R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



♰♰♰

jueves, 29 de septiembre de 2022

🙏San Miguel defiéndenos de los vicios, la idolatría y la apostasía de Bergoglio que busca la perdición de las almas

                        

                              ‘¿Quién como Dios?’

Es una grito de guerra contra la idolatría,  contra las fuerzas demoniacas, contra la rebelión, contra la herejía, que proclama que por encima de Dios no hay nada ni nadie mas poderoso que El.


San Miguel remedio contra del Paganismo, la idolatría, la apostasía.



En el Monte Gargano San Miguel prometió la protección contra la invasión pagana de los pueblos cercanos

El Santuario del glorioso San Miguel Arcángel en la gruta del Monte Gargano es considerado uno de los más antiguos, célebres y devotos de todo el mundo. La Iglesia, para atestiguar este hecho histórico, marcó en el Calendario Litúrgico Universal la fiesta conmemorativa de esta Aparición el día 8 de mayo. En la fiesta de hoy 8 de Mayo celebramos al gran príncipe de las huestes celestiales, fiesta que fue extendida a la Iglesia universal por el Papa san Pío V.

Ya vemos porque los herejes modernistas la eliminaron del Misal Romano.


La aparición tuvo lugar en el año 490 en el sur de Italia, en el monte Gargano. Es el más antiguo santuario en Europa Occidental dedicado al Arcángel Miguel y ha sido un importante lugar de peregrinación desde la edad media.

-Ex 23:20
“He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Pórtate bien en su presencia y escucha su voz: no le seas rebelde, que no perdonara vuestras transgresiones, pues en el esta mi Nombre. si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios. Mi ángel caminara delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré. No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitaras su conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas. Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios”.

Imploremos que San Miguel Arcángel nos defienda  en esta lucha contra las herejías de Bergoglio que se levanta desafiante contra la Santa Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo violado el primer mandamiento y promoviendo la idolatría y el paganismo.
 
  
 
Muchos santos han visitado este monte sagrado entre ellos se pueden mencionar a san Francisco, el Padre Pío, San Antonio, San Agustín.
El Monte Gargano donde está este santuario, está cerca del convento de Nuestra Señora de Gracia, donde vivió y murió el célebre estigmatizado Santo Padre Pío de Pietrelcina.
 
 San Francisco de Sales, nos enseña que: "La veneración a San Miguel es el mas grande remedio en contra de la rebeldía y la desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad."
 
Dios ha prometido que nos guiara por medio de San Miguel Arcángel en la batalla final que estamos liberando contra la fuerza de los apostatas confiémonos a su poderosa protección pues Dios nos ha prometido la victoria final.

“En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo”. -Daniel 12:1
 
 

                                                        
 

Dom Prospero Gueranger:
ELOGIO. — Cuán hermoso eres oh Arcángel San Miguel, dando gloria al Señor cuyo enemigo derribaste. Tu mirada se dirige al trono de Dios cuyos derechos defendiste concediéndote la victoria. Tu grito ¿quién como Dios? electrizó a las legiones fieles y se trocó en tu nombre y tu corona. En la eternidad nos recordará siempre tu fidelidad y tu triunfo sobre el dragón. Entretanto, descansamos bajo tu custodia: somos leales servidores tuyos. 




