Lucha de clases marxista.
Alexandra Kollontai: La sociedad comunista se hará cargo de todos los deberes relacionados con la educación del niño, pero las alegrías de la paternidad no se quitarán a los que son capaces de apreciarlas. Tales son los planes de la sociedad comunista y difícilmente pueden ser interpretados como la destrucción forzada de la familia y la separación forzada del niño de la madre.
Marxismo Cultural. Feminismo agenda Marxista.
Ingeniería social comunista.
Cruxnow escribió: Este es el cuarto año consecutivo que las mujeres se reúnen en el corazón del Vaticano en coincidencia con el Día Internacional de la Mujer auspiciado por la U.N.
Cruxnow escribió: Este es el cuarto año consecutivo que las mujeres se reúnen en el corazón del Vaticano en coincidencia con el Día Internacional de la Mujer auspiciado por la U.N.
Observen el Logo una mujer con los brazos extendido liberada de la cruz con los colores de la bandera gay.
CARAM EL ROSTRO DEL MARXISMO RADICAL FEMINISTA.
MASONERÍA: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.
Bergoglio utiliza a la Virgen para promover el feminismo marxista.
Hildegarda de Bingen O.S.B. Libro Scivia: Pero como la mujer no debe llevar ropa de hombre, tampoco debe acercarse al oficio de Mi altar, ya que no debe asumir un papel masculino ni en su pelo ni en su atuendo.
Orígenes
La mujer es llamada a hacerse oír de una forma discreta
Felipe, el evangelista, tenía cuatro hijas y profetizaban (cf. Hch 21, 8-9). Si pues profetizaban, ¿qué inconveniente hay en que también nuestras profetisas (las nuestras, como dicen ellos) profeticen? Responderemos a esto diciendo en primer lugar que si las nuestras profetizaban, mostradnos los signos de la profecía en ellas mismas. En segundo lugar, si también profetizaban las hijas de Felipe, sin embargo, no hablaban en las iglesias: en efecto, no tenemos constancia de esto en los Hechos de los Apóstoles, ni tampoco en el Antiguo Testamento. Se atestigua que Débora era profetisa (cf. Jc 4, 4) y que María la hermana de Aarón tocando el tímpano iba delante de las mujeres. Pero no encontrarás que Débora hablara al pueblo, como Jeremías e Isaías. No encontrarás que Juldá (cf. 2 R 22, 14; 2 Cro 34, 22) siendo profetisa hubiera hablado al pueblo o a alguno que se acercara a ella. (Orígenes. Fragmentos a la primera Carta a los Corintios)
Papa Pío X
Queda, finalmente, ya hablar sobre el modernista en cuanto reformador. […] Andan clamando que el régimen de la Iglesia se ha de reformar en todos sus aspectos, pero principalmente en el disciplinar y dogmático, y, por lo tanto, que se ha de armonizar interior y exteriormente con lo que llaman conciencia moderna, que íntegramente tiende a la democracia; por lo cual, se debe conceder al clero inferior y a los mismos laicos cierta intervención en el gobierno y se ha de repartir la autoridad, demasiado concentrada y centralizada. (Pío X. Encíclica Pascendi Dominici gregis, n. 37, 8 de septiembre de 1907)
Papa Pío XI :
En una sociedad ordenada hay desigualdades sociales
Para lograr precisamente este orden tranquilo por medio de la colaboración de todos, la doctrina católica reivindica para el Estarlo toda la dignidad y toda la autoridad necesarias para defender con vigilante solicitud, como frecuentemente enseñan la Sagrada Escritura y los Santos Padres, todos los derechos divinos y humanos. Y aquí se hace necesaria una advertencia: es errónea la afirmación de que todos los ciudadanos tienen derechos iguales en la sociedad civil y no existe en el Estado jerarquía legítima alguna. Bástenos recordar a este propósito las encíclicas de León XIII antes citadas, especialmente las referentes a la autoridad política y a la constitución cristiana del Estado. (Pío XI. Encíclica Divini Redemptoris, n. 32, 19 de marzo de 1937)
Papa Pío X
Mantener la diversidad de clases es característica de una sociedad bien constituida
