La antidoctrina anticatólica de Bergoglio está corrompiendo a la juventud. Bergoglio los está llevando a la apostasia y los está confirmando en la practica de los vicios.
En lugar de lograr el arrepentimiento de la juventud, la está conduciendo a la impenitencia final, que es un pecado imperdonable contra el Espíritu Santo que se opone a la santificación de las almas.
Don Bosco juzga las herejías de Bergoglio
San Juan Bosco…
juzga la idea del uso de la internet para la educación católica que tiene Francisco
Formar el corazón con las enseñanzas de la fe y el celo por la gloria de Dios
La infancia, la adolescencia, la juventud, son épocas de un extraordinario florecimiento de sentimientos y de afectos. El educador lo debe aprovechar. El corazón presenta sectores poco explorados, casi desconocidos. El centro del corazón, digamos, es el amor. Hay que purificar el amor, transformar la sentimentalidad humana en amor fino y sublime; en caridad, en caridad para con Dios y para con el prójimo. Refrenar la ira, ayudar al prójimo, sujetar la sensibilidad a la razón, a las enseñanzas de la fe, al celo por la gloria de Dios. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 411)
Sin la religión, no se consigue ningún fruto
Solo la religión es capaz de comenzar y acabar la gran obra de una verdadera educación. Sin religión no se consigue ningún fruto entre los jóvenes. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 428)
Mantener a los niños siempre ocupados con cosas buenas
La impureza es el vicio que más estragos ocasiona en la juventud. Moralidad: ¡he aquí lo que más importa! […] Es menester tener siempre ocupados a los muchachos. […] Si nosotros no los ocupamos, ellos se buscarán ocupación, y ciertamente con pensamientos y cosa no buena. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 429)
- Hay que desprenderse de lo terreno para elevarse al cielo
Hijos míos, desprendeos de lo terreno. Imitad a los pajarillos cuando quieren desanidar. Empiezan a salir al borde del nido, sacuden las alitas, intentan levantarse en los aires, hacen prueba de sus fuerzas. Así debéis hacer vosotros: sacudir un poco las alas para elevaros as cielo… Comenzad con cosas pequeñas, con las que son necesarias para la eterna salvación. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 412)
El mundo es muy ingrato
Jóvenes, acostumbraos a decir al demonio: ¡No puedo: tengo un alma sola! Esta es la verdadera lógica cristiana. Por eso, pureza de intención, hacer lo que agrada a Dios, obedecer a Dios. Es esta conveniencia: el mundo es muy ingrato; es imposible tenerlo contento; el mejor consejo que se puede dar es no esperar del mundo la recompensa, sino de Dios solo. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 410-411)
… juzga la idea de Francisco de no ser necesario decir los pecados en la confesión
El demonio procura que se oculten los pecados en la confesión
Ante todo, os recomiendo pongáis el mayor cuidado para no caer en pecado; y si por desgracia incurrís en alguno, no deis oído al demonio tentador; procurará lo ocultéis en la confesión. […] He querido deciros estas cosas para que nunca os dejéis engañar por el demonio, callando por vergüenza algún pecado en la confesión. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 826)
El demonio roba las almas de Dios para siempre, al ponerles gran vergüenza
No tengáis miedo de manifestar al confesor vuestros defectos o vuestras faltas. […] Nada, mis queridos hijos, os quite esta confianza: Ni la vergüenza, pues las miserias humanas bien sabemos que son miserias humanas, y ciertamente que no vais a confesaros para contar milagros. […] Ni el miedo de que el confesor pueda manifestar nada de lo oído en confesión; esto es un secreto terrible para él; la mínima venialidad manifestada bastaría para condenarlo al infierno. Ni el temor de que recuerdes después lo que le habéis confesado. […] Animo, pues, hijitos míos; no hagamos reír al demonio. Confesaos bien, diciéndolo todo. […] El lazo con el que comúnmente suele el demonio atrapar a los jóvenes es precisamente este: hacerles sentir gran vergüenza cuando tratan de confesar un pecado. Cuando impulsa a cometerlos, les quita entonces toda la vergüenza y les hace creer que son nonadas; pero después, cuando se trata de confesarlos, se la devuelve, aún más, se la aumenta y hace lo posible para meterles en la cabeza la idea de que el confesor se asombrará viéndolos tan caídos y perderá la estima en que los tenía. De esta manera intenta llevar siempre más las almas hacia el báratro de la eterna perdición. ¡Oh, cuántas almas, especialmente de jóvenes, roba el demonio a Dios, y con frecuencia para siempre! (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 527-528)
La vergüenza, en vez de llevar a la salvación, lleva a la perdición