PROTECTOR DE LA IGLESIA. — ¡Angel custodio de la Santa Iglesia! Ha llegado el momento de desplegar toda la fuerza de tu brazo. Satanás, amenaza furioso a la Esposa de tu Señor. Haz que brille tu espada y lánzate contra ese enemigo implacable y contra sus horrendos cohortes. El reino de Cristo se ha conmovido en sus cimientos. Pero si la tierra debe existir aún, si no se han cumplido los destinos de la Iglesia ¿no es tiempo, poderoso Arcángel, de mostrar al demonio que en la tierra no se ultraja impunemente a Aquel que la creó y la rescató y se llama Rey de Reyes y Señor de señores? El torrente del error y del mal no cesa de arrastrar hacia el abismo a la generación seducida; sálvala y destruye las malvadas conjuraciones de que es víctima. 
PROTECTOR DE LA BUENA MUERTE. — Eres el protector de nuestras almas en el momento de su  paso del tiempo a la eternidad. Durante nuestra vida tu mirada nos sigue y tu oído nos escucha. Te amamos, Príncipe inmortal, y vivimos felices y confiados a la sombra de tus alas. Pronto llegará el día en que, ante nuestros restos inanimados, la Iglesia nuestra Madre, pedirá para nosotros que seamos libres de las garras del león infernal y que tus manos poderosas nos reciban y nos eleven a la luz eterna. En espera de este momento solemne, vela Arcángel sobre tus devotos. El dragón nos amenaza y quisiera devorarnos. Enséñanos a repetir contigo: "¿Quién como Dios?" El honor de Dios, el sentimiento de sus derechos, la obligación de serle siempre fieles, de servirle, de confesarle en todos los tiempos y lugares serán el escudo y la armadura con que venceremos como tú venciste. Pero necesitamos algo de ese valor que tú sacabas del amor de que estabas lleno. Haz que amemos a nuestro común Señor y entonces seremos también invencibles como tú. Satanás no resiste a la criatura que está llena de amor de Dios y huye vergonzosamente de ella. El Señor te creó y tú le amaste como a tu Criador; a nosotros no sólo nos ha creado sino que nos ha rescatado con su propia sangre. ¿Cuál deberá ser, pues, nuestro amor para con él? Afianza ese amor en nuestros corazones; y puesto que combatimos en tu ejército, dirígenos, anímanos, sosténnos con tu mirada y detén los golpes de nuestro enemigo. En nuestra hora postrera estarás, así lo esperamos, a nuestro lado abanderado de nuestra salvación. En pago de nuestra devoción está presente en nuestro lecho y cúbrele con tu escudo. No abandones a nuestra alma cuando a ti se acoja. Llévala ante el tribunal de Dios, cúbrela con tus alas, disipa sus temores y que el Señor se digne mandarte transportarla con presteza a la región de las alegrías eternas.
 
 

 
LETANÍA DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL

Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)

Christe, eleison.
(Cristo, ten piedad)
Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)

Christe, audi nos.
(Cristo, óyenos)

Christe, exaudi nos
(Cristo, escúchanos)
Pater de caelis Deus, miserere nobis.
(Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros)
Fili Redemptor mundi, Deus, miserere nobis.
(Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros)
Spiritus Sancte, Deus, miserere nobis.
(Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros)
Sancta Trinitas, unus Deus, miserere nobis.
(Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros)

Sancta Maria, Regina Angelorum, ora pro nobis.
(Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros)

Sancte Michael Archangele, ora pro nobis.
(San Miguel Arcángel, ruega por nosotros)
Sancte Michael, sapientiae divinae fons abundans, ora pro nobis.
(San Miguel, fuente abundante de la sabiduría divina, ruega por nosotros)

Sancte Michael, divini Verbi adorator perfectissime, ora pro nobis.
(San Miguel, adorador pefectísimo del Verbo Divino, ruega por nosotros)

Sancte Michael, quem gloria et honore Deus coronavit, ora pro nobis.
(San Miguel, a quien coronó Dios de gloria y honor, ruega por nosotros)
Sancte Michael, caelestis exercitus princeps potentissime, ora pro nobis.
(San Miguel, príncipe poderosísimo del ejército celestial, ruega por nosotros)
Sancte Michael, Trinitatis sanctissimae signifer, ora pro nobis.
(San Miguel, portaestandarte de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros)
Sancte Michael, paradisi custos, ora pro nobis.
(San Miguel, guardián del Paraíso, ruega por nosotros)

Sancte Michael, dux et consolator populi Dei, ora pro nobis.
(San Miguel, caudillo y consolador del pueblo de Dios)
Sancte Michael, splendor et fortitudo militantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante, ruega por nosotros)
Sancte Michael, confortator prgantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, confortador de la Iglesia purgante, ruega por nosotros)

Sancte Michael, honor et gaudium triumphantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, honor y gozo de la Iglesia triunfante, ruega por nosotros)

