, no sería misericordia, sino injusticia. La misericordia está prometida al que teme a Dios y no al que le desprecia, como cantó la Virgen María: Et misericordia ejus… timentibus eum (Lc 1, 50). (San Alfonso de Ligorio. Sermones abreviados, Sermón 41)

…juzga la idea del papel de la mujer en la Iglesia que tiene Francisco

  • Toda la Iglesia junta no puede dar tanto honor a Dios como un solo sacerdote

El sacerdote es el ministro destinado de Dios para público embajador de toda la Iglesia para honrarle, y para que por su medio todos los fieles puedan impetrar la divina gracia. Toda la Iglesia junta no puede dar tanto honor a Dios, ni puede alcanzar de Él tantas gracias, como un solo sacerdote que celebra una misa. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 2)
  • Dios solamente es inferior el sacerdote

El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas […]. La dignidad del sacerdote es la más elevada de todas las jerarquías de la tierra y de todas las altezas celestiales, y a Dios solamente es inferior el sacerdote. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 1)
  • Cristo es la Cabeza y María el cuello por donde pasan los auxilios divinos

San Jerónimo —quien dice que en Jesucristo se encuentra la plenitud de la gracia como en la cabeza, de la cual fluyen luego hacia sus miembros, que somos nosotros, todos los dinamismos vitales, es decir, los auxilios divinos para alcanzar la salvación eterna. También en María residió la misma plenitud como en el cuello por donde dichos auxilios pasan a los miembros. San Bernardino de Siena lo confirma. Explica con mayor claridad este pensamiento diciendo que por medio de María se comunican a los fieles, que son el Cuerpo Místico de Jesucristo, todas las gracias de la vida espiritual, que descienden a ellos de Jesús que es su cabeza. (San Alfonso de Ligorio. Las glorias de María, cap. 5)

… juzga la idea de Francisco de no ser necesario decir los pecados en la confesión

  • El confesor está en peligro de perderse por excesiva indulgencia con los penitentes

El confesor está tan en peligro de perderse por excesivo rigor como por sobrada indulgencia con los penitentes. La excesiva indulgencia, dice San Buenaventura, engendra presunción, y el excesivo rigor, desesperación. Sin duda alguna que muchos se equivocan por exceso de indulgencia y que con ello causan gran ruina, y hasta iba a decir que la mayor ruina, pues los libertinos, que son la mayoría, acuden con preferencia a estos confesores relajados y en ellos hallan la perdición. (San Alfonso de Ligorio. Obras ascéticas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1954, vol. 2, p. 229)
  • Los confesores deben corregir a los penitentes y hasta negarles la absolución cuando no están dispuestos

Cierto que es necesario corregir al pecador para darle a conocer el estado miserable y el peligro en que se halla de condenarse; pero siempre hay que hacerlo con caridad y animándolo a confiar en la divina misericordia, suministrándole los medios para corregirse. Y aun cuando el confesor hubiera de diferir la absolución, despida, con todo, al penitente con dulzura, indicándole el tiempo en que ha de volver y los remedios que, entre tanto, ha de usar para disponerse a recibir la absolución. Este es el camino para salvar a los pecadores. […] Muy necesaria es también energía para corregir a los penitentes y hasta para negarles la absolución cuando no están dispuestos, sin miramientos a su condición, nobleza o poderío y sin pararse a medir el daño que pudiera de ello provenirle al confesor o mengua que sobre él pudiera caer de indiscreto o de ignorante. […] Los pobres confesores […] tienen, a las veces, que negar o diferir la absolución cuando el penitente no está dispuesto a rechazar lo que se impone con toda justicia, o por ser recidivo o estar en ocasión próxima de pecar. (San Alfonso de Ligorio. Obras ascéticas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1954, vol. 2, p. 227-229)
  • El oficio de confesor es el más importante y el más difícil de todos. Se necesita ciencia, prudencia y santidad

“Quien quiera ejercer el ministerio de confesor necesita en primer lugar ciencia nada mediocre”, como decía San Lorenzo Justiniano. […] San Francisco de Sales decía igualmente que el oficio de confesor es el más importante y el más difícil de todos. Tenía razón: es el más importante, ya que de él depende la salvación eterna, que es el fin de todas las ciencias; y es el más difícil, porque la ciencia de la moral requiere el conocimiento de muchas otras ciencias y abarca muchas materias dispares; y lo que la hace en extremo difícil es que hay que variar las decisiones, según la multitud de circunstancias diversas de los diferentes casos. […] Persuadámonos, pues, de que para confesar se requiere mucha ciencia, y más aún, mucha prudencia, porque con sólo la ciencia y sin prudencia, poco aprovechará el confesor y causará a algunos más daño que utilidad. […] Lo que sobre todo necesita el confesor es santidad, debido a la mucha energía que ha de tenar en el desempeño de su ministerio. (San Alfonso de Ligorio. Obras ascéticas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1954, vol. 2, p. 226-227)

