R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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sábado, 14 de julio de 2018

San Buenaventura juzga las herejías de Bergoglio



            Doctor de la Iglesia.  Cardenal, general de la Orden Franciscana. Fiesta: 15 de Julio

 "El que con tantos esplendores de las cosas creadas no se ilustra, está ciego: el que con tantos clamores no se despierta, está sordo; el que por todos estos efectos no alaba a Dios, está mudo; el que con tantos indicios no advierte al primer Principio, es necio."

Denzingerbergoglio.com



… juzga la idea de que el Papa no debe juzgar (a un cura sodomita) que tiene Francisco
  • Fue precisa la muerte de los sodomitas para la restauración de la castidad en la tierra

Todos los sodomitas, hombres y mujeres, murieran en toda tierra, segundo enseña San Jerónimo sobre el Salmo: “Amanece la luz para el justo”, para mostrar que aquel que habría de nacer vendría para reformar la naturaleza y promover la castidad. (San Bonaventura. In Nativitate Domini. Sermon XXII, vol. IX, p. 123)

… juzga la idea que tiene Francisco de que los ortodoxos tienen la misión de predicar el Evangelio de Cristo

  • Negación que se origina en la ignorancia, la soberbia y la pertinacia

La controversia [con los griegos] surge la profesión de este artículo [de fe]. Y la profesión de este artículo proviene de la Iglesia Latina por una causa triple, a saber, por la verdad de fe, por la necesidad surgida del peligro [para la misma fe] y por la autoridad de la misma Iglesia. La fe lo imponía, la necesidad impuesta por el peligro era inminente para que no ocurriera que alguien lo negase —peligro en el cual cayeron los griegos—, y estaba también la autoridad de la Iglesia. Y por todo eso, debía ser expresado sin demora. Por otro lado, la negación de este artículo [por parte de los griegos] proviene de una triple causa, a saber, la ignorancia, la soberbia y la pertinacia. Ignorancia porque no entendieron la Escritura, ni tuvieron una conveniente razón para ello, ni una clara revelación. Soberbia, porque creyéndose muy sabios, no quisieron reconocer aquello que, no habiendo sido llamados, no había sido descubierto por ellos. Pertinacia, porque para no convencerse y no ser juzgados moviéndose irracionalmente, encontraron en sí razones contra la verdad, y por eso, se atrevieron a defender su sentencia y oponerse a la autoridad de la Iglesia Romana y, por este motivo, se volvieron herejes porque niegan una verdad de fe, y cismáticos porque se apartaron de la unidad de la Iglesia.(San Buenaventura. Comentario a las Sentencias de Pedo Lombardo, lib. 1, dist. 11, a. 1)

… juzga las ideas presentes en la Laudato Sí´

  • La consideración de las criaturas era para San Francisco ocasión de aumentar el amor a Dios que abrasaba su corazón, sirviéndose de ellas para subir hasta su Amado

¿Quién será capaz de describir la ardiente caridad en que se abrasaba Francisco, el amigo del Esposo? Todo él parecía impregnado –como un carbón encendido– de la llama del amor divino. Con sólo oír la expresión “amor de Dios”, al momento se sentía estremecido, excitado, inflamado, cual si con el plectro del sonido exterior hubiera sido pulsada la cuerda interior de su corazón. […] Mas para que todas las criaturas le impulsaran al amor divino, exultaba de gozo en cada una de las obras de las manos del Señor y por el alegre espectáculo de la creación se elevaba hasta la razón y causa vivificante de todos los seres. En las cosas bellas contemplaba al que es sumamente hermoso, y, mediante las huellas impresas en las criaturas, buscaba por doquier a su Amado, sirviéndose de todos los seres como de una escala para subir hasta Aquel que es todo deseable. Impulsado por el afecto de su extraordinaria devoción, degustaba la bondad originaria de Dios en cada una de las criaturas, como en otros tantos arroyos derivados de la misma bondad; y, como si percibiera un concierto celestial en la armonía de las facultades y movimientos que Dios les ha otorgado, las invitaba dulcemente –cual otro profeta David– a cantar las alabanzas divinas (Sal 148,1-14). (San Buenaventura. Legenda mayor, c. 9, n. 1)
  • La piedad que lo llevaba a amar todas las criaturas, le inclinaba sobre todo hacia la salvación de las almas redimidas por la sangre de Cristo

