Estimado StilumCuriali, José Artuto Quarracino, a quien agradecemos de corazón, ofrece a su atención estas reflexiones sobre el pontífice reinante y su libre interpretación y tergiversación de la Palabra de Dios. Feliz lectura y circulación.
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Continúan las mentiras bíblicas del “Obispo” de Roma
En estos últimos meses se acrecienta la impresión que el actual Pontífice está dominado por el espíritu de la mentira cuando tiene que predicar sobre la Biblia en sus homilías y audiencias. Ya no lee ni interpreta la Sagrada Escritura, por el contrario, la deforma y tergiversa a más no poder. De tanto manoseo progresista con los Clinton, las Pelosi, los Biden, los Martin, los Hollerich, las Bonino, los Soros, etc. se ha alejado de san Ignacio de Loyola para convertirse en un Sai Baba vestido de blanco, al estilo sudaca. Frente a un laicado increíblemente pasivo, inerme, inerte y silencioso, con el argumento-excusa de que es la “autoridad última”.
En tres oportunidades hemos mostrado cómo don Jorge Mario Bergoglio deforma las Sagradas Escrituras en sus homilías y audiencias, distorsionando y falseando el texto bíblico y poniendo en boca de Nuestro Señor Jesucristo frases y palabras inexistentes, inventadas por el mismo pontífice[1]. Lo grave de esta forma de proceder es que no sólo afecta al texto bíblico en sí, sino que además muestra una actitud que bien se puede calificar de impía, ya que ataca a la Revelación divina misma, haciendo una libre interpretación de la misma, dejando de lado el sentido literal y el sentido espiritual de la misma, para introducir la ideología humanoide sin Dios que pretende imponer el satanismo globalista que impulsa, entre otros, el Foro Económico Mundial (Klaus Schwab), la Open Society Foundations (Soros) y el Concejo para el Capitalismo Inclusivo (baronesa Lynn Forester de Rothschild) para implantar un cristianismo globalista, cancelando y eliminando el bimilenario Magisterio eclesiástico, abandonando la Tradición (litúrgica y doctrinal) y, lo peor de todo, deformando y degradando la interpretación de la Sagrada Escritura, en el fondo prostituyéndola.
Es clarísima esta estafa doctrinal que hace el pontífice, al abordar la cuestión de los divorciados, ignorando totalmente la condena que hace el Señor de las relaciones sexuales extramaritales: en ningún pasaje de los cuatro Evangelios Nuestro Señor Jesucristo es “comprensivo e incluyente” con el tema de los divorciados, sino todo lo contrario, tal como estáescrito en el capítulo 10, versículos 1-9 del Evangelio según san Marcos: “Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ‘¿Puede el marido repudiar a la mujer?’. Él les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?’. Ellos le dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’”.
Y respecto al adulterio, dice Jesús en el Evangelio según san Lucas, capítulo 16, versículo 18: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio”. Y en el pasaje del capítulo 8 del Evangelio según san Juan, versículos 3-11 -el caso de la mujer adúltera (que la Tradición asocia a santa María Magdalena)- muestra en forma inequívoca que el Señor afirma claramente a la mujer “Vete, y en adelante no peques más”. Pero el ex Vicario de Cristo, por ejemplo, les dice a las prostitutas, travestis y trans que “Dios las quiere así como son” y las bendice, mostrándose más “misericordioso y comprensivo” (???) que Jesucristo, tal como lo ha afirmado un lacayo jesuita del pontífice en un artículo blasfemo totalmente repudiable[2].
Las mismas deformaciones tramposas de un texto bíblico se encuentra en las palabras que don Jorge Mario expresara en el Angelus del domingo 30 de junio ppdo., al “interpretar” el pasaje evangélico leído ese día que narra la curación de la mujer hemorroisa y la resurrección de la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 5, 21-43).
