Tomado de APOSTOLADO DE LA PIEDAD POPULAR.
DEVOCIÓN DE LAS LÁGRIMAS DE SANTA MARÍA MAGDALENA
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INICIAL
¡Oh gloriosa Santa María Magdalena! Ejemplar de penitencia, Discípula amada de Jesucristo y Maestra del Divino Amor: Yo, aunque indignísimo pecador, confiando en tu benignidad te escojo hoy, y para siempre por mi especial protectora y abogada, te ruego amabilísima Santa mía, me recibas debajo de tu patrocinio y me alcances con tu intercesión de la Divina Piedad, una perfecta, íntima y continua contrición de mis pecados, y la remisión de todos ellos, y aquellas llamas de caridad con que fue abrazado tu corazón. Asísteme, te suplico, por el amor del Verbo Humanado, tu Divino Maestro, en la hora de mi muerte, y has con tus oraciones y méritos, que, encendido de la Divina Caridad, por la fuerza de ella expire mi alma y me asemeje a ti, que por la vehemencia del Divino Amor felizmente moriste. Amén.
DEPRECACIONES
Oh Verbo humanado, te doy humildes, reverentes y afectuosas gracias por los favores, privilegios y tesoros de gracia y gloria con que enriqueciste a Santa María Magdalena, y te ruego por sus méritos me concedas una perfecta contrición de mis pecados y un encendido amor tuyo, y que me la des propicia en la hora de mi muerte, por Ti mismo, que vives, y reinas en los siglos de los siglos. Amén.
Santa María Magdalena, ejemplar de penitencia: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Tu que regaste con tus lagrimas los Pies de Cristo, con tus cabellos los enjugaste; y con precioso licor los ungiste: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Que recibiste el perfecto perdón de tus culpas de la boca misma del Verbo humanado, y de pecadora fuiste levantada en un momento a una gran santidad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Discípula amada de Cristo, instruida con sus Divinas Palabras, así exteriores, como interiores, para una heroica santidad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Que seguiste a pie a tu Celestial Maestro por los lugares y valles por donde iba predicando el Reino de Dios, subministrando de tus bienes a su Divina Majestad y a sus Discípulos el sustento necesario: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que hospedabas en tu casa al Salvador, y no pudiendo apartarte de su Divina Presencia, te fuiste a sus Pies para alimentar tu espíritu con la dulzura de sus Celestiales Palabras: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que con tus lágrimas mereciste el que el Salvador llorase, y te resucitara a tu hermano Lázaro: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que por instinto del Espíritu Santo limpiaste del polvo los Pies del Salvador con tus cabellos, y los ungiste con preciosísimo ungüento; y rompiendo el Vaso, derramaste todo aquel oloroso licor sobre su Sagrada Cabeza, previniéndole desde entonces para la sepultura: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que, por la mucha devoción, y ardiente caridad con que ungiste al Salvador, fuiste alabada de su Divina Majestad, y serás con eternas alabanzas celebradas por todo el mundo: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que tuviste por Defensor y Abogado a Cristo nuestro Señor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que al pie de la Cruz padeciste un martirio tan grande de dolor y compasión por las penas y Muerte de tu Divino Señor, que hubieras muerto de puro dolor, si Dios con especial providencia no te hubiera librado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que después de la Santísima Virgen fuiste la primera, y antes que todos los Apóstoles regalada con la vista, y presencia del Señor resucitado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que fuiste constituida por Cristo Abogada, y aun Evangelista de los Apóstoles: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que viste con gran gozo en compañía de la Santísima Virgen y de los Apóstoles y Discípulos subir al Cielo a tu Divino Maestro: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que, con la Santísima Virgen y los Santos Apóstoles recibiste el Espíritu Santo, y el Don de las lenguas, y la virtud de hacer milagros: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que por causa de Cristo fuiste arrojada en el mar en un navío sin remos, sin velas, sin timón, a un evidente naufragio, y por virtud Divina fuiste librada de él: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, Apóstola de los Gentiles e Idólatras: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, ejemplar de vida contemplativa: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, Maestra del divino amor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, Mártir en el espíritu y en el cuerpo: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que por la pureza singular de tu Alma y cuerpo fuiste colocada por la Iglesia la primera en el Coro de las Vírgenes: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, singularmente amiga de la Reina de toda pureza: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que conversaste familiarmente con los Ángeles, y fuiste favorecida de ellos: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que viviste por treinta años sin sustento terreno: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que siete veces al día fuiste levantada por los Ángeles en el aire para oír los cantos, y músicas celestiales: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que en la Gruta de Marsella fuiste frecuentemente regalada y favorecida con la presencia visible de Cristo nuestro Señor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, Serafín de amor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa Maria Magdalena, que fuiste llevada por los Ángeles a la Iglesia para recibir a Cristo Sacramentado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que abrasada con tu Dios Sacramentado espiraste de amor, por la vehemencia de la caridad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Santa María Magdalena, que te levantaste tan alta en la pureza, gracia y caridad, que fuiste de las tres almas que más agradaron al Verbo humanado sobre todos las demás Santos: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
℣. Ruega por nosotros, ¡Oh Seráfica María Magdalena!
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que concediste a Santa María Magdalena este singular privilegio que fuese de los Ángeles levantada en el aire siete veces al día para oír los cantos celestiales: te ruego por sus méritos e intercesión, levantes mi corazón de la tierra para que tenga siempre su conversación en el Cielo: Por Ti mismo, Redentor mío, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
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