Sancte Michael, lumen Angelorum, ora pro nobis.
(San Miguel, lumbrera de los Ángeles, ruega por nosotros)

Sancte Michael, praesidium orthodoxi populi, ora pro nobis.
(San Miguel, asilo del pueblo ortodoxo, ruega por nosotros)

Sancte Michael, sub signo Crucis militantium fortitudo, ora pro nobis.
(San Miguel, fortaleza de los que militan bajo el signo de la Cruz, ruega por nosotros)

Sancte Michael, lux et spes animarum in agone mortis, ora pro nobis
(San Miguel, luz y esperanza de las almas que están en agonía, ruega por nosotros)
Sancte Michael, auxilium tutissimum, ora pro nobis.
San Miguel, auxilio segurísimo, ruega por nosotros)
Sancte Michael, in adversitatibus nostris adiutorium, ora pro nobis.
(San Miguel, ayuda en nuestras adversidades, ruega por nosotros)

Sancte Michael, aeternarum sententiarum proclamator, ora pro nobis.
(San Miguel, proclamador de las sentencias eternas, ruega por nosotros)
Sancte Michael, consolator animarum in purgatorio languentium, ora pro nobis.
(San miguel, consolador de las almas del Purgatorio, ruega por nosotros)

Sancte Michael, animas electorum post mortem suscipiens, ora pro nobis.
(San Miguel, que recibes las almas de los elegidos cuando mueren, ruega por nosotros)
Sancte Michael, princeps noster, ora pro nobis.
(San Miguel, nuestro príncipe, ruega por nosotros)
Sancte Michael, defensor noster, ora pro nobis.
(San Miguel, defensor nuestro, ruega por nosotros)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, parce nobis, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, exaudi nos, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor)
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros)

V. Ora pro nobis, Sancte Michael Archangele.
(Ruega por nosotros, San Miguel Arcángel)

R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
(Para que seamos dignos de las promesas de Cristo)

Oremus. Domine Iesu Christe, benedictione perpetua sanctifica nos, et concede, per intercessionem sancti Michaelis illam sapientiam quae doceat nos thesaurizare thesaurum in caelis, et pro temporalibus, aeterna bona eligere. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. R. Amen
(Oremos. Señor Jesucristo, santifícanos con tu perpetua bendición y concédenos por intercesión de San Miguel aquella sabiduría que nos enseñe a acumular tesoros en el cielo y, en las cosas temporales, elegir los bienes eternos. Que vives y reinas por los siglos de los siglos, R. Amén.)




 Santo Tomás dijo: "Miguel es el aliento del espíritu del Redentor que al final del mundo combatirá y destruirá al Anticristo, como hizo con Lucifer al principio".



La Dedicación De San Miguel Arcángel. 29 De Septiembre

 


OBJETO DE LA FIESTA. — La dedicación de San Miguel, aunque es la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra cada año en honor del Arcángel, le es menos personal, porque en ella se celebra a la vez a todos los coros de la jerarquía angélica. En efecto, la Iglesia, por boca de Rabano Mauro, abad de Fulda, propone a nuestra meditación el objeto de la fiesta de este día en el himno de las primeras Vísperas:

En nuestras alabanzas celebramos
A todos los guerreros del cielo;
Pero ante todo al jefe supremo
De la milicia celestial:
A Miguel que, lleno de valentía,
Derribó al demonio(1)

1 Traducimos el texto primitivo conservado en el Breviario monástico, y no el reformado por Urbano VIII para el Breviario romano.

ORÍGENES DE LA FIESTA. — La fiesta del 8 de mayo nos trae a la memoria la aparición en el monte Gargano. En la Edad Media, sólo la ceiebraba la Italia meridional. La fiesta del 29 de septiembre es propia de Roma, pues recuerda el aniversario de la Dedicación de una basílica hoy desaparecida, situada en la Via Salaria, al Noreste de la Ciudad.

La dedicación de esta iglesia nos da la razón del título que hasta hoy conserva el Misal Romano para la fiesta de San Miguel: Dedicatio sancti Michaelis. El carácter primitivamente local de este título se fué atenuando poco a poco en los libros litúrgicos de las Iglesias de Francia o de Alemania, que en la Edad Media seguían la Liturgia romana: la fiesta llevaba entonces el título In Natale o In Veneratione sancti michaelis y, del título antiguo no quedaba ya más que el nombre del Arcángel.

