"La Iglesia no va a ser rescatada de la actual crisis por los obispos, ni los sacerdotes, ni los religiosos, sino por los laicos" Arzobispo Fulton Sheen.
Hermanos Laicos, como afirmó el Arzobispo Fulton Sheen, Dios en los últimos tiempos nos va a encargar su Iglesia a nosotros, así como el Sanedrín crucificó a Jesucristo, la Jerarquía apóstata será quien crucifique el cuerpo místico de la Iglesia.
Las estrellas que pierden su brillo representa a los Sacerdotes corruptos, que perderán la verdadera fe católica dejándose arrastrar por la cola del Dragón.
« El vehículo semántico y operativo del poder del Anticristo no transcurre por vías materialistas o anticristianas, sino por la corrupción religiosa; Cristo es perseguido por la (corrupción del) cristianismo y por la propia Iglesia degradada» Los Tres Diálogos sobre la guerra, la moral y la religión (1), última obra escrita por Soloviev (1853-1900)
Por eso Dios a los labradores malos los ha rechazado para que el último llamado de arrepentimiento lo hagamos nosotros, un "evangelio" que no llame a la conversion como el que predica Bergoglio no viene de Dios, sino del demonio. El Anticristo tergiversará las enseñanzas de los Evangelios a través de su nueva doctrina y falsa misericordia niega la Ley de Dios.
Los profanadores de la Eucaristía y los apostatas como explicó Emmerich fue lo que hizo sudar Sangre a Jesús en el huerto de los Olivos.
Padre Paul Kramer explicó :
Ana Catalina Emmerich, la monja agustina estigmatizada, describió la iglesia falsificada, a la que ella llamó “La falsa iglesia de las tinieblas”. Los errores de la ortodoxia y del protestantismo serán adoptados por esa falsa iglesia ; esa será una iglesia ecuménica porque el anti-Papa será reconocido por el mundo – no por los fieles, sino por el mundo – por el mundo secular y los gobiernos seculares. El anti-Papa será reconocido como el Papa legítimo de la “iglesia”, y cabeza legítima del Estado Vaticano. Esa “Iglesia” estará unida con todas las falsas religiones. Estas se unirán bajo la universalidad del paraguas masónico. De esa heterogénea unión ecuménica se establecerá la religión del supuesto mundo civilizado. Así será como entraremos en el tiempo de la gran persecución tal como el mundo nunca ha visto.
Persecución como nunca antes En nombre de la “civilización del amor”, “en nombre de la “unidad”...
Dios dejará todavía algunos sacerdotes buenos, pero ellos sufrirán mucho por defender la Iglesia, por eso Dios utilizará el brazo seglar que somos nosotros.
La confrontación de las dos mujeres del Apocalipsis. El Dragón y su generación perseguirá a quienes permanezcamos fieles a Jesucristo. Por eso la Iglesia tiene que huir al desierto donde será alimentada por Dios. Solo pueden asistir a las Iglesias donde se encuentren defendiéndola santos sacerdotes, huyan de todos los que abiertamente apoyan a Bergoglio. Como los estudiosos de Fátima anunciaban la gran apostasía liderada por la Jerarquía corrupta que comete adulterio con el mundo.
La Manifestación del hombre de pecado tendrá un poder seductor diabólico que engañará a quienes van a la condenación. Todo los que idolatren y honre al falso profeta Bergoglio se perderá eternamente.
9 En cuanto a ese malvado, vendrá con la ayuda de Satanás; llegará con mucho poder, y con señales y milagros falsos. 10 Y usará toda clase de maldad para engañar a los que van a la condenación, porque no quisieron aceptar y amar la verdad para recibir la salvación. 11 Por eso, Dios deja que el error los engañe y que crean en la mentira, 12 a fin de que sean condenados todos los que no han querido creer en la verdad, sino que se complacen en la maldad. 2 Tesalonicenses 2
La Virgen en la Salette nos hace un llamado a los discípulos de los últimos tiempos a combatir. Quienes lucharemos por defender los derechos de Dios. Cuando todo parezca todo perdido Dios intervendrá.
La Virgen lo advierte en la aparición del Buen Suceso que los que deberían hablar callarán. Esto representa la negación de Pedro.
LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA
Profecías de Ana Catalina Emmerich
«He visto personas de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia... (AA.III.113)»
«¡Vosotros sacerdotes, que no os movéis! ¡Estáis dormidos y el redil arde por todos lados! ¡No hacéis nada! ¡Como llorareis por eso un día! ¡Si tan solo hubierais dicho un Pater! (...) ¡Veo tantos traidores! No soportan que se diga : «esto va mal». Todo está bien a sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo! (AA.III.184)
«He visto personas de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia... (AA.III.113)»
«¡Vosotros sacerdotes, que no os movéis! ¡Estáis dormidos y el redil arde por todos lados! ¡No hacéis nada! ¡Como llorareis por eso un día! ¡Si tan solo hubierais dicho un Pater! (...) ¡Veo tantos traidores! No soportan que se diga : «esto va mal». Todo está bien a sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo! (AA.III.184)
En esta batalla no hay término medio como advirtió Sor Lucia de Fátima o estamos con Dios o se está con el Demonio.