… juzga las actitudes de Francisco con los pecadores públicos, cambiando el protocolo Vaticano

  • Dios no puede compadecerse de los que viven obstinados en el pecado

Missit me Domine, ut mederer contritis corde”. Dios está pronto a sanar a los que tienen voluntad de enmendar su vida; no puede, empero, compadecerse de los que viven obstinados en el pecado. Perdona los pecados, más no puede perdonar el propósito de pecar. (San Alfonso María de Ligorio. Sermón XV para el Primer Domingo de Cuaresma, Del número de los pecados)

… juzga la idea de “conversión del papado” que tiene Francisco

  • Los anglicanos tienen la autoridad pontificia en cuenta de tiranía

El nombre del Papa fue borrado de la liturgia [anglicana], y entre las peticiones de las letanías se insertó sacrílegamente la siguiente: “De la tiranía y enormidades detestables del Obispo de Roma líbranos, Señor”. [Nat. Alex, t. 19, c. 13, n. 3, n. 5; Gotti, c. 113, sec. 2, n. 21] (San Alfonso de Ligorio. Historia de las herejías)

… juzga la idea de Francisco de que en el confesionario el sacerdote actúa en nombre del Padre

  • En el confesionario no hay diferencia entre Cristo y el sacerdote

Si descendiese el Redentor a una Iglesia, y si pusiera en el confesionario a administrar el sacramento de la penitencia, y en otro se sentase un sacerdote, Jesús diría: “Ego absolvo”; y el sacerdote en la propia forma diría: “Ego absolvo”; y del uno y del otro los penitentes quedarían igualmente absueltos. […] El mismo lugar del Salvador ocupa el sacerdote cuando absuelve los pecados, diciendo: “Ego absolvo”. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas. Parte I, Capítulo I, n. 8)

… juzga el modo de reformar la Iglesia que defiende Francisco

  • …buenos predicadores y buenos confesores

Si todos los predicadores y todos los confesores desempeñasen su ministerio debidamente, todo el mundo sería santo. Los malos predicadores y los malos confesores son la ruina del mundo; y por los malos entiendo a los que no cumplen debidamente su ministerio. […] Por la predicación se ha propagado la fe y por ella quiere el Señor que se conserve. […] Mas no le basta al cristiano saber lo que tiene que hacer, sino que necesita también, oyendo de vez en cuando la divina palabra, recordar la importancia de la eterna salvación y los medios que ha de emplear para alcanzarla. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas. Parte II, Instrucción IV, n. 1-2)

… juzga la idea de moral que tiene Francisco

  • Al pecar, el hombre dice a Dios: “No serviré”

El pecador, al despreciar la ley de Dios, es a Dios mismo a quien desprecia, pues sabe que despreciando la ley pierde la divina gracia. “Por la transgresión de la ley afrentas a Dios” (Rom 2, 23), dice el Apóstol. Dios es el soberano Señor de todo cuanto existe, porque ha creado todas las cosas. “En tus manos está el universo entero… Tú hiciste el cielo y la tierra” (Est 13, 9). Por eso todas las criaturas, aun las privadas de razón, le rinden pleno y entero vasallaje. “¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mt 8, 27). “El fuego y el granizo, nieve y nieblas, el huracán que cumple su palabra” (Sal 148, 8). Pero el hombre, en el momento de pecar, dice a Dios: Señor, vos me mandáis, pero yo rehúso obedecer; me mandáis que perdone aquella injuria, pero yo quiero vengarme; me mandáis que respete el bien ajeno, pero yo quiero retenerlo; queréis que me abstenga de placeres deshonestos, pero yo no quiero abstenerme. El Señor reprocha: “Quebraste tu yugo, rompiste tus ataduras y dijiste: ‘No serviré’” (Jer 2, 20). En una palabra, el pecador, cuando rompe con el precepto, dice a Dios: “No os conozco como mi Señor”, como precisamente respondió Faraón a Moisés, cuando le intimaba de parte de Dios que dejase en libertad a su pueblo. “¿Y quién es Yahveh para que yo tenga que escuchar su voz, dejando marchar a Israel? No conozco a Yahveh ni dejaré partir a Israel” (Ex 5, 2). (San Alfonso de Ligorio. Sermones abreviados, Sermón 6, Punto I, n. III, p. 63)

