¡Oh santa madre, Santa Ana, tan rica en gracias! Nunca dejarás de escuchar las súplicas y las lágrimas de una madre que te invoca por un hijo rebelde. Conoces mi dolor y la angustia de mi corazón.
Mira con tus ojos maternos a este pobre niño errante, y tráelo de vuelta al camino de la salvación, para que él / ella pueda nuevamente servir a Dios fielmente y así obtener la felicidad eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Reza el Ave María tres veces.
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