EL OFICIO DE SAN MIGUEL. — El oficio tampoco podía conservar recuerdo de la dedicación: los oficios antiguos de las dedicaciones celebraban, en efecto, al santo en cuyo honor se consagraba una iglesia y no el edificio material en que era honrado. No tenían, pues, nada de impersonal, sino que, al contrario, revestían un carácter muy especificado.

El oficio de San Miguel puede contarse entre las más bellas composiciones de nuestra Liturgia. Nos hace contemplar unas veces al príncipe de la milicia celestial y jefe de todos los ángeles buenos, otras al ministro de Dios que asiste al juicio particular de cada alma finada, y otras al intermediario que lleva al altar de la liturgia celeste las oraciones del pueblo fiel.

EL ÁNGEL TURIFERARIO. — Las primeras Víspeperas empiezan con la antífona Stetit Angelus, cuyo texto se repite en el Ofertorio de la Misa del día: “El ángel se puso de pie junto al ara del templo, teniendo en su mano un incensario de oro, y le dieron muchos perfumes: y subió el humo de los perfumes a la presencia de Dios.” La Oración de la bendición del incienso en la Misa solemne nos da el nombre de este ángel turiferario: es “el bienaventurado Arcángel Miguel”. El libro del Apocalipsis, de donde están tomados estos textos litúrgicos, nos enseña que los perfumes que suben a la presencia de Dios, son la oración de los justos: “el humo de los perfumes encendidos de las oraciones de los santos subió de mano del ángel a la presencia de Dios”

EL MEDIADOR DE LA ORACIÓN EUCARÍSTICA.— Es también San Miguel quien presenta al Padre la oblación del Justo por excelencia, pues a Miguel se nombra en la misteriosa oración del Canon de la Misa, en la que la santa Iglesia pide a Dios que lleve la oblación sagrada, por manos del Angel santo, al altar sublime, a la presencia de la divina Majestad. Y, en efecto, llama poderosamente la atención el poderlo comprobar en los antiguos textos litúrgicos romanos: A San Miguel se le llama con frecuencia el “Santo Angel”: el Angel por excelencia.

Ahora bien, es muy probable que la revisión del texto del Canon, en el que el singular Angelí tui reemplazó al plural Angelorum tuorum, se terminase siendo pontífice el Papa Gelasio. Y, precisamente por el mismo tiempo, a fines del siglo v, fué cuando “el Angel” se apareció al Obispo de Siponto junto al monte Gargano.

VOCACIÓN CONTEMPLATIVA DE LOS ANGELES. — De manera que la Iglesia considera a San Miguel como el mediador de su oración litúrgica: está entre Dios y los hombres. Dios, que distribuyó con un orden admirable las jerarquías invisibles, emplea por opulencia en la alabanza de su gloria el ministerio de estos espíritus celestes, que están mirando continuamente la cara adorable del Padre y que saben, mejor que los hombres, adorar y contemplar la belleza de sus perfecciones infinitas. Mi-Ka-El: “¿Quién como Dios?” Expresa este nombre por sí solo, en su brevedad, la más completa alabanza, la adoración más perfecta, el agradecimiento más acabado de la superioridad divina, y la confesión más humilde de la nada de la criatura.

La Iglesia de la tierra invita también a los espíritus celestiales a bendecir al Señor, a cantarle, a alabarle, y a ensalzarle sin cesar. Esta vocación contemplativa de los ángeles es el modelo de la nuestra, como nos lo recuerda un bellísimo prefacio del sacramentarlo de San León: “Es verdaderamente digno… darte gracias, a ti, que nos enseñas por tu Apóstol que nuestra vida es trasladada al cielo; que con amor nos ordenas transportarnos en espíritu allá donde sirven los que nosotros veneramos, y dirigirnos a las cumbres que en la fiesta del bienaventurado Arcángel Miguel contemplamos con amor, por Jesucristo Nuestro Señor.”