«La Santísima Virgen (...) me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva es una batalla final, en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del demonio; no hay término medio.»La Hermana Lucía de Fátima, en una entrevista con el P. Fuentes, 26 de diciembre de 1957.
“La negativa de tomar partido en las grandes cuestiones morales es en sí misma una decisión. Se trata de un consentimiento silencioso al mal. La tragedia de nuestro tiempo es que los que todavía creen en la honestidad carecen de fuego y convicción, mientras que los que creen en la deshonestidad están llenos de apasionada convicción.”― Arb. Fulton J. Sheen
Ana Catalina de Emmerich explica que somos los laicos quienes ayudaremos a trasladar la Iglesia al desierto fuera de Roma Pagana, entre nuestro grupo se encuentras los 12 apóstoles del futuro, que son 12 hombres laicos que ayudaran a un hombre bajito a cargar la Iglesia.
LOS DOCE APÓSTOLES FUTUROS
Profecías de Ana Catalina Emmerich
Del lado oriental de esta iglesia avanzó con un esplendor infinito una figura sacerdotal: era como si fuera el Señor. Pronto se mostraron alrededor de el doce hombres luminosos y alrededor de estos muchos más todavía. Entonces salió de la boca del Señor un pequeño cuerpo luminoso que, habiendo salido, se hizo cada vez más grande y con una forma más definida, después, repitiéndose de nuevo, entró como una figura de niño resplandeciente en la boca de los doce que rodeaban al Señor, después en la de los demás. No era la escena histórica del Señor haciendo la cena con los discípulos, tal como la vi el jueves santo, sin embargo lo que vi me la recordó. Aquí todos eran luminosos e irradiantes, era un oficio divino, era como una solemnidad eclesiástica.
Vi la fiesta eclesiástica llegar a su fin y eso fue par mi como si hubiera visto allí a esos hombres que iban a despertar y animar de un fervor nuevo el sentimiento adormecido del admirable misterio de la presencia de Dios multiplicándose sobre la tierra. (AA.II.425)
Los sacerdotes estaban sumidos en un profundo sueño y lo que hacían me parecía semejante a telas de araña. Por varios lados la malicia, la astucia y la violencia tomaban tal crecimiento que se traicionaban a si mismas. Vi a algunas personas perder sus lugares que eran tomados por otros, y todo un encadenamiento de infamias descendiendo de arriba hacia abajo hacia el mundo.
Entonces vi a un grupo de hombres que avanzaban por una gran pradera que veía a cierta distancia. Uno de ellos se elevaba por encima de todos los demás. Eran una centena al menos. Me preguntaba si sería el lugar donde el Señor dio de comer a siete mil hombres.
El Señor vino a mi encuentro con todos sus discípulos y eligió doce de entre ellos. Vi como ponía los ojos en uno y en otro. Los reconocí a todos: los viejos llenos de simplicidad y los jóvenes robustos con tez curtida. Vi también como Él les enviaba a lo lejos en todas direcciones, y los seguía con la mirada en sus caminatas lejanas entre las naciones. Y como yo me decía: «¡ay! ¿qué puede hacer un tan pequeño número de hombres entre las multitudes innumerables?» el Señor me dijo aproximadamente: «Su voz se hace oír a lo lejos por todos los lados. Así, ahora todavía, varios son enviados; cualesquiera que sean, hombres y mujeres, pueden lo mismo. Mira la salvación que esos doce han aportado; los que envío a tu época la aportan también, aunque permanezcan oscuros y despreciados. (AA.II.128)
Ella vio a los doce apóstoles futuros, cada uno en su lugar. (AA.II.422)
Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)
Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.
Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)
Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior.
Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres de lo que ya he hablado, dispersos en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo de diversos lados; que ellos no sabían de donde se les encomendaba ese trabajo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Siempre eran doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años.
No había nada de particular en su vestimenta, pero cada uno estaba vestido a la manera de su país y siguiendo la moda actual: vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que ellos operaban el bien por todos los lados; eran todos católicos. (AA.III.159)
Vi también en los tenebrosos destructores a falsos profetas y a personas que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles. Vi también una centena de mujeres sentadas con en estado de maravillamiento y cerca de ellas hombres que las magnetizaban; las vi profetizar. (AA.III.160)
Nos indica también Emmerich que debemos extender nuestros brazos e implorar a Dios que saque de Roma la Oscuridad.