Mas sobre esta materia [el mejoramiento y regeneración de las clases obreras] están ya fijados los principios de la doctrina católica, y ahí está la historia de la civilización cristiana para atestiguar su bienhechora fecundidad. Nuestro Predecesor [León XIII], de feliz memoria, los recordó en páginas magistrales, que los católicos aplicados a las cuestiones sociales deben estudiar y tener siempre presentes. Él ensenó especialmente que la democracia cristiana debe “mantener la diversidad de clases, propias ciertamente de una sociedad bien constituida, y querer para la sociedad humana aquella forma y condición que Dios, su Autor, le señaló” (Encíclica Graves de Communi). Anatematizó una “cierta democracia cuya perversidad llega al extremo de atribuir a la sociedad las soberanía del pueblo y procurar la supresión y nivelación de las clases”. Al propio tiempo, León XIII imponía a los católicos el único programa de acción capaz de restablecer y mantener a la sociedad en sus bases cristianas seculares. […] Además de esto, desechando la doctrina recordada por León XIII acerca de los principios esenciales de la sociedad, colocan la autoridad en el pueblo o casi la suprimen, y tienen por ideal realizable la nivelación de clases. Van, pues, al revés de la doctrina católica, hacia un ideal condenado. (Pío X. Encíclica Notre charge apostolique, n. 9, 23 de agosto de 1910)
Los socialistas proclaman la igualdad total de los hombres, la Iglesia reconoce las desigualdades naturales
Más la sabiduría católica, apoyada en los preceptos de la ley divina y natural, ha provisto también prudentísimamente a la tranquilidad pública y doméstica por su sentir y doctrina acerca del derecho de propiedad y la repartición de los bienes que han sido adquiridos para lo necesario o útil a la vida. Porque mientras los socialistas acusan al derecho de propiedad como invención que repugna a la igualdad natural de los hombres y, procurando la comunidad de bienes, piensan que no debe sufrirse con paciencia la pobreza y que pueden impunemente violarse las posesiones y derechos de los ricos; la Iglesia, con más acierto y utilidad, reconoce la desigualdad entre los hombres —naturalmente desemejantes en fuerzas de cuerpo y de espíritu— aun en la posesión de los bienes, y manda que cada uno tenga, intacto e inviolado, el derecho de propiedad y dominio, que viene de la misma naturaleza. Porque sabe la Iglesia que el hurto y la rapiña de tal modo están prohibidos por Dios, autor y vengador de todo derecho, que no es lícito ni aun desear lo ajeno, y que los ladrones rapaces, no menos que los adúlteros e idólatras, están excluidos del reino de los cielos (1 Co 6, 9s). (Denzinger-Hünermann 3133. León XIII, Encíclica Quod Apostolici muneris, 28 de diciembre de 1878)
Los socialistas proclaman la igualdad total de los hombres, la Iglesia reconoce las desigualdades naturales
Más la sabiduría católica, apoyada en los preceptos de la ley divina y natural, ha provisto también prudentísimamente a la tranquilidad pública y doméstica por su sentir y doctrina acerca del derecho de propiedad y la repartición de los bienes que han sido adquiridos para lo necesario o útil a la vida. Porque mientras los socialistas acusan al derecho de propiedad como invención que repugna a la igualdad natural de los hombres y, procurando la comunidad de bienes, piensan que no debe sufrirse con paciencia la pobreza y que pueden impunemente violarse las posesiones y derechos de los ricos; la Iglesia, con más acierto y utilidad, reconoce la desigualdad entre los hombres —naturalmente desemejantes en fuerzas de cuerpo y de espíritu— aun en la posesión de los bienes, y manda que cada uno tenga, intacto e inviolado, el derecho de propiedad y dominio, que viene de la misma naturaleza. Porque sabe la Iglesia que el hurto y la rapiña de tal modo están prohibidos por Dios, autor y vengador de todo derecho, que no es lícito ni aun desear lo ajeno, y que los ladrones rapaces, no menos que los adúlteros e idólatras, están excluidos del reino de los cielos (1 Co 6, 9s). (Denzinger-Hünermann 3133. León XIII, Encíclica Quod Apostolici muneris, 28 de diciembre de 1878)
Papa Pío X
Considerar la “desigualdad” como sinónimo de “injusticia” no es un concepto católico
Le Sillon se esfuerza, así lo dice, por realizar una era de igualdad, que sería, por esto mismo, una era de justicia mejor. ¡Por esto, para él, toda desigualdad de condición es una injusticia o, al menos, una justicia menor! Principio totalmente contrario a la naturaleza de las cosas, productor de envidias y de injusticias y subversivo de todo orden social. ¡[…] Al enseñar, pues, que la justicia es compatible con las tres formas de gobierno conocidas, ensenaba que, en este aspecto, la democracia no goza de un privilegio especial. Los sillonistas, que pretenden lo contrario o bien rehúsan oir a la Iglesia o bien se forman de la justicia y de la igualdad un concepto que no es católico. (Pío X. Encíclica Notre charge apostolique, n. 21, 23 de agosto de 1910)
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