AUXILIAR DEL GÉNERO HUMANO. — Pero la Iglesia sabe también que a estos divinos espíritus, entregados al servicio de Dios, les ha sido a la vez confiado un ministerio cerca de aquellos que tienen que recoger la herencia de la salvación, y así, sin esperar a la fiesta del 2 de octubre, consagrada de modo más especial a los Angeles custodios, desde hoy pide ya a San Miguel y a sus ángeles que nos defiendan en el combate3. Y pide, finalmente, a San Miguel que se acuerde de nosotros y ruegue al Hijo de Dios para que no perezcamos en el día terrible del juicio. El día temible del juicio, el gran Arcángel, abanderado de la milicia celestial, introducirá nuestra causa ante el Altísimo y nos hará entrar ^ en la luz santa.

PLEGARIA. — En la lucha contra los poderes del mal, podemos dirigir ya desde ahora al Arcángel, la oración de exorcismo que León XIII insertó en el Ritual de la Iglesia Romana:

“Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha contra los principados, potestades, jefes de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos. Ven en auxilio de los hombres, que Dios hizo a imagen y semejanza suya y rescató a alto precio de la tiranía del demonio.

“La Santa Iglesia te venera como custodio y patrón; Dios te confió las almas de los rescatados para colocarlas en la felicidad del cielo. Pide al Dios de la paz que aplaste al diablo debajo de nuestros pies para quitarle el poder de retener a los hombres cautivos y hacer daño a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones en la presencia del Altísimo para que lleguen cuanto antes las misericordias del Señor y para que el dragón, la antigua serpiente que se llama Diablo y Satanás, sea precipitado y encadenado en el infierno, y no seduzca ya jamás a las naciones. Amén.”

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

Las opiniones heréticas de Bergoglio contradicen las enseñanzas del Padre Pío

 




Mientras que el anti Papa Bergoglio enseña  la herejía blasfema del indiferentismo religioso: Bergoglio profesa la opinión herética de que tratar de convertir a ortodoxos es un "gran pecado contra el ecumenismo"


Bergoglio persigue a los Hijos espirituales del Padre Pío







El falso papa Bergoglio está llevando a las almas por el camino de perdición a la condenación eterna.





 Padre Pío combatió el comunismo mientras al falso papa Bergoglio desafiando la doctrina católica promueve el comunismo y el marxismo.




Del liberalismo nacen el socialismo y el co­munismo: son hijos suyos naturales (1937, Pío XI, enc. Divini Redemptoris).

El Padre Pío se convirtió en el principal oponente del partido comunista en  las elecciones en Italia después de la Segunda Guerra Mundial, cuando no era tan fuerte posibilidad de que el Partido Comunista ganaría en las urnas. Amonestaba a los peregrinos que visitaban el convento de San Giovanni Rotondo que no debían votar por los comunistas. De hecho, el partido Comunista culpó Padre Pío por su derrota en dos de las elecciones generales celebradas en la década de 1940.


El Padre Pío defendió el matrimonio sacramental, le negó la absolución a los adúlteros. Él dijo: “el divorcio es el pasaporte para el infierno”. 
El Padre Pío  combatió el pecado del adulterio y le negó la absolución a una mujer que vivía en amasiato lo que también es una condena  contra la herética Amoris Laetitia del anti Papa Bergoglio.

La herética Amoris Laetitia de Bergoglio promueve el adulterio, el divorcio  y las comuniones sacrílegas para adúlteros y parejas de homosexuales.

Adultera Jacqueline Lisbona :“Me dijo que fuera a tomar la comunión a otra parroquia”

  • El Padre Pío  se opuso al adulterio, al divorcio  y al sacrilegio.
“Si usted va a confesarse a otro sacerdote para que le de la absolución usted se va a ir al infierno con él”.

El heresiarca Bergogio celebra la herejía protestante y le rinde culto al heresiarca Lutero mientras que el Santo Padre Pío  sostuvo que Lutero está condenado en el Infierno.

