Una antigua tradición escrita en griego en el siglo VII cuenta lo siguiente acerca de Santa Bárbara:
Era hija de un tipo de tremendo mal genio llamado Dióscoro. Como ella no quería creer en los ídolos paganos de su padre, éste la encerró en un castillo, al cual le había mandado colocar dos ventanas. La santa mandó a los obreros a que añadieran una tercera ventana para acordarse de las Tres Divinas personas de la Santísima Trinidad. Pero esto enfureció más a su incrédulo papá.
El furioso Dióscoro, como su hija no aceptaba casarse con ningún pagano o no creyente, permitió que la martirizaran cortándole la cabeza con una espada, los enemigos de la religión. Por eso la pintan con una espada, y con una palma (señal de que obtuvo la palma del martirio) y con una corona porque se ganó el reino de los cielos.
Y dice la antigua tradición que cuando Dióscoro bajaba del monte donde habían matado a su hija, le cayó un rayo y lo mató.
El padre carmelita Claudio de San José narra, en un manuscrito de la Orden Carmelita, que el sepulcro de santa Bárbara fue venerado por fieles quienes reportaban curaciones milagrosas. Su culto fue confirmado por san Pío V en 1568 y se convirtió en uno de los catorce santos auxiliadores del Santoral. Se le representa con un cáliz en la mano que significa su conversión al catolicismo.
Oración en honor a Santa Bárbara
Oh Dios, que adornaste a tu santa virgen y mártir Bárbara con extraordinaria fortaleza en la confesión de la Fe, y le consolaste en los tormentos más atroces; concédenos a través de su intercesión la perseverancia en el cumplimiento de tu Ley y la gracia de ser fortalecidos antes de nuestro fin con los santos sacramentos. A través de Cristo nuestro Señor. Amén
Oh Dios, que adornaste a tu santa virgen y mártir Bárbara con extraordinaria fortaleza en la confesión de la Fe, y le consolaste en los tormentos más atroces; concédenos a través de su intercesión la perseverancia en el cumplimiento de tu Ley y la gracia de ser fortalecidos antes de nuestro fin con los santos sacramentos. A través de Cristo nuestro Señor. Amén
«Si alguien dice que el hombre puede ser justificado ante Dios por sus propias obras, ya sea por sus propios poderes naturales o mediante la enseñanza de la ley, sin la gracia divina a través de Jesucristo, que sea anatema». (Concilio de Trento, Sesión VI, Canon 1)
Apostasía 23 – Todos, ateos o de cualquier religión, son hijos de Dios
Apostasía 23 – Todos, ateos o de cualquier religión, son hijos de Dios
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