Miré y vi [en un sueño] otros tres jóvenes en una postura espantosa. Tenía cada uno un gran mono sobre sus espaldas. Observé atentamente, y vi que los monos tenían cuernos. Cada una de aquellas terribles bestias, con las patas de delante sujetaban a los infelices por el cuello, estrechándoselo de tal manera, que tenían el rostro completamente congestionado, y los ojos, inyectados en sangre, casi saltándose de sus órbitas; con las patas de atrás les apretaban los muslos de tal manera, que apenas podían moverse, y con la cola, que era larguísima, les enredaban también las piernas, de modo que les era casi imposible el caminar. Esto significa que aquellos jóvenes, aun después de los ejercicios espirituales, están en pecado mortal: el demonio les aprieta el cuello, no dejándoles hablar cuando deben; infundiéndoles una vergüenza tal, que pierden la cabeza y no saben qué hacer. Esta vergüenza, en vez de llevarlos a la salvación, los lleva a la perdición. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 577-578)
Es necesario “labor, sudor y fervor” para quitar el demonio de la vergüenza
Pregunté qué debían hacer estos jóvenes para echar de sus espaldas tan horrible monstruo. El dijo de prisa: “Labor, sudor, fervor”. No entiendo, habla más claro. De nuevo repitió: “Labor, sudor, fervor”. […] “Entiendo materialmente las palabras, pero conviene que me des explicación de ellas”. “Labor in assiduis operibus; sudor in poenitentiis continuis; fervor in orationibus ferventibus”. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 578)
Gran número de cristianos se pierden eternamente por no haber declarado con sinceridad algunos pecados en la confesión
Yo os aseguro, jóvenes muy amados, que mi mano tiembla al escribir estos renglones ante la consideración del gran número de cristianos que se pierden eternamente por no haber declarado con sinceridad algunos pecados en la confesión. Si, por acaso, alguno de vosotros, repasando su vida anterior, recordase que ocultó algún pecado en sus confesiones o tuviera la más pequeña duda acerca de la validez de alguna de ellas, oiga lo que voy a decirle con el mayor encarecimiento: “Amigo, por amor de Jesucristo y por la preciosa sangre que derramó por salvarte, te suplico que arregles el estado de tu consciencia la primera vez que vayas a confesarte y expongas con sinceridad todo lo que amargaría tu alma si te hallaras en el momento de la muerte”. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 826)
Mayor es el número de los que se condenan confesándose que el de los que se condenan por no confesarse
He tenido un sueño. Muchísimas de las cosas vistas no pueden ser descritas, porque… para expresarlas no me bastan ni la inteligencia ni la palabra. […] Había cuatro jóvenes atados con gruesas cadenas y con candados en los labios. Los observé atentamente y los conocí. […] Yo, aturdido y apesadumbrado por aquellas rarezas, le pregunté por qué causa el candado apretaba los labios de aquellos tales. El me respondió: “¿Y no lo entiendes? Estos son los que callan”. “¿Pero, que callan?” “Callan”. Entonces comprendí que quería significar que callaban en la confesión. Son los que, aun interrogados por el confesor, no responden, o responden evasivamente, o contra la verdad. Responden que no, cuando es que sí. […] Tan así es que, en todo el mundo, es mayor el número de los que se condenan confesándose que el de los que se condenan por no confesarse, porque aun los más malos se confiesan alguna vez, pero muchísimos se confiesan mal. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 574.576-577)
El sacerdote debe ayudar a los penitentes a exponer el estado de sus consciencias
Quien por la Divina Providencia tenga el dificilísimo cargo de confesar jóvenes, humildemente le suplico me permita que, omitiendo otras muchas cosas, le haga, con el mayor respeto, las siguientes observaciones: […] Ayudadles a exponer el estado de su consciencia e instadles a frecuentar el santo sacramento de la penitencia. Este es el medio más seguro de tenerlos alejados del pecado. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, p. 827)
… juzga los métodos educativos de la juventud que tiene Francisco
La moderna pedagogía reduce la religión a puro sentimiento
Uno de los defectos o vicios de la moderna pedagogía es reducir la religión a un puro sentimiento. Por eso no quieren que se hable a los chicos de las verdades eternas ni que se los nombre siquiera la muerte, el juicio, y mucho menos el infierno. Hay que instruirlos a fondo y ponerlos en grado de continuar instruyéndose por sí mismos. Es necesaria la reforma de las costumbres. Esto no se logra sino repartiendo el pan de la divina palabra a los pueblos. Catequizad a los niños, inculcad el desapego de las cosas de la tierra. […] Todos los maestros expliquen y hagan estudiar el catecismo diocesano. Es de suma importancia. Dos veces al año verifíquese con toda solemnidad un examen de catecismo, y el que no apruebe, no sea admitido a los demás exámenes. Dense premios especiales a los que se distinguen en este examen. Y para asegurar mejor este estudio, llévese con particular cuidado el registro de las notas semanales y mensuales. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 421)