  • “El Padre Pío dijo que Martin Lutero está en el Infierno y los que los siguen tendrán su mismo fin”.



martes, 20 de septiembre de 2022

La poderosa Coronilla en honor a San Miguel Arcángel








Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.  
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. 
Como era en el Principio, y ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén  
(Hacer Petición o Agradecimiento).


 Ofrecemos esta Corona por la protección de nuestros hogares y por la liberación y restauración de nuestros seres queridos.


Primera salutación
Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los Serafines, que Dios Nuestro Señor prepare nuestras almas para recibir dignamente en nuestros corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. Amén.


1 Padre Nuestro
3 Avemarías


Segunda salutación
 Por la intercesión de san Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de los Querubines, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y seguir el camino de la Perfección Cristiana. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías



Tercera salutación
 Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de los Tronos, que Dios Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de humildad. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías

Cuarta salutación
 Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de dominaciones, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar nuestras pasiones. Amén.
1 Padre Nuestro

3 Avemarías 



Quinta salutación 
Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de Potestades, que Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías



Sexta salutación
Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de las Virtudes, que Dios Nuestro Señor nos libre de todo mal y no nos deje caer en la tentación. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías

Séptima  salutación 

Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de los Principados, que Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de obediencia. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías

Octava salutación
 Por la intercesión de San Miguel Arcángel  y del Coro Celestial de Los Arcángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías

Novena  salutación
 Por la intercesión de San Miguel y del Coro Celestial de los Ángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. Amén.
1 Padre Nuestro
3 Avemarías


A continuación se rezan cuatro Padre Nuestro

En honor a San Miguel.   (1 Padre Nuestro)
En honor a San Gabriel.  (1 Padre Nuestro)
En honor a San Rafael.    (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda.  (1 Padre Nuestro)

 Se  concluye con la antífona y oración final:

Antífona 
Oh glorioso Príncipe, san Miguel, jefe principal de la milicia celestial, guardián fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el palacio del Rey Divino, sois nuestro admirable guía y conductor. Vos que brilláis con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal. Con plena confianza recurrimos a vos. Asistidnos con vuestra afable protección; para que seamos más y más fieles al servicio de Dios, todos los días de nuestra vida.

V. Rogad por nosotros, O Glorioso San Miguel,
Príncipe de la Iglesia de Jesucristo….
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.


Omnipotente y Eterno Dios, os adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa bondad, y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al Glorioso Arcángel, San Miguel, como Príncipe de Vuestra Iglesia.
Humildemente os suplicamos, Padre Celestial, que nos libréis de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. Oh Dios y Señor Nuestro, guiadnos por medio de este mismo Arcángel. Enviadle que nos conduzca a la Presencia de Vuestra Excelsa y divina Majestad. Os lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.



Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: 
• Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión.  
• Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte.  
• Aun mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

jueves, 15 de septiembre de 2022

La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se originó en Colonia en el siglo XV como respuesta a los herejes protestantes husitas

 

Santoral del 13 de septiembre: Nuestra Señora de los Dolores



«Una espada atravesará tu alma…» 

La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores fue instituida por un sínodo provincial de Colonia en 1413 como respuesta a los herejes  protestantes husitas.

La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Otro Testimonio de la antigüedad de esta devoción es el Stabat Mater, atribuido al Beato Jacopone da Todi (1230-1306).

En 1233 se fundó la Orden de los frailes “Siervos de María”, que contribuyó en gran medida a la difusión del culto a Nuestra Señora de los Dolores.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.


La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.

En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.



La Iglesia siempre ha enseñado que la Virgen es Corredentora.

Extracto del Año  Litúrgico: 

DOS FIESTAS DE NUESTRA SEÑORA: LA NATIVIDAD Y LOS SIETE DOLORES. — Después de dedicar, el último recuerdo a la infancia de María y cerrar esta alegre Octava de la Natividad, he aquí que la Iglesia, sin transición, nos propone meditar hoy sobre los dolores que marcarán su vida de Madre del Mesías y de Co-Reparadora del género humano. En los días de la Octava, no venía a la mente la idea del sufrimiento, ya que entonces considerábamos la gracia, la belleza de la niña que acababa de nacer; pero, si nos hicimos la pregunta: “¿Qué será esta niña?” al instante habremos comprendido que, antes de que todas las naciones la proclamasen un día bienaventurada, María tenía que padecer con su Hijo por la salvación del mundo.