Comentando este texto, JMB dice que Jesucristo “desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que la impureza viene de un corazón impuro”. Dice que Dios no separa a los impuros de los puros, contradiciendo en especial el libro del Levítico, en el que el mismo Yahvé detalla a lo largo del texto todos los casos de impureza que tienen que ser limpiados-reparados antes de entrar en contacto con Él[3]. Es evidente que el “Obispo de Roma” se cree superior a Dios mismo, no tiene problema en tergiversar o deformar Sus palabras, para imponer su propia idea o, mejor dicho, sus propias elucubraciones ideologizadas. No tiene ningún problema en presentar un Dios a lo Sai Baba o a lo Deepak Chopra, que no existe en la Biblia, sino solamente en su imaginación. Dice falazmente que “incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte”.
O don Jorge Mario nunca leyó los primeros capítulos del libro del Génesis o miente alevosa y arteramente: frente al pecado de Adán y Eva Yahvé “les echó del jardín de Edén […]” (Gn 3, 23). Parece que tampoco leyó al profeta Isaías, cuando dice “Porque con fuego Yahvé va a juzgar y con su espada a toda carne, y serán muchas las víctimas de Yahvé” (Is 66. 16), o al profeta Ezequiel, cuando dice “17En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Yahvé: He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío” (Ez 34, 17).
Pero nuestro ilustre Obispo romano tampoco ha leído el Evangelio según San Mateo, o lo transforma porque carece de misericordia y contradice el mensaje bergogliano que “en la Iglesia tienen que estar todos, todos, todos”: “No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’” (Mt 7, 21-23). Evidentemente, don Jorge Mario y su piara cardenalicia deben creer que a Nuestro Señor Jesucristo le falta aprender mucho del “magisterio divino” de Bergoglio. Gracias a Dios, todavía está a tiempo, si se deja enseñar por el cardenal Víctor Manuel “sáname con tu boca y atraviésame con tu sable” Fernández, junto con la diva estadounidense James Martin SJ.
¿Cómo termina Bergoglio su novela interpretativa del pasaje evangélico marcano? Inventando que, después de tomar la mano de la niña muerta y ordenarle que se levante, Jesús dice: “¡Camina, ve hacia delante! ‘Señor, soy un pecador’ – “¡Sigue adelante, yo me hice pecado por ti, para salvarte!’ – ‘Pero tú, Señor, no eres un pecador’ – ‘No, pero yo sufrí todas las consecuencias del pecado para salvarte’. ¡Es hermoso esto!”. Lamentablemente, esto ya no es exégesis ni interpretación teológica, es simplemente delirium tremens.
Pero no contento con este desvarío, el Obispo romano termina disfrazándose de Sai Baba y diciendo: “¿Nos dejamos tocar por el Señor, por su Palabra, por su amor? ¿Entramos en relación con los hermanos ofreciéndoles una mano para levantarse o nos mantenemos a distancia y etiquetamos a las personas en base a nuestros gustos y a nuestras preferencias? Nosotros etiquetamos a las personas. Os hago una pregunta: Dios, el Señor Jesús, ¿etiqueta a las personas? Que cada uno responda. ¿Dios etiqueta a las personas? Y yo, ¿vivo constantemente etiquetando a las personas?”. Aquí surge la gran pregunta: ¿Bergoglio tampoco leyó el evangelio mateano, cuando etiqueta a los escribas y fariseos como “raza de víboras” (Mt 12, 34), “hipócritas”, “guías ciegos”, “sepulcros blanqueados” y “serpientes” (Mt 23, 13-33)?
Nuestro Señor Jesucristo se ha definido a sí mismo como Camino, Verdad y Vida. Lamentablemente, don Jorge Mario ha decidido seguir las “enseñanzas” del Padre de la Mentira, para desplazar y poner a un costado al Señor, y sentarse él mismo en el trono de Dios. ¿Con qué autoridad espiritual, moral y doctrinal pretende juzgar la fe de prelados ortodoxamente fieles a Dios que han ofrendado su vida al servicio del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia? Que Bergoglio y su piara cardenalicia se constituyan en jueces de Obispos probos como el obispo Joseph Edward Strickland o el arzobispo Carlo Maria Viganò, por ejemplo, es como que el Chapo Guzmán y el cartel de Sinaloa pretendan ser predicadores de la lucha contra el narcotráfico o consejeros espirituales de adictos a la cocaína.
José Arturo Quarracino
5 de julio de 2024
Bergoglio le mintió doblemente a su mamá, pues no se convirtió en un médico de almas sino en un asesino de almas.
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