Sin la religión no se consigue ningún fruto entre los jóvenes
Sólo la religión es capaz de comenzar y acabar la gran obra de una verdadera educación. Sin religión no se consigue ningún fruto entre los jóvenes. Las almas juveniles, en el período de su formación, tienen necesidad de experimentar los benéficos efectos que se derivan de la dulzura sacerdotal. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 428)
La Eucaristía y la confesión son los sostenes de la juventud
El primer grado para educar bien a los jóvenes consiste en trabajar por que confiesen y comulguen con las debidas disposiciones. Estos sacramentos son los más firmes sostenes de la juventud. La frecuente confesión y comunión y la misa diaria son las columnas que deben sostener un edificio educativo del cual se quiere tener lejos el castigo y la amenaza. No obligar a los jóvenes la frecuencia de los sacramentos, no; sino animarlos y darles facilidad para que puedan aprovecharse de ellos. En ocasión de ejercicios espirituales, triduos, novenas, sermones, catecismos, etc., debe hacerse resaltar la belleza, la grandeza, la santidad de una religión que propone medios tan fáciles, tan útiles a la sociedad civil, a la tranquilidad del corazón, y a la salvación del alma como son los santos sacramentos. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 428-429)
Los educadores deben tener como fin la salvación de las almas
Razón y religión son los instrumentos de que debe hacer uso constante el educador, enseñarlos y practicarlos él mismo si quiere ser obedecido y obtener su fin. Este fin supremo consiste en tornar buenos a los jóvenes y salvarlos eternamente; todo lo demás: letras, ciencias, artes, oficios, se ha de considerar como medios.(San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 423-424)
Educador cristiano es el que encamina por la senda de la santidad
¿Cuál es la obligación del educador cristiano? Según el espíritu de Jesucristo y la plática de su moral, el educador, sea padre o maestro, evita dar a los niños que la Providencia le ha confiado esa educación viciada; debe encaminarlos inmediatamente por la senda de la santidad, cuyas guías son renuncia y generosidad. Para comunicarles el espíritu de sacrificio debe dirigir sus cuidados, sobre todo, a cultivar su razón y su voluntad, sin descuidar ningunas de las demás facultades. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 415)
Formar el corazón con el celo por la gloria de Dios
La infancia, la adolescencia, la juventud, son épocas de un extraordinario florecimiento de sentimientos y de afectos. El educador lo debe aprovechar. El corazón presenta sectores poco explorados, casi desconocidos. El centro del corazón, digamos, es el amor. Hay que purificar el amor, transformar la sentimentalidad humana en amor fino y sublime; en caridad, en caridad para con Dios y para con el prójimo. Refrenar la ira, ayudar al prójimo, sujetar la sensibilidad a la razón, a las enseñanzas de la fe, al celo por la gloria de Dios. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 411)
La instrucción debe comenzar por el conocimiento del fin
No hay instrucción verdadera sin que sea al mismo tiempo educación. La inteligencia es la luz que Dios nos ha dado para alumbrar nuestro camino. Es al mismo tiempo el grande instrumento para todo trabajo humano. Es lo que distingue al hombre del bruto. Es el reflejo de Dios. Conviene cultivarla y educarla debidamente. La instrucción camina paralela a la vida y al obrar humano, que comienza siempre, y debe comenzar, por el conocimiento del fin, para proceder luego a escoger y aplicar concretamente los medios que conducen al fin mismo. Este pensamiento es el que preside la formación intelectual. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 408-409)
No descuidar la facultad soberana, la voluntad