EL SUFRIMIENTO DE MARÍA. — A través de la voz de la Liturgia, Ella misma nos invita a considerar su dolor: “Oh vosotros todos los que pasáis por el camino, mirad, ved y decid si hay dolor semejante a mi dolor… Dios me ha puesto y como fijado en la desolación”. El dolor de la Santísima Virgen es obra de Dios; al predestinarla para ser la Madre de su Hijo, Dios la unió indisolublemente a la persona, a la vida, a los misterios, al sufrimiento de Jesús, para ser en la obra de la redención su fiel cooperadora. Entre el Hijo y la Madre tenía que haber comunidad perfecta de sufrimiento. Cuando ve una madre padecer a su hijo, ella padece con él y siente de rechazo todo lo que él padece; lo que lo que Jesús padeció en su cuerpo, María lo padeció en su corazón, por los mismos fines y con la misma fe y el mismo amor. “El Padre y el Hijo en la eternidad participan de la misma gloria, decía Bossuet; la Madre y el Hijo, en el tiempo participan de los mismos dolores. El Padre y el Hijo gozan de una misma fuente de felicidad; la Madre y el Hijo beben del mismo torrente de amargura. El Padre y el Hijo tienen un mismo trono; la Madre y el Hijo, una misma cruz. Si a golpes se destroza el cuerpo de Jesús, María siente todas las heridas; si se le taladra la cabeza a Jesús con espinas, María queda desgarrada con todas sus puntas; si se le ofrece hiél y vinagre, María bebe toda su amargura; si se extiende su cuerpo sobre una cruz, María sufre toda la violencia”.


CONDOLENCIA. — A esta comunidad de sufrimientos entre el Hijo y la Madre, se la da el nombre de Condolencia. Condolencia es el eco fiel y la repercusión de la Pasión. Condolerse con alguno, es padecer con él, es sentir en el corazón, como si fuesen nuestras, sus penas, sus tristezas, sus dolores. De ese modo la Condolencia fué para la Santísima Virgen la participación perfecta en los dolores y en la Pasión de su Hijo y en las disposiciones que en su sacrificio le animaban.


POR QUÉ PADECE MARÍA. — Parecería que no debía haber padecido la Santísima Virgen, ya que fué concebida sin pecado y no conoció nunca el menor mal moral. El padecer tiene que ser un gran bien, porque Dios, que tanto ama a su Hijo, se le entregó como herencia; y como, después de su Hijo, a ninguna criatura ama Dios más que a la Santísima Virgen, quiso también darla a ella el dolor como el más rico presente. Además convenía que, por la unión que tenía con su Hijo, pasase Nuestra Señora, a semejanza de él, por la muerte y por el dolor. De alguna manera era eso necesario para que aprendiésemos nosotros, de uno y de otro, cómo debemos aceptar el dolor que Dios permite para nuestro mayor bien. María se ofreció libre y voluntariamente y unió su sacrificio y su obediencia al sacrificio y a la obediencia de Jesús, para así llevar con él todo el peso de la expiación que la justicia divina exigía. Hizo bastante más que compadecerse de todos los dolores ¿e su Hijo; tomó parte realmente en la pasión con todo su ser, con su corazón y con su alma, con amor ferventísimo y con tranquilidad sencilla; padeció en su corazón todo lo que Jesús podía padecer en su carne, y hasta hay teólogos que opinaron que Nuestra Señora sintió en su cuerpo los mismos dolores que su Hijo en el suyo; podemos creer, en efecto, que María tuvo ese privilegio con el que fueron distinguidos algunos Santos.

(...)