… juzga la idea que tiene Francisco sobre la culpa de la Iglesia del cisma anglicano

  • Hipótesis de que Ana Bolena fuera hija de Enrique VIII

Se ha dicho que esta señora [Ana Bolena] era incluso la propia hija de Enrique, y se dice que su padre, que era embajador en Francia en aquel tiempo, llegó después a Inglaterra cuando se enteró del asunto, y le dijo a Enrique que su mujer le confesó que Ana era la hija de Enrique, pero Enrique le dio, se dice, una respuesta grosera, le dijo que fuera a su casa, y que callara su lengua, pues él había decidido casarse con ella. (San Alfonso María de Ligorio. The history of heresies and their refutations)
  • …y rechaza el Vicario de Cristo

El nombre del Papa fue borrado de la Liturgia, y entre las peticiones de las letanías se insertó sacrílegamente la siguiente: “De la tiranía y enormidades detestables del Obispo de Roma líbranos, Señor”. [Nat. Alex, t. 19, c. 13, n. 3, n. 5; Gotti, c. 113, sec. 2, n. 21] (San Alfonso María de Ligorio. The history of heresies and their refutations)
  • Isabel I prohibió a cualquier súbdito suyo obedecer al Papa y los obispos no tenían cualquier poder que no recibiesen de ella misma…

Isabel, ahora fortalecida con la autoridad parlamentaria, prohibió rigurosamente a cualquiera de sus súbditos obedecer al Papa, y mandó a todos reconocerla como cabeza de la “Iglesia”, tanto espiritual como temporalmente. También ordenó que el nombramiento de los obispos, la convocatoria de los sínodos, el poder de tomar conocimiento de la herejía y los abusos, y el castigo de la morosidad espiritual, perteneciera sólo a la corona. También se estableció un sistema de gobierno y disciplina de la Iglesia, y aunque la doctrina de la Iglesia anglicana es la calvinista, que rechaza los obispos, junto con todas las ceremonias sagradas de la Iglesia Romana, así como altares e imágenes, todavía deseaba ella que hubiera obispos, pero sin ningún otro poder que lo que recibían de ella misma. (San Alfonso María de Ligorio. The history of heresies and their refutations)

… juzga la idea que tiene Francisco de dialogar con el mundo

  • Los buenos sacerdotes son el fundamento del edificio que es la Santa Iglesia, si ellos faltan, el edificio se desploma

Jesucristo instituyó en la Iglesia a dos órdenes de fieles, uno de legos y otro de eclesiásticos. Los primeros son los discípulos y las ovejas, y los segundos los maestros y los pastores. […] Con sobrado motivo por lo tanto dice San Agustín: Nihil difficilius, nihil periculosius officio presbyteri. Y esto por la obligación que tiene el presbítero de vivir santamente, no solo en cuanto a los actos internos, sino también a los actos externos, a fin de que con su ejemplo enseñe el buen camino a los demás fieles: Bonus si fuerit, son palabras del mismo santo, qui tibi praeest, nutritor tuus est; malus si fuerit; tentator tuus est (Serm. 12. E. B). Es imponderable el bien que producía el ejemplo de un buen sacerdote, dice la Escritura. […] Según el Tridentino: Integritas praesidentium salus est subditorum (Sess. 6. de Ref. c. 1). Al contrario, ¡qué daño no ocasiona y qué tentación no da el mal ejemplo de un sacerdote! […] Manifiesta San Bernardo que los seglares, viendo la vida desreglada de los sacerdotes, no piensan en enmendarse, y llegan al punto de despreciar los sacramentos y las recompensas y los castigos eternos. […] Dijo el Señor a Santa Brígida: Viso exemplo pravo sacerdotum, peccator fiduciam peccandi sumit, et incipit de peccato, quod prius putabat erubescibile, gloriari (Revel. l. 4. c. 132). Sacerdotes in Ecclesia, bases in templo (In Evang. hom. 17). Faltando el fundamento, se desploma el edificio. […] Entre la multitud de los fieles ha escogido el Señor a los sacerdotes, no solo para que ofrezcan sacrificios, sino que edifiquen a los demás con el buen olor de sus virtudes. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas. Parte II, Instrucción II, n. 1-2)
  • Si la luz se convierte en tinieblas, el mundo estará también en tinieblas

