R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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sábado, 21 de enero de 2017

Santa Inés, ejemplo de “doble martirio: el de la castidad y el de la fe”

Filipenses 2:15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.
 
Martirologio Romano: Memoria de santa Inés, virgen y mártir, que siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Hoy se celebra el día de su sepultura (s. III/IV).
 
Etimología: Inés = aquella que se mantiene pura, es de origen griego.
 Inés viene de "agnus" o cordero, símbolo de ofrenda de Jesucristo.
Inés es un nombre de origen griego αγνη ("hagnē"), forma femenina de αγνος (hagnós), que significa "casto" o "sagrado". O bien, del latín de la palabra "agnus" que significa "cordero".
 
En torno a ella surgió la costumbre de los corderos blancos de cuya lana se hacen palios que usan Papas, Patriarcas y Arzobispos en las ceremonias litúrgicas más solemnes. 
 
Santa Inés ha sido siempre considerada en la Iglesia como patrona de la pureza. Es una de las más populares santas cristianas, y su nombre está incluido en el canon de la misa.
 
San Gregorio Magno nos enseña que: Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con las buenas obras, damos a nuestros prójimos buenos ejemplos.
 
 
 
“Puedes manchar tu espada con Mi sangre, pero nunca profanarás mi cuerpo que he consagrado a Cristo”
 
 
 

Oficio de lectura, 21 de enero. Santa Inés, Virgen y mártir
No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria
Del tratado de san Ambrosio, obispo, sobre las vírgenes.
Libro 1, caps. 2. 5. 7-9

Celebramos hoy el nacimiento para el cielo de una virgen, imitemos su integridad; se trata también de una mártir, ofrezcamos el sacrificio. Es el día natalicio de santa Inés. Sabemos por tradición que murió mártir a los doce años de edad. Destaca en su martirio, por una parte, la crueldad que no se detuvo ni ante una edad tierna; por otra, la fortaleza que infunde la fe, capaz de dar testimonio en la persona de una jovencita.

¿Es que en aquel cuerpo tan pequeño cabía herida alguna? Y, con todo, aunque en ella no encontraba la espada donde descargar su golpe, fue ella capaz de vencer a la espada. Y eso que a esta edad las niñas no pueden soportar ni la severidad del rostro de sus padres, y si distraídamente se pinchan con una aguja, se poner a llorar como si se tratara de una herida.

Pero ella, impávida entre las sangrientas manos del verdugo, inalterable al ser arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas, ofrece todo su cuerpo a la espada del enfurecido soldado, ignorante aún de lo que es la muerte, pero dispuesta a sufrirla; al ser arrastrada por la fuerza al altar idolátrico, entre las llamas tendía hacia Cristo sus manos, y así, en medio de la sacrílega hoguera, significaba con esta posición el estandarte triunfal de la victoria del Señor; intentaban aherrojar su cuello y sus manos con grilletes de hierro, pero sus miembros resultaban demasiado pequeños para quedar encerrados en ellos.

¿Una nueva clase de martirio? No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria; la lucha se presentaba difícil, la corona fácil; lo que parecía imposible por su poca edad lo hizo posible su virtud consumada. Una recién casada no iría al tálamo nupcial con la alegría con que iba esta doncella al lugar del suplicio, con prisa y contenta de su suerte, adornada su cabeza no con rizos, sino con el mismo Cristo, coronada no de flores, sino de virtudes.

Todos lloraban, menos ella. Todos se admiraban de que, con tanta generosidad, entregara una vida de la que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente. Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aún dar testimonio de sí misma. Resultó así que fue capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar fe de las cosas humanas, porque el Autor de la naturaleza puede hacer que sean superadas las leyes naturales.

El verdugo hizo lo posible para aterrorizarla, para atraerla con halagos, muchos desearon casarse con ella. Pero ella dijo:

«Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que no quiero».

Se detuvo, oró, doblegó la cerviz. Hubieras visto cómo temblaba el verdugo, como si él fuese el condenado; como temblaba su diestra al ir a dar el golpe, cómo palidecían los rostros al ver lo que le iba a suceder a la niña, mientras ella se mantenía serena. En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del martirio.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, que eliges a los débiles para confundir a los fuertes de este mundo, concédenos a cuantos celebramos el triunfo de tu mártir santa Inés imitar la firmeza de su fe. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
 
Que nunca me aparte de ti y, que por la intercesión de Santa Inés, bajo el amparo protector de la Virgen María me mantengas siempre alejado de las ocasiones de pecado.
Amén
 
 
Oración de petición a Santa Inés
(Autor :Tomás de Kempis)
Traducción para uso interno: 

 Oh dulce Santa Inés, yo sinceramente imploro tu misericordia y me encomiendo a tus oraciones. Oh noble virgen, que despreciaste todas las cosas de la tierra y preferiste el amor de Cristo a la gloria del mundo. La diste la bienvenida a la muerte, mientras los santos ángeles estaban esperando tu alma para otorgarte los placeres del Paraíso, donde, adornada con la palma del martirio, llegaste a las bodas de tu Esposo celestial. Yo también le busco; dignate interceder por mí para que El me conceda la salud de la mente y del cuerpo, refrenar las tentaciones del diablo, extinguir los deseos de la carne, darme tiempo para el verdadero arrepentimiento y enmendar mi vida, concederme el perdón de todos mis pecados, junto con las gracias para alcanzar un buen fin y una muerte feliz. Amen.
 
 
Oración en honor de Santa Inés
Traducida para uso interno 

 Dulce Señor Jesucristo, fuente de todas las virtudes, amante de las vírgenes, vencedor poderoso de los demonios, erradicador de vicios! dígnate poner tus ojos en mi debilidad, y por la intercesión de María santísima, Madre y Virgen, y de Tu amada esposa Santa Inés, virgen y mártir gloriosa, concédeme la ayuda de tu gracia celestial, a fin de que yo pueda aprender a despreciar todas las cosas terrenales, y amar lo que es celestial, para oponerme a los vicios y ser a prueba de toda tentación, para caminar con firmeza en el camino de la virtud, no buscar honores, a huir de los placeres, llorar por mis ofensas pasadas, para mantenerme lejos de las ocasiones del mal, para mantenerme libre de malos hábitos, para buscar la compañía de los buenos, y perseverar en la justicia, a fin de que, con la ayuda de tu gracia, yo pueda merecer la corona de la vida eterna, junto con Santa Agnes y todos los santos, en tu reino para siempre jamás. Amen.

(Indulgencia de 100 días, Pío IX, 1854)

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