MARÍA CORREDENTORA. — ¡ Oh, qué grande es entre las criaturas nuestra Judit! “Dios, habla el P. Faber, se diría que escogió lo más incomunicable de sus indivisibles atributos para comunicárselos a María de modo tan misterioso. Ved cómo la dió parte en la ejecución de los eternos designios del universo, del que fué en cierto sentido como causa y dechado. La cooperación de la Santísima Virgen en la salvación del mundo, nos ofrece un nuevo aspecto de su grandeza. Y, a la verdad, ni la Inmaculada Concepción de María Santísima, ni su Asunción gloriosa, nos darán concepto más alto que este apelativo de corredentora. «Sus dolores no eran absolutamente necesarios a la redención, pero, conforme a los designios de Dios, eran indispensables, por cuanto pertenecen a la integridad del plan divino. ¿No son, por ventura, los misterios de Jesús, misterios de María y viceversa? Parece cierto que todos los misterios de Jesús y todos los de María, ante Dios, no eran más que un solo misterio. Jesús es el dolor de María siete veces repetido, siete veces aumentado. En las horas largas de la Pasión, la ofrenda de Jesús y la de María estaban como fundidas en una sola; aunque diferentes esas ofrendas, es claro, por su dignidad y su valor, se ofrecían con disposiciones semejantes y como en un solo haz, exhalando un mismo aroma y consumidas por un mismo fuego; oblación simultánea que dos corazones sin mancha hacían al Padre por los pecados de un mundo culpable cuyos deméritos libremente habían tomado sobre sí”.

Sepamos juntar nuestras lágrimas con los tormentos de la gran Víctima y con las lágrimas de María. Conforme lo hayamos hecho en la vida presente, así podremos gozarnos en el cielo con el Hijo y con la Madre; si nuestra Señora es hoy reina del cielo y soberana del mundo, como canta el Versículo, no hay ningún elegido cuyos recuerdos dolorosos se puedan comparar con los suyos. Sigue al Gradual el patético lamento del Stabat Mater, que se atribuye al beato Jacopone de Todi, franciscano; en esa pieza encontramos una bella fórmula de oración y de reverencia a la Madre de los Dolores.


La Virgen María se le presentó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) y le comunicó lo siguiente: “Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos…Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.


La Madre de Dios prometió, a través de la Santa, que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.


San Alfonso María Ligorio cuenta que Nuestro Señor reveló a Santa Isabel de Hungría que El concedería cuatro gracias especiales a los devotos de los dolores de Su Madre Santísima:


1. Aquellos que antes de su muerte invoquen a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecta de todos sus pecados.


2. Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.


3. Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.


4. Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.



El Papa Benedicto XIII. El 26 de septiembre de 1724, concedió una indulgencia de doscientos días por cada Padre Nuestro y cada Avemaría a aquellos que, con sincera contrición y habiendo confesado o con la firme intención de confesar sus pecados, reciten la Corona o Rosario de los Siete Dolores de María en cualquier momento. Viernes, o en cualquier día de Cuaresma, en el Festival de los Siete Dolores, o dentro de la Octava; y cien días cualquier otro día del año.

Clemente XII. El 12 de diciembre de 1734, confirmó estas indulgencias y, además, concedió:

1. Una indulgencia plenaria para aquellos que hayan rezado esta Coronilla durante un mes todos los días: Confesión, Comunión y Oraciones por la Iglesia, como de costumbre.

2. Una indulgencia de cien años a todos los que lo reciten en cualquier día, habiendo confesado sus pecados, con sincero dolor, o al menos con el firme propósito de hacerlo.

3. Ciento cincuenta años a quienes lo reciten los lunes, miércoles y viernes, y festivos de precepto, con confesión y comunión.

4. Indulgencia plenaria una vez al año, en cualquier día, a quienes estén acostumbrados a recitarlo cuatro veces a la semana, a condición de la Confesión, Comunión y Recitación de la Coronilla el día de la Comunión.

5. Doscientos años de indulgencia para todos los que la reciten devotamente después de la Confesión; y a todos los que lo lleven consigo, y lo reciten con frecuencia, diez años de indulgencia cada vez que escuchen Misa, escuchen un sermón o reciten el Padre Nuestro, y siete Avemarías, realizarán cualquier obra de misericordia espiritual o corporal, en honor de nuestro Santísimo Salvador, la Santísima Virgen María, o cualquier Santo, su abogado.

Todas estas indulgencias fueron confirmadas por decreto del 17 de enero de 1747 y aplicadas a las almas del Purgatorio.

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