Son los sacerdotes sal de la tierra: Vos estis sal terrae (Mt 5, 13). Por esto deben, según la Glosa, condimentar a los otros para hacerlos agradables a Dios, enseñándoles la práctica de las virtudes, no solo de viva voz, sino principalmente dándoles ejemplo de una vida arreglada. […] Son también los sacerdotes luz del mundo: Vos estis lux mundi (Mt 5, 14). Es consiguiente por lo tanto, como nos enseña nuestro divino Maestro, que sus virtudes resplandezcan con un brillo particular entre todos los demás del pueblo, honrando de este modo a Dios que tanto les ha distinguido y ensalzado. […] Pero para iluminar no basta solo la voz del sacerdote, es también indispensable que ilumine con su buen ejemplo; porque, como dice San Carlos Borromeo, la vida del sacerdote es el faro al cual se dirigen para no naufragar los navegantes, esto es, los seglares, envueltos en el peligro y en las tinieblas de este mundo. […] Siendo pues el sacerdote la luz del mundo, ¡qué será del mundo si su luz se convierte en tinieblas! (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas. Parte II, Instrucción II, n. 3)

… juzga la idea de la pérdida del Niño Dios en el Templo que tiene Francisco

  • María no reprendió a Jesús como dicen los herejes

“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando” (Lc 2, 48). Con estas palabras María no quiso reprender a Jesús, como dijeron ofuscados algunos herejes, sino que quiso manifestarle el dolor que había sentido por su pérdida teniéndole el amor que le tenía. No era reproche, dice Dionisio Cartujano, sino queja de amor. (San Alfonso María de Ligorio. Las Glorias de María)

… juzga la idea de Francisco de que Dios no condena nunca

  • Más almas van al infierno por la misericordia que por la justicia de Dios

Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (cf. Sl 102, 11-13). (San Alfonso de Ligorio. Preparación para la muerte, parte III, consideración 23, n. 2)


 

… juzga la idea de Francisco de que Dios ama al pecador sin condiciones

  • Dios se venga de los pecadores obstinados

Es verdad que la misericordia de Dios es grande, y aún diré más, es infinita; pero la misma justicia divina se opone a que Dios sea misericordioso con los pecadores ingratos y endurecidos que abusan de ella para ofenderle. Por eso dijo el Señor un día Santa Brígida: “Yo soy justo y misericordioso: pero los pecadores olvidan lo primero, y solamente se acuerdan de lo segundo”. Porque Dios es también justo, como dice San Basilio, y por el hecho de serlo, está obligado a castigar a los ingratos. […] La misericordia está prometida al que teme a Dios y no al que le desprecia, como cantó la Virgen María: “Et misericordia eius… timentibus eum” (Lc 1, 50). Pero Dios, dicen los hombres temerarios, ha usado conmigo tantas veces de misericordia, ¿Por qué no he de esperar que la use también de aquí adelante? Voy a responder a estos tales: la usará con vosotros, si queréis mudar de vida; pero si queréis seguir ofendiéndole, dice Dios en el Deuteronomio (32, 33): “Mea est ultio; et ego retribuam in tempore, ut labatur pes eorum”: que deberá vengarse de vosotros, haciéndoos caer en los infiernos. (San Alfonso María de Ligorio. Sermón XLI para la dominica duodécima después de Pentecostes)

… juzga la idea de Francisco de que Jesús es solamente misericordia

  • Dios no puede compadecerse de los que viven obstinados en el pecado

Missit me Domine, ut mederer contritis corde”. Dios está pronto a sanar a los que tienen voluntad de enmendar su vida; no puede, empero, compadecerse de los que viven obstinados en el pecado. Perdona los pecados, más no puede perdonar el propósito de pecar. Nosotros no podemos reconvenir a Dios, porque perdona cien pecados a uno, y quita la vida y condena al infierno a otro al tercero o cuarto pecado que comete. Acerca de esto es necesario adorar los juicios divinos, y exclamar con el Apóstol: “¡Oh profundidad de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios; cuan incomprensibles son tus juicios!” (Rom 9, 33). El que es perdonado —dice San Agustín— lo es por la sola misericordia de Dios; y el que es castigado, lo es por la justicia. ¡A cuántos ha enviado Dios al infierno por el primer pecado que cometieron! (San Alfonso María de Ligorio. Sermón XV para el Primer Domingo de Cuaresma, Del número de los pecados)
  • Los que desprecian y abusan de la clemencia de Dios para ofenderle más, tienen que responder a su justicia

Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (Sal 102, 11-13). Pero en los que le desprecian y abusan de la clemencia divina para más ofenderle, tiene que responder sólo la justicia de Dios. Y con grave motivo, porque el Señor perdona el pecado, mas no puede perdonar la voluntad de pecar. […] Además, el Apóstol nos advierte (Gal 6, 7) que de Dios nadie se burla; ¿y qué irrisión mayor habría que ofenderle cómo y cuándo quisiéramos, y luego aspirar a la gloria? […] Cuando llega su misericordia al límite que para cada pecador tiene determinado, entonces le castiga por todas las culpas que el ingrato cometió. Y la pena será tanto más dura cuanto más largo hubiere sido el tiempo en que Dios esperó al culpado, dice San Gregorio. La benevolencia con que Dios te ha tratado debe animarte no sólo a dejar de ofenderle, sino a servirle y amarle siempre, ya que contigo mostró inmensa misericordia, a otros muchos negada. (San Alfonso María de Ligorio. Preparación para la muerte, Parte 3, Consideración 23, punto 2)

… juzga la idea de Francisco de que católicos y musulmanes comparten la misma fe

  • Los cristianos tienen razón en confiar en Dios, al contrario de los seguidores de Mahoma

Moría un sacerdote de la Compañía de Jesús, que en vida se había desvelado mucho por la conversión de los pecadores (como se lee en el menólogo de la Compañía) y moría con tanta alegría y confianza de su salvación, que parecía excesiva; y se le dijo que en la muerte se debía confiar, pero también temer. Pero él respondió: “Y ¡que! ¿he servido por ventura a Mahoma? He servido a un Dios que es tan grande como fiel; ¿por qué he de temer?”. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables. p. 101)
  • El Islam promete un paraíso carnal

El paraíso de los mahometanos, sin embargo, sólo es apto para bestias; pues el asqueroso placer sensual es todo que el creyente debe esperar allí. (San Alfonso de Ligorio. The History of Heresies and their Refutations, p. 93)

… juzga los métodos educativos de la juventud que tiene Francisco

  • Todo lo de este mundo acaba

En suma, el tiempo es breve, por lo que es necesario que lo aprovechemos para prepararnos a morir penetrados del pensamiento de que todo lo de este mundo acaba. Por esto dice el Apóstol que los que en tierra lloran, como si no llorasen, porque pasan todas las miserias de la vida, y los que se salvan serán felices por toda la eternidad; y los que gozan, como si no gozasen, porque día vendrá en que habrá que dejarlo todo, y quien se condena será desgraciado por toda la eternidad. (San Alfonso María de Ligorio. Sermones abreviados, Sermón XXXIX, Obras ascéticas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1954, vol. 2, p. 794)

… juzga la idea que Francisco tiene sobre el sufrimiento humano

  • ¿Qué pedir a Jesús después de verlo en la Cruz?

Señor, viéndoos tan despreciado y maltratado por mi amor ¿qué otra cosa puedo pediros sino cruces y desprecios? (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materia predicables e instructivas, p. 208)
  • Es muy justo que padezcamos por amor a Jesucristo

Si Jesucristo padeció tanto por nuestro amor, ¿no será justo que también nosotros padezcamos algo por amor suyo? (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materia predicables e instructivas, p. 210)
  • Los santos han recibido las enfermedades a manera de tesoros

La única y más escogida ocupación de los santos ha sido desear con ardor poder sufrir toda suerte de fatigas, ultrajes, y dolores para agradar a Dios, que tanto ha merecido ser amado, y que tanto nos ha amado. […] ¿Y qué mayor felicidad, que mayor consuelo puede alcanzar el alma que soporta alguna fatiga o sufrir algún dolor para agradar a Dios? […] Para agradar a Dios, en fin, los santos se han desprendido de todos sus bienes, han renunciado a las más altas dignidades del mundo, y han recibido, a manera de tesoros, las enfermedades, las persecuciones, el despojo de sus bienes, y la muerte más dolorosa. (San Alfonso María de Ligorio. Reflexiones piadosas sobre diferentes puntos espirituales, p. 296)

… juzga la idea de anticlericalismo que tiene Francisco

  • Público embajador de toda la Iglesia

El sacerdote es el ministro destinado de Dios para público embajador de toda la Iglesia para honrarle, y para que por su medio todos los fieles puedan impetrar la divina gracia. Toda la Iglesia junta no puede dar tanto honor a Dios, ni puede alcanzar de Él tantas gracias, como un solo sacerdote que celebra una misa. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 2)
  • Dispensadores de la divina gracia, puertas y porteros del cielo

