Denzingerbergoglio
San León Magno juzga la idea de Judas que tiene Francisco
El pérfido Judas llegó hasta la horca, Pedro a lágrimas purificadoras
El pérfido Judas, embriagado con ese veneno [la avaricia], en su sed de ganancia llegó hasta la horca. Y fue tan insensatamente impío, que llegó a vender por treinta monedas a su Señor y a su Maestro. Pero mientras el Hijo de Dios se ofrecía para sufrir un juicio inicuo, el bienaventurado apóstol Pedro, cuya fe ardía con tal devoción que estaba dispuesto a sufrir y a morir con su Señor, se deja atemorizar por la calumnia de una sirvienta del sumo sacerdote, y por debilidad cayó en el peligro de renegar. Hesitación permitida, parece, para que en el jefe de la Iglesia fuese fundado el remedio de la penitencia y para que ninguno se atreviese a fiarse de su virtud, cuando el mismo San Pedro no había podido escapar del peligro de la inconstancia. Mas el Señor, cuyo solo cuerpo estaba en medio de la congregación de los pontífices, vio fuera con su mirada divina la turbación de su discípulo. Después que le miró, se levantó el corazón del que temblaba y lo incitó a las lágrimas del arrepentimiento. ¡Felices lágrimas las tuyas, santo apóstol, que para limpiar la culpa de tu negación tuvieron la virtud del santo bautismo! (León I Magno. Homilía IX, 4)
Judas se cerró a todas las manifestaciones de misericordia, y se volvió contra sí mismo
Judas, el traidor, no alcanzó aquella gracia, ya que este hijo de la perdición (Jn 17, 12), a cuya diestra se puso el demonio (Ps 108, 6), murió a manos de su desesperación; aún mientras Cristo consumaba el misterio de la redención universal. Hasta él, quizá, hubiera obtenido el perdón de no haberse precipitado a llegar al palo de la horca, porque el Señor murió por todos los malhechores. Mas, ninguna exhortación a la misericordia del Salvador encontró cabida en este malvado corazón, en un tiempo entregado a pequeñas mezquindades y más tarde dedicado a traficar en este pavoroso parricidio. Este traidor impío, cerrando su mente a todas las manifestaciones de misericordia de Nuestro Señor, se volvió contra sí mismo, mas no con el arrepentimiento como propósito, si no en la locura de su propia ruina: es así que este hombre que había vendido al Autor de la vida a los ejecutores de su muerte, en el mismo acto de morir pecó para mayor incremento de su eterna pena. (León I Magno. Sermón 62, De passione Domini, XI)
Judas persiste en la perfidia y no reconoce a Jesús como Hijo de Dios
Diciendo, sin embargo: “He pecado, entregando sangre inocente”, persiste en la perfidia de su impiedad no reconociendo a Jesús como Hijo de Dios, sino tan sólo como hombre de nuestra condición puesto en peligro de muerte, cuya misericordia hubiese inclinado a su favor, si no hubiera negado su omnipotencia. (León I Magno. Sermón LII, 5)
… juzga la idea de Francisco de no ser necesario decir los pecados en la confesión
Acusarse en las confesiones provoca la enemistad del autor del pecado
Acusándonos nosotros mismos en nuestras confesiones y rehusando nuestro consentimiento a las concupiscencias de la carne, provocaremos contra nosotros, es cierto, la enemistad del autor del pecado, pero reafirmaremos en nosotros una paz inexpugnable con Dios secundando su gracia. (San León I Magno. Homilía XXVI sobre la Natividad del Señor, n. VI, 4)
… juzga la idea de que Cristo se manchó por el pecado, que tiene Francisco
Jesús no se manchó por el pecado, sino que elevó las realidades humanas
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14), es decir, en aquella carne que tomó del hombre y que el espíritu de la vida racional animó. Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, […] la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. […] En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro […]. Asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado, elevando las realidades humanas, no disminuyendo las divinas, ya que aquel despojamiento, por el cual el invisible se ofreció a sí mismo visible…, fue un inclinarse de la misericordia, no una falta de poder. Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre. (León I Magno. Denzinger-Hünermann 292-294, Carta Lectis dilectionis tuae, al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)
… juzga la idea de “conversión del papado” que tiene Francisco
Cristo quiere que la firmeza de la Iglesia resida en Pedro
