Para que pueda ser un acto vivo de amor perfecto, me ofrezco como un holocausto a Tu tierno amor, suplicándote que me consumas continuamente, dejando que mi alma se desborde con las inundaciones de infinita ternura que se encuentran en Ti, que para que pueda convertirme en mártir de tu amor, ¡oh Dios! Deja que este martirio me prepare para aparecer ante Ti y, por fin, hacer que expire; deja que mi alma se arroje sin demora a los brazos eternos de tu amor misericordioso. ¡Con cada latido de mi corazón deseo, oh mi querido Amado, renovar mi ofrecimiento un número infinito de veces, hasta ese día en que las sombras se desvanezcan y pueda volver a contar mi amor en eterna unión contigo!
(Indulgencia de 3 años)
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