Los sacerdotes son los dispensadores de la divina gracia y los compañeros de Dios. Son el honor y las columnas de la Iglesia, son las puertas y los porteros del Cielo. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 6)
  • La más elevada dignidad entre todas las jerarquías de la tierra

El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas […]. La dignidad del sacerdote es la más elevada de todas las jerarquías de la tierra y de todas las altezas celestiales, y a Dios solamente es inferior el sacerdote. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 1)

… juzga la idea de pedir oraciones a no católicos y ateos que tiene Francisco

  • Dios no oye, ni siquiera en la hora de la muerte, al pecador obstinado

¡Cuán infeliz el pecador obstinado que resiste a la voz divina! El ingrato, en vez de rendirse y enternecerse por el llamamiento de Dios, se endurece más, como el yunque por los golpes del martilló (Jb 41, 15). Y en justo castigo de ello, así seguirá en la hora de morir, a las puertas de la eternidad. El corazón duro mal se hallará al fin. Por amor a las criaturas —dice el Señor—, los pecadores me volvieron la espalda. En la muerte recurrirán a Dios y Dios les dirá: “¿Ahora recurrís a Mí? Pedid auxilio a las criaturas, ya que ellas han sido vuestros dioses” (Jer 2, 28). Esto dirá el Señor, pues aunque acudan a Él, no será con afecto de verdadera conversión. Decía San Jerónimo que él tenía por cierto, según la experiencia se lo manifestaba, que no alcanzaría buen fin el que hasta el fin hubiera tenido mala vida. […] ¡Cosa digna de admiración! Dios no cesa de amenazar al pecador con el castigo de la mala muerte. “Entonces me llamarán, y no oiré” (Pr 1, 28). ¿Por ventura oirá Dios su clamor cuando viniere sobre él la angustia? (Jb 27, 9). Me reiré en vuestra muerte y os escarneceré (Pr 1, 26). El reír de Dios es no querer usar de su misericordia. “Mía es la venganza, y Yo les daré el pago a su tiempo, para que resbale su pie” (Dt 32, 35). Lo mismo dice en otros lugares; y, con todo, los pecadores viven tranquilos y seguros, como si Dios les hubiese prometido para la hora de la muerte el perdón y la gloria. Sabido es que, cualquiera que fuere la hora en que el pecador se convierta, Dios lo perdonará, como tiene ofrecido. Más no ha dicho que en el trance de morir se convertirá el pecador. Antes bien, muchas veces ha repetido que quien vive en pecado, en pecado morirá (Jn 8, 21, 24), y que si en la muerte le busca, no le encontrará (Jn 7, 34). (San Alfonso María de Ligorio. Preparación para la muerte, 6, 2-3)

… juzga los criterios para ser obispo que tiene Francisco

  • El obispo debe ir delante los fieles por el camino de la virtud

No basta que el obispo sea lucerna ardens en su interior, sino que debe ser lucens (Jn 5, 35) al exterior, por el buen ejemplo, si quiere ver caminar a sus ovejas por el camino de la virtud. Para que éstas suban a la montaña es preciso que el pastor vaya delante, a su vista. El obispo es también la luz colocada por Dios en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa (Mt 5, 15). Por mucho, pues, que les predique y exhorte la práctica de las máximas del Evangelio, si no va delante con el ejemplo acontecerá lo que dice el Concilio de Verceil: que los súbditos le creerán poco, porque los hombres creen más a los ojos que a los oídos. (San Alfonso María de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos, II. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, p. 32)