La sabiduría es el arte de gobernar la propia voluntad. La educación de la voluntad consiste ante todo en fortificarla, alejando de ella todos los impedimentos que puedan obstaculizarla en su recto ejercicio y dándole ocasiones y motivos para ejercitarse debidamente según su vida natural y sobrenatural. Todos o casi todos los educadores miran como el principal privilegio del niño el desarrollo de su inteligencia. Pero es una falta de prudencia ésta, porque desconocen o fácilmente pierden de vista la naturaleza humana y la recíproca dependencia de nuestras facultades. Dirigen todo esfuerzo a desarrollar la facultad cognoscitiva y el sentimiento, que errónea y dolorosamente confunden con la facultad de amar y en cambio descuidan completamente la facultad soberana, la voluntad, única fuente del verdadero y puro amor, de la cual la sensibilidad no es más que una especie de apariencia. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid,Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 413)
El niño, sobreexcitado por la cultura intensa, es juguete del maligno
La inteligencia y la sensibilidad, sobreexcitada por una cultura intensa, atraen todas las fuerzas del alma, absorben toda su vida y adquieren prematuramente una extrema vivacidad, unida a la más exquisita delicadeza. El niño así concibe rápidamente; su imaginación es ardiente y móvil; la memoria retiene con escrupulosa exactitud y sin esfuerzo los más pequeños detalles, dando origen al memorismo; la sensibilidad encanta a cuantos se le acercan. Pero todas estas brillantes cualidades esconden la insuficiencia más vergonzosa, la debilidad más fatal. El niño hoy, y, por desgracia, más tarde el joven, arrastrado por la prontitud de las concepciones, no sabe pensar ni obrar con criterio, le falta buen sentido, el tacto, la medida; en una palabra, el espíritu práctico. […] Demasiado somero para leer en el fondo de su alma, no ve más que la superficie, es decir, las conmociones pasajeras, y, apresurado a captar sus pequeños movimientos, cree haber decidido con firmeza lo que parece querer; incapaz de dominarse, se apresura a ponerlo en práctica. ¡Triste y ridículo juguete del espíritu maligno, que no cesa de engañarlo, suscitándole impresiones que él, pobre ciego, toma por propósitos firmes y largamente meditados! […] La virtud lo seduce, pero como repugna a la debilidad su naturaleza, interpreta esta repugnancia como voluntad contraria. Y cede. En vano caen las gracias más abundantes sobre su alma, porque no las sabe recoger; su conciencia es como un mar en borrasca, agitado sin cesar por las más contrarias corrientes. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 413-414)
Todo debe concurrir para la formación de la conciencia
Formación de la conciencia que es como decir formar en los alumnos ese intelecto práctico que conoce la ley moral y a su luz valúa cada acción, descubriendo su consonancia o discrepancia con dicha ley y obrando en conformidad con ella. Todo debe concurrir a esto: lecturas, conversaciones, coloquios, clases, pláticas, conferencias, públicas y privadas han de mirar a insinuar en las inteligencias el recto juicio acerca de las cosas y de las acciones de la vida. Deben aprender a huir del mal y hacer el bien no por temor o miramiento al hombre, sino por amor a Dios; no por el premio o castigo del superior, sino por deber de conciencia. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 410-411)
Moralidad: ¡he aquí lo que más importa!
La impureza es el vicio que más estragos ocasiona en la juventud. Moralidad: ¡he aquí lo que más importa! […] Es menester tener siempre ocupados a los muchachos. […] Si nosotros no los ocupamos, ellos se buscarán ocupación, y ciertamente con pensamientos y cosa no buena. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 429)
La educación física es importante para hacer del cuerpo colaborador del espíritu
Jamás perderá su actualidad el conocido programa de la antigüedad greco-romana: Mens sana in corpore sano. Y debe entenderse en un sentido integral: lograr una justa colaboración entre los dos constitutivos del hombre. Hacer del cuerpo un digno colaborador del espíritu para la gloria de Dios y el bien del prójimo. […] Convenientísima y hasta necesaria es la educación física, pero no se la debe convertir en un mero ejercicio mecánico ni en un mero conjunto de movimientos más o menos acompasados, sino que ha de ser una disciplina, un perfeccionamiento en todo sentido, también en el estético. La agilidad y robustez del cuerpo para que sirva mejor al alma y a la vida social. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 406)
Los juegos que apasionan por intereses materiales no son recomendables
El juego está hecho para descansar y aventar malos humores. Por eso no son recomendables los juegos sedentarios, ni los que exigen demasiado cálculo, ni los que apasionan por intereses materiales. […] Debe prohibirse todo juego que incluya peligro de ofender a Dios, causar daño al prójimo y hacerse mal a sí mismo. (San Juan Bosco. Biografía y escritos. 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 406-407)
En los años de la juventud el hombre debe habituarse al trabajo
