'Os pido un acto de confianza en Dios, un gesto de humildad y devoción filial al Señor de los ejércitos. Recitad todos, si es posible con vuestra familia o seres queridos, vuestros amigos, cohermanos, colegas, compañeros de batallas, el Santo Rosario.'
Novembre 4, 2020 (LifeSiteNews) – Mensaje del Arzobispo Carlo Maria Viganò a los Católicos Americanos y a todos los Americanos de buena voluntad.
Queridos hermanos y hermanas:
Como cristianos devotos y ciudadanos fieles de los Estados Unidos de América, tienen en el corazón el destino de su amada patria, mientras que los resultados de las elecciones presidenciales aún son inciertos.
Las noticias de fraude electoral se multiplican, a pesar de los vergonzosos intentos de los principales medios de censurar la verdad de los hechos, en beneficio de su candidato. Hay estados en los que el número de votos es mayor que el de votantes; otros en los que el voto por correo parece exclusivamente a favor de Joe Biden; otros donde el escrutinio de las boletas se suspende sin motivo o donde se descubre una manipulación sensacional: siempre y solo contra el presidente Donald J. Trump, y siempre y solo en beneficio de Biden.
Desde hace meses, en verdad, asistimos a un continuo goteo de noticias escalonadas, de información manipulada o censurada, de crímenes que han sido silenciados u ocultos ante pruebas sensacionales y testimonios irrefutables. Hemos visto al Estado Profundo organizarse, con mucha anticipación, para llevar a cabo el fraude electoral más colosal, para asegurarse que aquel que en los Estados Unidos de América se opone enérgicamente al establecimiento del Nuevo Orden Mundial deseado por los hijos de las tinieblas fuera derrotado. En esta batalla no os habéis rendido, como es vuestro deber sagrado, para dar vuestra contribución poniéndoos del lado del Bien. Otros, esclavizados por los vicios o cegados por el odio infernal contra Nuestro Señor, se pusieron del lado del Mal.
No creais que los hijos de las tinieblas actúan con honestidad y no os escandalicéis si operan con engaños. ¿Créeis que los seguidores de Satanás son honestos, sinceros y leales? El Señor nos advirtió contra el diablo: “Fue homicida desde el principio y no perseveró en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla de sí mismo, porque es mentiroso y padre de la mentira ”(Jn 8,44).
En estas horas, mientras las puertas del inframundo parecen prevalecer, permitidme dirigirme a vosotros con un llamamiento, al que confío responderéis pronta y generosamente. Os pido un acto de confianza en Dios, un gesto de humildad y devoción filial al Señor de los ejércitos. Recitad todos, si es posible con vuestra familia o seres queridos, vuestros amigos, cohermanos, colegas, compañeros de batallas, el Santo Rosario. Rezad con el abandono de los niños, que saben recurrir a su Santísima Madre para implorarle que interceda ante el Trono de la Divina Majestad. Orad con alma sincera, con corazón puro, con la certeza de ser escuchados y atendidos. Pedidle a Ella, Auxilium Christianorum, que derrote a las fuerzas del Enemigo; cual ejército alineado en la batalla, para conseguir la victoria de las fuerzas del Bien y para infligir una humillante derrota a las fuerzas del Mal.
Haced orar a los niños, con las santas palabras que les habéis enseñado: esas oraciones confiadas se elevarán a Dios y no serán desatendidas. Que los ancianos y los enfermos oren para ofrecer sus sufrimientos en unión con los sufrimientos que padeció Nuestro Señor en la Cruz, cuando derramó Su preciosa Sangre por nuestra Redención. Haced que las niñas y mujeres oren y se vuelvan hacia Ella, que es su modelo de pureza y maternidad. Orad vosotros también, hombres: vuestro coraje, honor, y orgullo serán renovados y fortalecidos. Todos tomad esta arma espiritual, ante la cual Satanás y sus satélites se retiran furiosamente, porque temen más a la Santísima Virgen, por Gracia de Dios, que al mismo Dios Todopoderoso.
No os desaniméis por los engaños del Enemigo, más aún en esta hora terrible, mientras el descaro de la mentira y el fraude se atreve a desafiar al Cielo. Nuestros adversarios tienen las horas contadas, si rezáis, si todos rezamos con Fe y con verdadero ardor de Caridad. ¡Ojalá el Señor quiera que una sola voz devota y confiada se eleve desde vuestros hogares, desde vuestras iglesias, desde vuestras calles! Esa voz no dejará de ser escuchada, porque será la voz de un pueblo que clama, en el momento de la tormenta: "¡Sálvanos, Señor: estamos perdidos!" (Mt 8:25).
Los días que nos esperan son una oportunidad preciosa para todos vosotros y para aquellos que están espiritualmente unidos a vosotros en todo el mundo. Tenéis el honor y el privilegio de poder participar en la victoria de esta batalla espiritual, de blandir la poderosa arma del Santo Rosario, como hicieron nuestros padres en Lepanto para repeler a los ejércitos enemigos.
Rezad con la certeza de la promesa de Nuestro Señor: "Pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá" (Lc 11,9). El Rey de reyes, a quien le pedís la salvación de la Nación, recompensará vuestra Fe. Vuestro testimonio, recordadlo, tocará el Corazón de Nuestro Señor, multiplicando las Gracias celestiales que son indispensables para alcanzar la victoria.
Que este llamamiento mío, que os dirijo a vosotros y a todas las personas que reconocen el señorío de Dios, os encuentre generosos apóstoles y valientes testigos del renacimiento espiritual de vuestro amado país y con él del mundo entero. Non praevalebunt.
God bless and protect the United States of America!
Carlo Maria Viganò, Arcivescovo
4 Novembre 2020
San Carlo Borromeo
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