… juzga la idea sobre ofrecer rosarios que tiene Francisco

  • La fervorosa violencia de la oración es muy grata al corazón de Dios

Debemos acudir al Señor y no cansarnos de repetir: Ayúdame, Señor, sostenme con tus manos benditas… no me dejes… ten piedad de mí. ¿Hay por ventura cosa más sencilla que decir a Dios: Ayúdame… asísteme…? Dijo el Salmista: haré dentro de mí oración a Dios, autor de mi vida. Comentando este lugar la glosa añade: Alguno por ventura podrá decir que no puede ayunar, ni dar limosna, pero si se le dice: reza… a esto no podrá alegar que no puede. Y es que no hay cosa más sencilla que la oración. Sin embargo, por eso mismo no debernos dejar apagarse en nuestros labios la oración. A todas horas hemos de hacer fuerza sobre el corazón de Dios para que nos socorra siempre; que esta fervorosa violencia es muy grata a su corazón, como nos lo asegura Tertuliano. Y San Jerónimo llega a decir que cuanto más perseveramos e importunamos a Dios en la oración, más gratas le son nuestras plegarias. […] No dejemos nunca de pedir al Señor esta gracia y este espíritu de continua oración, porque, si siempre rezamos, seguramente que alcanzaremos de Dios el don de la perseverancia y todos los demás dones que deseemos, porque infaliblemente se ha de cumplir la promesa que El hizo de oír y salvar a todos los que oran. Con esta esperanza de orar siempre ya podemos creernos salvos. (San Alfonso María de Ligorio. La oración gran medio de salvación, 3, VIII)

… juzga la idea de que la Virgen María sería capaz de rebelarse contra Dios que tiene Francisco

  • Jesús y María ofrecieron un mismo sacrificio

Al morir Jesús, María unió su voluntad con la de su Hijo de tal manera que ambos ofrecieron un mismo sacrificio, y por eso dice el mismo santo abad que así es como el Hijo y la madre realizando la Redención humana obtuvieron la salvación de los hombres. La Madre de Dios puede ser llamada “salvadora del mundo”, pues con el sufrimiento soportado compadeciendo a su Hijo —y que ofreció voluntariamente a la divina justicia— mereció que se comunicaran a los hombres los méritos del Redentor. (San Alfonso María de Ligorio. Las glorias de María, II, 1, 6, 6)
  • Con todo su corazón, ofreció y consintió que su Hijo muriera para salvarnos

Nuestra madre amorosísima estuvo siempre y del todo unida a la voluntad de Dios, por lo que —dice San Buenaventura— siendo ella el amor del eterno Padre hacia los hombres que aceptó la muerte de su Hijo por nuestra salvación, y el amor del Hijo al querer morir por nosotros para identificarse con este amor excesivo del Padre y del Hijo hacia los hombres, ella también, con todo su corazón, ofreció y consintió que su Hijo muriera para que todos nos salváramos. (San Alfonso María de Ligorio. Las glorias de María, I, 1, II, 3)

… juzga la idea de que podemos enorgullecernos de nuestros pecados que tiene Francisco

  • Nuestra gloria ha de consistir en un profundo conocimiento de nuestra insuficiencia

Decía el Apóstol San Pablo: “Libentur igitur gloriabor in infirmitatibus meis, ut inhabitet in me virtus Christi” (2 Cor 12, 9). Así debemos también decir nosotros: toda nuestra gloria ha de consistir en un profundo conocimiento de nuestra insuficiencia, y de este modo adquiriremos la virtud de Jesucristo, esto es, la santa humildad. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, 2, 6, 10)

… juzga la idea de origen de los Salmos que tiene Francisco

  • El oficio mal rezado perjudica la Iglesia

¡Ah! Si los sacerdotes y los religiosos tuvieran empeño en rezar el oficio como se debe, no se vería a la Iglesia en el deplorable estado en que se la ve. ¡Cuántos pecadores saldrían de la esclavitud del demonio, cuantas almas amarían a Dios con más fervoroso amor! Hasta los propios sacerdotes no se verían tan imperfectos como se ven, irascibles, glotones, ávidos de intereses terrenos y deseosos de vanos honores. (San Alfonso María de Ligorio. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, vol. 2, p. 428)
  • Los eclesiásticos que rezan los Salmos con negligencia no son atendidos en sus pedidos

¿Cómo se explica que el sacerdote haga mil y mil oraciones al día en sólo el rezo del Oficio Divino y no sea oído? Siempre la misma debilidad y la misma facilidad en las recaídas, no sólo en materia leve, en que ya está habituado y de cuyas faltas no tiene el más mínimo cuidado de corregirse, sino en materia grave contra la caridad, la justicia o la castidad. De aquí que el desgraciado, al recitar las horas, llega a maldecirse a sí mismo cuando dice a Dios: Son malditos los que de tus mandatos se desvían. Para colmo de males, desaparecen los remordimientos con la excusa de que es tan de carne como los demás y que no tiene fuerza para resistir. (San Alfonso María de Ligorio. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, vol. 2, p. 429)