No se deje confundir por una falsa obediencia. ¿Desde cuándo favorecer la herejía es materia de obediencia? Por eso San Pedro dijo que hay que obedecer a Dios antes que a cualquier hombre. Incluso los apóstoles no obedecieron al Sumo Sacerdote Judío por obediencia a Jesucristo. La verdadera obediencia a Dios requiere la desobediencia perfecta a todo lo que se le opone. Obedecer a un falso papa es pecado de idolatría y una blasfemia contra el Espiritu Santo. Porque se pone la obediencia a un falso cristo por encima de la obediencia que le debemos a Dios.
Del lado oriental de esta iglesia avanzó con un esplendor infinito una figura sacerdotal: era como si fuera el Señor. Pronto se mostraron alrededor de el doce hombres luminosos y alrededor de estos muchos más todavía. Entonces salió de la boca del Señor un pequeño cuerpo luminoso que, habiendo salido, se hizo cada vez más grande y con una forma más definida, después, repitiéndose de nuevo, entró como una figura de niño resplandeciente en la boca de los doce que rodeaban al Señor, después en la de los demás. No era la escena histórica del Señor haciendo la cena con los discípulos, tal como la vi el jueves santo, sin embargo lo que vi me la recordó. Aquí todos eran luminosos e irradiantes, era un oficio divino, era como una solemnidad eclesiástica.
Vi la fiesta eclesiástica llegar a su fin y eso fue par mi como si hubiera visto allí a esos hombres que iban a despertar y animar de un fervor nuevo el sentimiento adormecido del admirable misterio de la presencia de Dios multiplicándose sobre la tierra. (AA.II.425)
Los sacerdotes estaban sumidos en un profundo sueño y lo que hacían me parecía semejante a telas de araña. Por varios lados la malicia, la astucia y la violencia tomaban tal crecimiento que se traicionaban a si mismas. Vi a algunas personas perder sus lugares que eran tomados por otros, y todo un encadenamiento de infamias descendiendo de arriba hacia abajo hacia el mundo.
Entonces vi a un grupo de hombres que avanzaban por una gran pradera que veía a cierta distancia. Uno de ellos se elevaba por encima de todos los demás. Eran una centena al menos. Me preguntaba si sería el lugar donde el Señor dio de comer a siete mil hombres.
El Señor vino a mi encuentro con todos sus discípulos y eligió doce de entre ellos. Vi como ponía los ojos en uno y en otro. Los reconocí a todos: los viejos llenos de simplicidad y los jóvenes robustos con tez curtida. Vi también como Él les enviaba a lo lejos en todas direcciones, y los seguía con la mirada en sus caminatas lejanas entre las naciones. Y como yo me decía: «¡ay! ¿qué puede hacer un tan pequeño número de hombres entre las multitudes innumerables?» el Señor me dijo aproximadamente: «Su voz se hace oír a lo lejos por todos los lados. Así, ahora todavía, varios son enviados; cualesquiera que sean, hombres y mujeres, pueden lo mismo. Mira la salvación que esos doce han aportado; los que envío a tu época la aportan también, aunque permanezcan oscuros y despreciados. (AA.II.128)
Ella vio a los doce apóstoles futuros, cada uno en su lugar. (AA.II.422)
Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)
Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.
Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)
Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior.
Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres de lo que ya he hablado, dispersos en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo de diversos lados; que ellos no sabían de donde se les encomendaba ese trabajo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Siempre eran doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años.
No había nada de particular en su vestimenta, pero cada uno estaba vestido a la manera de su país y siguiendo la moda actual: vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que ellos operaban el bien por todos los lados; eran todos católicos. (AA.III.159)
Vi también en los tenebrosos destructores a falsos profetas y a personas que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles. Vi también una centena de mujeres sentadas con en estado de maravillamiento y cerca de ellas hombres que las magnetizaban; las vi profetizar. (AA.III.160)
Nos indica también Emmerich que debemos extender nuestros brazos e implorar a Dios que saque de Roma la Oscuridad.
No se deje confundir por una falsa obediencia. ¿Desde cuándo favorecer la herejía es materia de obediencia? Por eso San Pedro dijo que hay que obedecer a Dios antes que a cualquier hombre. Incluso los apóstoles no obedecieron al Sumo Sacerdote Judío por obediencia a Jesucristo. La verdadera obediencia a Dios requiere la desobediencia perfecta a todo lo que se le opone. Obedecer a un falso papa es pecado de idolatría y una blasfemia contra el Espiritu Santo. Porque se pone la obediencia a un falso cristo por encima de la obediencia que le debemos a Dios.
Cuando los pastores callan los perros deben ladrar!
Ven Señor Jesús.
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