En el Reino de Dios no tienen parte ni los inmorales (fornicarios), ni los adúlteros , ni los sodomitas, ni los afeminados. La Escritura advierte que quienes se rebelan contra esta enseñanza se rebelan contra el Espíritu Santo. Pues se rebelan contra la voluntad de Dios que es nuestra santificación que nos apartemos de la fornicación.
Apocalipsis 21:7-8Dios Habla Hoy (DHH)
7 El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia; y yo seré su Dios y él será mi hijo. 8 Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que adoran ídolos, y todos los mentirosos, a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la segunda muerte.»
incrédulos
cometen inmoralidades sexuales
practican la brujería
los que adoran ídolos
Apocalipsis 14:
9.Un tercer Angel les siguió, diciendo con fuerte voz: «Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano,
9.Un tercer Angel les siguió, diciendo con fuerte voz: «Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano,
10.tendrá que beber también del vino del furor de Dios, que está preparado, puro, en la copa de su cólera. Será atormentado con fuego y azufre, delante de los santos Angeles y delante del Cordero.
Bergoglio trabaja para el reinado de Satanás, promoviendo la impureza sexual, es enemigo de la castidad. Comenzó su usurpación atacando el voto de castidad sacerdotal e introduciendo la idea de que un cura puede ser gay al que él no puede juzgar, juzgando maliciosamente con ello la doctrina moral de la Iglesia y juzgando la Palabra de Dios.
Bergoglio trabaja para el reinado de Satanás, promoviendo la impureza sexual, es enemigo de la castidad. Comenzó su usurpación atacando el voto de castidad sacerdotal e introduciendo la idea de que un cura puede ser gay al que él no puede juzgar, juzgando maliciosamente con ello la doctrina moral de la Iglesia y juzgando la Palabra de Dios.
Hildegarda escribió que Hijo de la Perdición:
Afirmará que todos los preceptos que prescriben la castidad derivan de la ignorancia.
Libro de las obras divinas de Hildegarda:
En cuanto Adán comió la manzana nociva concibió el gusto del pecado, que lo hizo ser capaz de pecar. Por esto la gloria del paraíso le abandonó y fue enviado al destierro.
Enseguida el diablo, para combatir a Dios, le regaló la lujuria y subvirtió el modo de la generación humana, mezclándolo con impudicicia. Mientras meditaba su engaño se convenció que el hombre, una vez arrojado en medio de la inmundicia del pecado, no podría entrar en el reino de los cielos, porque los hijos de la fornicación no podrían formar parte del pueblo de Dios, y el propio Dios no sería su Dios. El diablo se alegró mucho de la suciedad del impulso carnal, diciendo para sí: “Yo he echado al hombre del lugar glorioso en el que estuvo y lo he arrojado a la máxima suciedad, y por tanto a Dios no le ha quedado ni siquiera una parte de él, porque Dios, que es todo puro, no quiere ni acepta la inmundicia. Así que de este modo el hombre se quedará conmigo”
Solamente se salvan quienes se arrepienten y abandonan el pecado y acepta a Cristo como Redentor pero quienes se empecinan en su pecado cometen una blasfemia contra el Espíritu Santo y se condenan.
Libro de las obras divinas de Hildegarda: Todos los que sigan a este hijo de la perdición y ejecuten sus obras no estarán escritos en el Libro de la Vida del Cordero...
Todos ésos adorarán pues a la bestia desgraciada, es decir al hombre de la perdición, y abandonando la fe de Dios omnipotente proclamarán que no hay ningún obstáculo en desobedecer sus preceptos.
Todos ésos adorarán pues a la bestia desgraciada, es decir al hombre de la perdición, y abandonando la fe de Dios omnipotente proclamarán que no hay ningún obstáculo en desobedecer sus preceptos.
Libro de las obras divinas de Hildegarda:
Y él, asumiendo la naturaleza humana a él ajena, quebrantó la izquierda del Leviatán, y le arrancó de la garganta con obras de castidad los mil vicios de los pecados. La abstinencia y el arrepentimiento de los pecados, son las alas de la castidad con la cual vírgenes y penitentes, abandonando los perversos deseos carnales, vuelan a los esponsales con el Cordero. Y el Hijo de Dios, el Hijo de la Virgen coronado por la castidad, acoge a los penitentes que acuden a él.
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