Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
Oración a San Judas Tadeo para el hogar
Entra en esta casa que te pertenece. Derrama sobre nosotros las bendiciones pues aquí en este hogar todos somos hijos tuyos. Bendice y custodia nuestra casa: Presérvanos del fuego, de la peste, del rayo, de los hombre impíos y de otra cualquier calamidad. Toma parte de nuestras alegrías y endulza nuestras amarguras; impide que el pecador transponga nuestro umbral, y cuando venga la muerte sé Tú Mismo quien llene el vacío que quede en la familia, quédate con nosotros y que tu bendición nos acompañe siempre. Amén.
Oración en las Tentaciones
Jesús dice a Sta. Brígida: “Tadeo ha vencido al demonio con su pureza de corazón” (Rev. Ext. V. cap. 34).
¡Oh, dulcísimo Jesús! Por el amor con el que conservaste puro y casto el corazón de tu Apóstol Tadeo y le honraste con los dones apostólicos para hacerlo una digna morada de Ti, libérame, por sus méritos y su intercesión de esta tentación. Amén.
ORACIÓN A SAN JUDAS TADEO
Henos aquí, ante ti, glorioso Apóstol San Judas, para ofrecerte el homenaje de nuestra devoción y de nuestro amor.
Tú haces sentir amorosamente a los que te invocamos tu poderosa ayuda y patrocinio y que no es vana la fe puesta en la bondad de tu corazón. Por esto, te ofrecemos el homenaje de nuestra devoción, memoria de los favores ya recibidos y llenos de gratitud por la asistencia concedida.
Pero, al mismo tiempo, nos sentimos movidos a suplicarte que no cese nunca tu ayuda y protección. Tú, que además de por un singular amor, estuviste unido con lazos de parentesco al Divino Redentor Jesús, fuente de todo bien, obtennos las gracias que necesitamos para llevar una vida santa y consíguenos también las bendiciones que son signo de la divina complacencia.
Que Dios bendiga, por tu intercesión, querido Apóstol, a los fieles que te honran y promueven tu culto, a todos aquellos que movidos por tu ejemplo trabajan para la gloria y el bien de las almas; que cuantos te invocan –entre los que me incluyo- sientan en el corazón que son escuchados: y la gracia divina descienda subsanando las debilidades de todos, de modo que amando y sirviendo a la divina bondad nos sea concedida la corona y la alegría de los siervos fieles. Así sea. Padrenuestro, Ave María, Gloria
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