Tú eres Pedro, esto es: “Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera del cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud has adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación, los poderes que yo tengo en propiedad”. Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del Infierno no la derrotarán. “Sobre esta piedra firme —quiere decir— edificaré un templo eterno, y la alta mole de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la firmeza de esta fe”. Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vínculos de la muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que las niegan. (León I Magno. Sermón 4, 2-3)
A todos fue común la elección, pero a uno la preeminencia
Entre los Apóstoles hubo igualdad de honor, pero diferencia de poder, en cuanto que a todos fue común la gracia de la elección, pero a uno sólo le fue concedido el derecho de preeminencia sobre los demás. (León I Magno. Carta 14, c. 11: PL 54, 676)
… juzga la idea de diálogo ecuménico que tiene Francisco
Huid de los que no quisieren corregirse, evitad conversar con ellos
Por lo tanto, queridos, de aquellos [herejes de] que estamos hablando huid como de veneno mortal, execradlos, desviaos de ellos y si, advertidos por vosotros, no quisieren corregirse, evitad conversar con ellos porque como está escrito, “la palabra de ellos es como la gangrena, que corroe” (2 Tm 2, 17). (León I Magno. Homilía 96 contra la herejía de Eutiques, 3)
… juzga la idea de la pérdida del Niño Dios en el Templo que tiene Francisco
Jesús, Dios y hombre, asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14), es decir, en aquella carne que tomó del hombre y que el espíritu de la vida racional animó. Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, […] la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. […] En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro […]. Asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado, elevando las realidades humanas, no disminuyendo las divinas, ya que aquel despojamiento, por el cual el invisible se ofreció a sí mismo visible…, fue un inclinarse de la misericordia, no una falta de poder. Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre. (Denzinger-Hünermann 292-294. León I Magno, Carta Lectis dilectionis tuae al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)
… juzga la idea de “Pan de Vida” que tiene Francisco
Debéis participar en la santa mesa sin ninguna duda sobre la verdad del cuerpo y sangre de Cristo
La verdad de la encarnación tiene su prueba tanto en la fiesta eucarística como en la institución divina de la limosna. Queridísimos, confesad con todo vuestro corazón y rechazad las mentiras de los herejes para que vuestro ayuno y limosna no sean ensuciados por cualquier contagio con el error: porque así nuestra ofrenda es limpia y nuestras ofrendas de misericordia, santas, cuando aquellos que las practican comprenden lo que hacen. Porque cuando el Señor dice “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6, 53), así debéis participar en la santa mesa sin ninguna duda sobre la verdad del cuerpo y sangre de Cristo. (San León I Magno. Sermón XCI en la Fiesta del Séptimo Mes, VI, III)
… juzga la idea de Francisco de que católicos y musulmanes comparten la misma fe
Nunca una vida manchada podrá contemplar a Dios
Con toda razón se promete a los limpios de corazón la bienaventuranza de la visión divina. Nunca una vida manchada podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera, pues aquello mismo que constituirá el gozo de las almas limpias será el castigo de las que estén manchadas. (San León Magno. Homilía 95, Sobre las bienaventuranzas)
… juzga la idea que tiene Francisco de que Jesucristo fingía sus enfados
Jesús, Dios y hombre, bajó del cielo sin apartarse de la gloria del Padre
“El Verbo se hizo carne y habito entre nosotros” (Jn 1, 14), es decir, en aquella carne que tomó del hombre y que el espíritu de la vida racional animó.
Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, […] la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. […] En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro […].
Asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado, elevando las realidades humanas, no disminuyendo las divinas, ya que aquel despojamiento, por el cual el invisible se ofreció a sí mismo visible…, fue un inclinarse de la misericordia, no una falta de poder.
Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre. (Denzinger-Hünermann, 292-294. León Magno, Carta Lectis dilectionis tuae al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)
Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, […] la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. […] En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro […].
Asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado, elevando las realidades humanas, no disminuyendo las divinas, ya que aquel despojamiento, por el cual el invisible se ofreció a sí mismo visible…, fue un inclinarse de la misericordia, no una falta de poder.
Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre. (Denzinger-Hünermann, 292-294. León Magno, Carta Lectis dilectionis tuae al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)
… juzga la idea de Francisco de que las sectas hacen parte de la Iglesia
Una sola Iglesia virgen, unida a un solo Esposo, Cristo
Tal es, en efecto, la Iglesia virgen, unida a un solo Esposo, Cristo, que no admite ningún error; por esto en todo el mundo nos gozamos de una sola casta e íntegra unión. (Léon Magno. Epístola 80, 1, ad Anatolium, episc. Constant., PL 54, 913)
El nacimiento de Cristo es también el nacimiento de la Iglesia
Es, pues, la Natividad de Cristo la que determina el origen del pueblo cristiano, el nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo. Además, aunque cada uno de los llamados [a la fe] viva en su época, aunque todos los hijos de la Iglesia estén distribuidos a lo largo de todos los tiempos; sin embargo, el conjunto de los fieles, nacidos en la fuente bautismal, de la misma manera que fueron crucificados con Cristo en su pasión, resurgieron en su resurrección, están colocados a la diestra del Padre desde su ascensión, de esta misma manera fueron coengendrados en su nacimiento. En este misterioso nacimiento del cuerpo de la Iglesia.(León Magno. Sermo 26, 2. In Nativitate Domini. PL 54, 213)
Contra los errores priscilianistas
[La impiedad de los priscilianistas] se sumergió en las tinieblas del paganismo, hasta colocar a través de las prácticas sacrílegas ocultas y las inútiles mentidas de los astrólogos la fe religiosa y el comportamiento moral en el poder de los demonios y en el efecto de los astros. Si es licito creer y ensenar tales cosas, no se deberá ni premio a las virtudes ni pena a los delitos, y perderán obligatoriedad todas las disposiciones no solo de las leyes humanas, sino también de las disposiciones divinas: ya que si una fatal necesidad induce el movimiento de la mente hacia una u otra de las posibilidades, y cualquier acción humana no es de los hombres, sino de los astros, no podrá haber juicio alguno ni de las acciones buenas, ni de las malas. Con razón nuestros padres instantemente actuaron para que fuera alejada de toda la Iglesia la impía locura. (Denzinger-Hünermann, 283. León Magno, Carta Quam laudabiliter al obispo Torribio de Astorga, 21 de julio de 447)
… juzga la idea que Francisco tiene sobre el sufrimiento humano
El Hijo de Dios se hizo hombre sin apartase de la gloria del Padre
Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre, engendrado por nuevo orden, por nuevo nacimiento. Por nuevo orden: porque invisible en lo suyo, se hizo visible en lo nuestro; incomprensible, quiso ser comprendido; permaneciendo antes del tiempo, comenzó a ser en el tiempo; Señor del universo, tomo forma de siervo […] Porque el que es verdadero Dios es también verdadero hombre, y no hay en esta unidad mentira alguna. (Denzinger-Hünermann 294. León Magno, Carta Lectis dilectionis tuae al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)
… juzga la oración hecha por Francisco en el encuentro ecuménico e interreligioso de Sarajevo
Lo que Dios ha prometido a Abraham se cumple en Cristo
La promesa fue dirigida a Abraham y su descendencia. Él no dice “a su descendencia” – como refiriéndose a la multiplicidad – sino a una sola, “y tu descendencia”, que es Cristo (Gal 3, 16). (León Magno. Carta a Flaviano sobre Eutyches, 451)
… juzga las palabras de Francisco en su primera aparición pública
Sólo a Pedro fue concedida la preeminencia sobre los demás apóstoles