El hombre, queridos hijos, ha nacido para trabajar. Adán fue colocado en el paraíso terrenal para que lo cultivase. El Apóstol San Pablo dice: “No merece comer quien no quiere trabajar: Si quis non vult operari, nec manducet (cf. 2 Ts 3, 10). Por trabajo se entiende el cumplimiento de los propios deberes, ya de estudio, ya del arte, u oficio. Trabajadores somos todos. Recordad que, mediante el trabajo, podéis haceros beneméritos de la sociedad, de la religión, y hacer el bien a vuestras almas, especialmente si ofrecéis a Dios las ocupaciones de cada día. […] Recordad que vuestra edad es la primavera de la vida. El que no se habitúa al trabajo durante la juventud, por lo regular será un holgazán hasta la vejez, para deshonra de la patria y de sus parientes, y quizá con irreparable daño para su propia alma, porque el ocio trae consigo toda clase de vicio. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 489)
Del temor de Dios depende todo nuestro bien
Recordad, queridos jóvenes, que hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios, nuestro Creador, y que de nada nos servirá toda la ciencia del mundo y todas las riquezas del universo sin el temor de Dios. De este santo temor depende todo nuestro bien temporal y eterno. Para mantenernos en el temor de Dios nos sirven la oración, los sacramentos y la palabra de Dios. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 489-490)
Las virtudes son el mejor ornamento de un joven
Recordad, queridos jóvenes, que sois la delicia del Señor. Feliz el que comienza desde pequeño a observar la ley de Dios. Dios merece ser amado, porque nos ha creado, nos ha redimido, nos conserva y nos ha hecho y nos hace innumerables beneficios, y tiene un gran premio reservado a quien guarda su ley. La caridad es la que distingue a los hijos de Dios de los hijos del demonio y del mundo. El que da buenos consejos a sus compañeros hace una grande obra de caridad. Obedeced a vuestros superiores, según el mandato de Dios, y todo saldrá bien. Las virtudes que forman el mejor ornamento de un joven cristiano son la caridad, la pureza, la humildad y la obediencia. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 416)
Desde pequeño, caminar por la senda de la virtud
¡Qué difícil es desarraigar un vicio que haya echado raíces en la juventud! […] Esfuércese cada uno por adquirir hábitos buenos, porque de esta manera le será fácil practicar la virtud. Los hábitos formados en la juventud, generalmente duran toda la vida: si son buenos, nos conducen a la virtud y nos dan seguridad moral de salvación eterna. La Historia enseña que en todo tiempo fue amada la virtud y venerados y honrados los que la practican; el vicio, al contrario, fue siempre reprobado, y fueron despreciados los viciosos. Esto debe servirnos de acicate para huirlo constantemente y practicar la virtud. El que quiera ser grande debe comenzar desde pequeñito a caminar valientemente por la senda de la virtud. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 416)
El cristiano debe procurar conocer la voluntad divina
Hijos míos: Dios, en sus eternos consejos, ha destinado a cada uno de vosotros una condición de vida con sus gracias correspondientes. Como en cualquier otra circunstancia, también en ésta, que es capitalísima, el cristiano debe procurar conocer la voluntad divina, imitando a Jesucristo, que protestaba haber venido a la tierra, únicamente para cumplir la voluntad de su Eterno Padre. Importa, pues, muchísimo, amados míos, que procuréis ver bien claro, para no empeñaros en ocupaciones a que el Señor no os destina. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 422)
Desprendeos de lo terreno para elevaros al cielo
Hijos míos, desprendeos de lo terreno. Imitad a los pajarillos cuando quieren desanidar. Empiezan a salir al borde del nido, sacuden las alitas, intentan levantarse en los aires, hacen prueba de sus fuerzas. Así debéis hacer vosotros: sacudir un poco las alas para elevaros as cielo… Comenzad con cosas pequeñas, con las que son necesarias para la eterna salvación. (San Juan Bosco. Biografía y escritos, 2 ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 412)
El mundo es muy ingrato
Jóvenes, acostumbraos a decir al demonio: ¡No puedo: tengo un alma sola! Esta es la verdadera lógica cristiana. Por eso, pureza de intención, hacer lo que agrada a Dios, obedecer a Dios. Es esta conveniencia: el mundo es muy ingrato; es imposible tenerlo contento; el mejor consejo que se puede dar es no esperar del mundo la recompensa, sino de Dios solo. (San Juan Bosco. Biografía y escritos. 2 ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967, p. 410-411)
⚠️ La secta bergogliana que se ha tomado ilicitamente el control de la Iglesia está reemplazando la orden salesiana con una secta apóstata satánica diabólica.