La verdadera piedad, que, según el Apóstol, es útil para todo (1 Tim 4,8), de tal modo había llenado el corazón y penetrado las entrañas de Francisco, que parecía haber reducido enteramente a su dominio al varón de Dios. […] Sin duda, la piedad lo inclinaba afectuosamente hacia todas las criaturas, pero de un modo especial hacia las almas, redimidas con la sangre preciosa de Cristo Jesús. En efecto, cuando las veía sumergidas en alguna mancha de pecado, lo deploraba con tan tierna conmiseración, que bien podía decirse que, como una madre, las engendraba diariamente en Cristo. (San Buenaventura. Leyenda mayor, c. 8, n. 1)
  • Todas las criaturas son reflejos de Dios, pero no en el mismo grado

Según el estado de nuestra naturaleza, como todo el conjunto de las criaturas sea escala para subir a Dios, y entre las criaturas unas sean vestigios, otras imagen, unas corporales, otras espirituales, unas temporales, otras eviternas, y, por lo mismo, unas que están fuera de nosotros y otras que se hallan dentro de nosotros, para llegar a considerar el primer Principio, que espiritualismo y eterno y superior a nosotros, es necesario pasar por el vestigio, que es corporal y temporal y exterior a nosotros, y esto es ser conducido por la senda de Dios; es necesario entrar en nuestra alma, que es imagen eviterna de Dios, espiritual e interior a nosotros, y esto es entrar en la verdad de Dios; es necesario, por fin trascender al eterno, espiritualismo y superior a nosotros mirando al primer Principio, y esto es alegrarse en el conocimiento de Dios y en la reverencia de la majestad. (San Buenaventura. Itinerario de la mente a Dios, c. I, n. 2)
  • San Buenaventura explica la jerarquía existente en lo creado: “las primeras son ciertamente inferiores, las segundas intermedias y las terceras mejores”

En el tercer modo, el aspecto del entendimiento que investiga racionalmente, ve que algunas cosas sólo existen; que otras existen y viven; que otras existen, viven y disciernen; y que las primeras son ciertamente inferiores, las segundas intermedias y las terceras mejores. Ve, en segundo lugar, que unas cosas son corporales, otras parte corporales y parte espirituales; de donde infiere que hay otras meramente espirituales, mejores y más dignas que entrambos. Ve además que algunas cosas son mudables y corruptibles, como las terrestres; que otras son mudables e incorruptibles, como las celestes; por donde colige que hay otras inmutables e incorruptibles, como las sobre celestes. (San Buenaventura. Itinerario de la mente a Dios, c. I, n. 13)
  • Todas las criaturas en el mundo sensible llevan a Dios, unos de forma más clara que otras

De los dos grados primeros que nos han llevado de la mano a especular a Dios en sus vestigios a modo de las dos alas que descendían cubriendo los pies, bien podemos colegir que todas las criaturas de este mundo sensible llevan al Dios Eterno el espíritu del que contempla y degusta, por cuanto son sombras, resonancias y pintura de aquel primer Principio, poderosísimo, sapientísimo y óptimo, de aquel origen, luz y plenitud eterna y de aquella arte eficiente, ejemplante y ordenante; son no solamente vestigios, simulacros y espectáculos puestos ante nosotros para cointuir a Dios, sino también signos que, de modo divino, se nos han dado; son, en una palabra, ejemplares o, por mejor decir, copias propuestas a las almas todavía rudas y materiales para que de las cosas sensibles que ven se trasladen a las cosas inteligibles como del signo a lo significado. (San Buenaventura. Itinerario de la mente a Dios, c. 2, n. 11)
  • San Buenaventura se refiere al ‘estado de retorno de inocencia primitiva’ de San Francisco como fruto de su piedad hacia Dios, que lo inclinaba de un modo especial a las almas redimidas por Cristo

La verdadera piedad, que, según el Apóstol, es útil para todo (1 Tim 4, 8), de tal modo había llenado el corazón y penetrado las entrañas de Francisco, que parecía haber reducido enteramente a su dominio al varón de Dios. Esta piedad es la que por la devoción le remontaba hasta Dios; por la compasión, le transformaba en Cristo; por la condescendencia, lo inclinaba hacia el prójimo, y por la reconciliación universal con cada una de las criaturas, lo retornaba al estado de inocencia. Sin duda, la piedad lo inclinaba afectuosamente hacia todas las criaturas, pero de un modo especial hacia las almas, redimidas con la sangre preciosa de Cristo Jesús. (San Buenaventura. Leyenda mayor de San Francisco, c. VIII, 1)
  • En Cristo está el efecto y la causa de la creación