… juzga la idea de que el Papa no debe juzgar que tiene Francisco

  • Corregir siempre, pero en secreto si el delito fuere oculto

Monseñor Sanfeliz, de grata memoria, me dijo esto, temblando, cierto día: “Don Alfonso, ¿cómo podré yo descansar tranquilo cuando me consta que una de mis ovejas se halla en desgracia de Dios?”. San Gregorio imputa al obispo que no corrige el mismo crimen que comente el malhechor. Mas para que la corrección se haga como se debe es preciso, en primer lugar, que se haga con caridad, y si por fortuna, en casos extremos, hubiera de acudirse a la firmeza, siempre ha de mezclar el vino con el aceite, el rigor con la dulzura […]. Corríjase en secreto, máxime si el delito fuere oculto; quien ha perdido la fama, fácilmente se dejará después arrastrar por los vicios. (San Alfonso de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos. Obras Ascéticas. Madrid, BAC, 1954, p. 43)
  • El escandaloso le quita a Jesucristo las almas que ha Él redimido con su sangre

El pecado del escándalo no consiste solamente en aconsejar a los otros directamente que obren el mal, sino también en inducir a otros directamente con sus hechos a pecar: Dictum vel factum minus rectum, prcebens alleri ruinam. Así definen el escándalo Santo Tomás y otros comúnmente. Y para conocer cuán grande sea la malicia del escándalo, basta saber lo que de él dice San Pablo, esto es, que quien ofende a su hermano, haciéndole caer en pecado, ofende propiamente a Jesucristo: Peccantes in fratres et percutientes conscientiam eorum infirmam in Christum peccatis (1 Cor 8, 2.) Y San Bernardo nos da la razón de ello, diciendo, que el escandaloso le quita a Jesucristo las almas que ha Él redimido con su sangre. Y así, dice el santo, que Jesucristo padece mayor persecución de los escandalosos, que de aquellos que le crucificaron. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas Parte I, c. 8, n. 2)
  • El pastor que no corrige a sus ovejas dará cuenta a Jesucristo de los males que les sucedieren

También es oficio propio del pastor apartar a las ovejas de la mala vida con la corrección, a lo que está obligado, aunque fuese a costa de la propia vida. “El buen pastor expone su vida por las ovejas” (Jn 10,11). Si no obrare así, deberá dar cuenta a Jesucristo de cuantos males les sucedieren y que él hubiera podido evitar con la corrección. Este es el gran peso que hacía temblar a los obispos santos. (San Alfonso de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos. Obras Ascéticas. Madrid, BAC, 1954, p. 42)

… juzga la idea de condenación eterna que que tiene Francisco

  • Más almas van al infierno por la misericordia que por la justicia de Dios

Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (cf. Sl 102, 11-13). (San Alfonso de Ligorio. Preparación para la muerte. Parte III, consideración 23, punto 2) 




Hermanos además los invitamos a escuchar todos los sermones que están disponibles en el Internet en Audio grabados por Radio Cristiandad.

San Alfonso María de Ligorio - Retrato de un hombre que acaba de morir (1)

 

San Alfonso María de Ligorio - Malicia del Pecado Mortal (15)


San Alfonso María de Ligorio - Brevedad de la Vida (3)

 

San Alfonso María de Ligorio - Remordimientos del Condenado (28)

 

! Dios es misericordioso, pero también justo, y por eso está obligado a castigar a quien lo ofende. Él usa de misericordia con los pecadores, pero sólo con quienes luego de ofenderle lo lamentan y temen ofenderlo otra vez: Su misericordia por generaciones y generaciones para con aquellos que le temen (Lc 1, 50.), cantó la Madre de Dios. Con los que abusan de su misericordia para despreciarlo, usa de justicia. El Señor perdona los pecados, pero no puede perdonar la voluntad de pecar. San Alfonso Maria de Ligorio.


San Alfonso Maria de Ligorio: San Remigio, escribe, que exceptuado a niños, el número de adultos que se salvan, son unos pocos, a causa de los pecados de la carne. "Exceptis parvulis ex adultis propter vitiam carnis pauci salvantur". 
Conforme con esta doctrina, que fue revelado a un alma santa, así como el orgullo ha llenado el infierno con los demonios, así la impureza lo llena de los hombres. San Isidro da esta razón. Él dice que no hay vicio que tanto esclaviza a los hombres al Diablo como la impureza. "Magis per luxuriam, humanum genus subditur diabolo, quam per aliquod aliud" –

San Isidro. Por lo tanto, dice san Agustín,
 que con respecto a este pecado, la lucha es común, y rara la victoria. Por lo tanto, es a causa de este pecado, que el infierno se llena de almas.




 

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