La conexión de todo el cuerpo es lo que da origen a su salud y a su belleza; y esta misma conexión, si requiere la unanimidad, exige, sobre todo, la concordia de los sacerdotes. Estos tienen en común la dignidad sacerdotal, pero no el mismo grado de poder; porque también entre los Apóstoles hubo igualdad de honor, pero diferencia de poder, en cuanto que a todos fue común la gracia de la elección, pero a uno sólo le fue concedido el derecho de preeminencia sobre los demás. (León Magno. Epístola XIV, c. 11: PL 54, 676)
Pedro rige los que son especialmente regidos por Cristo
Del seno del mundo entero, Pedro sólo ha sido elegido para ser puesto a la cabeza de todas las naciones llamadas, de todos los apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia; de tal suerte que, aunque haya en el pueblo de Dios muchos sacerdotes y muchos pastores, Pedro, sin embargo, rige propiamente a todos los que son principalmente regidos por Cristo. (León Magno. Sermón IV, c. 2: PL 54, 149-150)
… juzga la idea de una “Iglesia horizontal” que tiene Francisco
Una preeminencia en la elección común
Entre los beatísimos apóstoles en la conformidad del honor hubo una cierta diferencia de potestad; y si bien la elección fue común a todos, solamente a uno fue concedido tener la preeminencia por encima de los demás. (Denzinger-Hünermann 282. León Magno, Carta Quanta fraternitati al obispo Anastasio de Tesalia, c. 11)
… juzga el hecho de pedir la bendición a herejes y cismáticos
La fuerza del Espíritu Santo sólo se recibe de ministros católicos
En efecto, los que han recibido el bautismo de los herejes no habiendo sido anteriormente bautizados, deben ser confirmados con la sola invocación del Espíritu Santo mediante la imposición de las manos, ya que han recibido sólo la forma del bautismo sin la fuerza de la santificación. […]. Su ablución no se debe profanar con ninguna repetición, sino, como hemos dicho, se debe sólo invocar la santificación del Espíritu Santo: a fin de que lo que nadie recibe de los herejes lo consiga de los sacerdotes católicos. (Denzinger-Hünermann 316. San León Magno, Carta Regressus ad nos al obispo Nicetas de Aquileya, c. 7, 21 de marzo de 458)
… juzga la idea de ascetismo, silencio y penitencia que tiene Francisco
La penitencia libera de la concupiscencia carnal y favorece la meditación
Porque, aunque sin el alma nada apetecería el cuerpo, el cual recibe la sensibilidad de la misma que le comunica el movimiento, con todo, es propio del alma privar de algunas cosas a aquel que le está sujeto y, obrando juiciosamente, apartarle de las cosas exteriores que le son nocivas, para que, libre habitualmente de las carnales concupiscencias, pueda dedicarse en su interior a la meditación de la divina sabiduría y, acallado el tumulto de los cuidados externos, gozarse en la contemplación de las cosas santas y en la posesión de aquellos bienes que han de durar eternamente. (León Magno. Sermo XIX. De jejunio decimi mensis, c. 1)
… juzga la idea de libertad religiosa que tiene Francisco
Huid de los que enseñan los preceptos del error
Por lo tanto, queridos, de aquellos [herejes de] que estamos hablando huid como de veneno mortal, execradlos, desviaos de ellos y si, advertidos por vosotros, no quisieren corregirse, evitad conversar con ellos porque como está escrito, “la palabra de ellos es como la gangrena, que corroe” (2 Tm 2, 17). (San León Magno. Sermones in praecipuis totius anni festivitatibus ad romanum plebem habiti. Pars 2: Sermo XCVI – Sive tractatus contra heresim Eutychis; habitus Romae in Basilica Sanctae Anastasiae, cap. 3)
… juzga la idea de inmortalidad del alma que tiene Francisco
Importa ver para quién se vive o se muere: para el diablo o para Dios
En todo hombre que se muda pasando de un estado a otro se puede mirar como fin el no ser lo que antes era, y como nacimiento el ser lo que antes no era. Pero importa mucho el ver para quién se vive o se muere, porque hay una muerte que es principio de nueva vida, y otra que es principio de peor muerte: debemos, pues, morir, respecto al diablo, y vivir para sólo Dios. Hemos de morir en cuanto a la iniquidad y resucitar para la justicia. (San León Magno. Sentencias espirituales, n. 57. Serm. 69 sobre la resurrección: Tricalet, t. VIII, p. 396)
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