Porque siendo la imagen una semejanza expresiva, nuestra alma, al contemplar en Cristo, Hijo de Dios e imagen de Dios invisible por naturaleza, nuestra humanidad, tan admirablemente exaltada y tan inefablemente unida; al ver, digo, en Cristo reducidos a unidad al primero y al último, al sumo y al ínfimo, a la circunferencia y al centro, al alfa y a la omega, al efecto y a la causa, al Creador y a la criatura, al libro escrito por dentro y por fuera, llegó ya a un objeto perfecto, para con Dios lograr la perfección de sus iluminaciones en el sexto grado, como en el sexto día. (San Buenaventura. Itinerario de la mente a Dios, c.VI, n.7)
  • El Verbo Divino es el prototipo del cual el ser humano fue producido por causalidad ejemplar

Somos semejanza expresa de Dios, semejanza según el orden de conveniencia, como el ejemplado se asemeja al Ejemplar. (San Buenaventura. II Sent., d.16, a.1, q.1)
  • Toda criatura es como una efigie de Jesús Cristo, la eterna Sabiduría

Porque, en verdad, las criaturas de este mundo sensible significan las perfecciones invisibles de Dios; en parte, porque Dios es el origen, el ejemplar y el fin de las cosas creadas y porque todo efecto es signo de la causa, toda copia lo es del ejemplar, todo camino lo es del fin al que conducen; en parte por representación propia, en parte por la prefiguración profética, en parte por operación angélica y en parte por institución sobreañadida. Y es que toda criatura, por su naturaleza, es como una efigie o similitud de la eterna Sabiduría; pero lo es especialmente aquella que, en la Sagrada Escritura, se tomó, por espíritu de profecía para prefigurar las cosas espirituales; mas especialmente aquellas criaturas en cuya figura quiso Dios aparecer por ministerio de los ángeles y, especialísimamente, por fin, aquella que quiso fuese instituida para significar, la cual no sólo tiene razón de signo común, sino también de signo sacramental. (San Buenaventura. Itinerario de la mente a Dios, c. II, 12)
  • Las cosas del mundo sensible llevan a trascenderlas y traspasarlas para llegar a Cristo, el sacramento escondido en Dios

En Jesucristo, maravillas que no teniendo en manera alguna semejantes en las cosas creadas, exceden toda perspicacia del humano entendimiento, esto es lo que le queda todavía: trascender y traspasar, especulando tales cosas, no sólo este mundo sensible sino también a sí misma, tránsito en el que Cristo es el camino y la puerta, la escala y el vehículo como propiciatorio colocado sobre el arca y sacramento escondido en Dios desde tantos siglos. (San Buenaventura. Itinerarium mentis in Deum. C.7, n.1)

… juzga la idea de que la Virgen María sería capaz de rebelarse contra Dios que tiene Francisco

  • La Santísima Virgen estuvo presente como mujer fuerte ante la Cruz

Ella pagó el precio [de la redención] como mujer fuerte y amorosa —especialmente cuando Cristo sufrió en la cruz para pagar ese precio, con objeto de purgarnos, lavarnos y redimirnos— la Santísima Virgen estuvo presente, aceptando y consintiendo con el designio divino. (San Buenaventura. Collatio de donis Spiritus Sancti, 6, 16)




 Papa León XIII, Satis Cognitum (# 9), 29 de junio de 1896: “Tal ha sido constantemente la costumbre de la Iglesia, apoyada por el juicio unánime de los Santos Padres, que siempre han mirado como excluido de la comunión católica y fuera de la iglesia a cualquiera que se separe en lo más mínimo de la doctrina enseñada por el magisterio auténtico”



"La senda que conduce a la vida perenne no es sino la que atraviesa el puente levantado por Cristo, que es la cruz, y que consiste en la lucha y en la victoria contra las perversas inclinaciones".

"La ayuda divina acompaña a quienes la piden de corazón, humilde y devotamente."
                          San Buenaventura

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