El pueblo de Panamá habló y habló claro: sí a la única y verdadera familia, la fundada por el matrimonio entre hombre y mujer, y no a las “bodas” gay que, como de costumbre, el lobby supranacional estuvo cerca de imponer también aquí. La vibrante reacción de la gente fue expresada claramente en la vasta adhesión a la manifestación pública de jóvenes, de familias, de niños en oración y con carteles en la capital del país, así como en la amplia participación en la marcha “Por el Panamá que nos merecemos“, promovida desde la iglesia del Carmen hasta la plaza 5 de Mayo. Iniciativas análogas también se organizaron concomitantemente en otras provincias.
Por otra parte, Juan Francisco De La Guardia, presidente de la Alianza Panameña por la Vida y la Familia, ha dejado muy claro que está preparado para salir de nuevo a las plazas públicas si el mensaje no es acogido concretamente por las autoridades. Lo que significa recurrir a la Corte Suprema de Justicia de modo que interprete la ley según la Constitución y según el Código de Familia y no en base a las indicaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, contrarias a la ley natural.
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