R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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miércoles, 30 de agosto de 2023

Viganò: “Después de las palabras de Spadaro se colmó la medida"

 Respecto a la última prueba de la Iglesia, el catecismo advierte que la impostura "religiosa" del anticristo consiste en un pseudomesianismo secularizado donde se coloca al hombre por encima de Dios. Donde los hombres cometen apostasía a cambio de aparentes falsas soluciones a sus problemas. Una religión falsa donde se quitan los derechos de Dios y se adora al hombre, una religión falsa que le da al César (el dios del mundo) las cosas que pertenecen a Dios.





Gloria TV Noticias
Indiferente al sufrimiento, irritable e insensible, inmisericordemente duro, teólogo inmisericorde, burlón e irrespetuoso con la pobre madre, protagonista de una caída de tono, de estilo y de humanidad, cegado por el nacionalismo y el rigorismo teológico, rígido, confuso y necesitado de conversión, enfermo y prisionero de la rigidez y de los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su tiempo, alabador de la fe pagana. Este es el retrato de Jesús que hace el padre Antonio Spadaro, jesuita, director de Civiltà Cattolica, en su columna “El Evangelio del domingo” para Il Fatto Quotidiano, comentando el pasaje evangélico de la curación de la hija de una mujer cananea (Mt 15, 21-28).
Sobre las palabras del padre Antonio Spadaro, presentamos a continuación la postura de monseñor Carlo Maria Viganò.

***

Por monseñor Carlo Maria Viganò

En las palabras de Spadaro aflora, como revolviéndose en un charco de aguas residuales, la escoria del peor Modernismo que durante más de un siglo infesta a la Iglesia. Ese Modernismo nunca fue extirpado definitivamente de los seminarios y de los ateneos autodenominados católicos, al que una secta de herejes y extraviados ha erigido el tótem del Concilio, sustituyendo dos mil años de Tradición.

Hasta hace algún tiempo, esta “síntesis de todas las herejías” intentaba hacerse presentable, omitiendo manifestar la índole anticristiana, que sin embargo le era consustancial: todavía existía el riesgo de que algún prelado vagamente conservador y aún no plenamente comprometido con la causa pudiera darse cuenta de su peligrosidad intrínseca.

Ciertamente, la divinidad de Cristo era considerada un deseo surgido de la exigencia de lo sagrado por parte de la “comunidad primitiva”, Sus milagros eran exageraciones, Sus palabras metáforas; por otra parte, “no había grabadores”, como dijo Arturo Sosa, el prepósito general de la Compañía de Satanás.

Hoy, protegidos por un jesuita que violando la Regla de San Ignacio ocupa el Trono de Pedro, los peores seguidores de esta secta se sienten libres de dar rienda suelta a sus alaridos y llegan, en un delirio, a blasfemar a Jesucristo, ya convertido en objeto de inquietantes epítetos por parte de Bergoglio. “Jesús se hizo serpiente, se hizo diablo”, dijo hace un tiempo el argentino.

Se hace eco de él Spadaro, quien con la arrogancia de quien se cree impune se atreve a definir a Nuestro Señor como “enfermo y prisionero de la rigidez y de los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su tiempo”, “indiferente al sufrimiento, enojado e insensible; inquebrantablemente duro; teólogo sin misericordia; burlón e irrespetuoso; cegado por el nacionalismo y por el rigorismo teológico”. Es inútil explicar a estas mentes enredadas lo que los Santos Padres han enseñado sobre el pasaje evangélico de la cananea: solo les interesa mantener en alto sobre su pedestal el ídolo del Vaticano II; y poco importa si para defender sus errores tienen que pisotear al Hijo de Dios, ofendiéndolo y blasfemándolo como ni siquiera los peores heresiarcas del pasado se habían atrevido a hacerlo.

La de Spadaro no es una simple provocación -algo ya de por sí inaudito-, sino la manifestación, la epifanía, como la llamaría algún “teólogo” de Santa Marta, de una “Iglesia” contra natura con sus falsos dogmas, sus preceptos mendaces, su predicación engañosa, sus ministros corruptos y corruptores. Una “Iglesia contra natura” proclive al Anticristo, a todo lo que represente la negación y el desafío al Señorío de Dios sobre el hombre. Orgullo. Orgullo luciferino. Orgullo que no conoce límites ni frenos.

La secta que eclipsa a la Iglesia de Cristo ya no se esconde: se muestra y pretende sustituir definitivamente a la verdadera Iglesia, muestra sus ídolos y exige que sean adorados, al precio de renegar del Salvador mismo, refutar su divinidad, juzgar su acciones y criticar sus palabras.

Pero si los simples y sencillos ya han comprendido que el precio de esta ὕβρις es la νέμεσις, la casi totalidad de los Pastores – cardenales, obispos, sacerdotes – se dan vuelta y miran hacia otro lado. Saben bien que su cobardía, su conformismo, su deseo de no parecer retrógrados los han hecho corresponsables de esta revolución infernal, que podrían haber detenido en su momento; pero como también ellos participaron durante sesenta años en el culto del Concilio, prefieren continuar el camino emprendido hacia la ruina de la Iglesia y de las almas, antes que detenerse y volver al punto en el que se desviaron del camino.

De este modo, terminan prefiriendo el triunfo de los malvados -y con ello la difamación blasfema de Jesucristo- a la humilde admisión de estar equivocados. Prefieren dejar que se diga que Nuestro Señor se equivocó, “cegado por el rigorismo teológico”, antes que reconocerse prisioneros de los errores y herejías del Modernismo.

La medida está colmada y ha llegado el momento de elegir de qué lado estar. Con Bergoglio y Spadaro, con el Sínodo sobre la Sinodalidad, con una Iglesia humana y falsa esclavizada al Nuevo Orden Mundial, o con Dios, Su Iglesia y Sus Santos. Y si miramos más de cerca, ya resulta inaudito tener que plantear la hipótesis de que los católicos –no me refiero a sacerdotes o prelados– puedan considerar posible tener una opción.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
27 de agosto de 2023

Dominica XIII Post Pentecosten

Publicado originalmente en italiano el 27 de agosto de 2023 en Carlo Maria Viganò: “Dopo le parole di Spadaro la misura è colma. Scegliere da che parte stare”. - Aldo Maria Valli

Traducción al español por: José Arturo Quarracino



El apóstata Spadaro en complicidad con Bergoglio desafía a Jesucristo

 Respecto a la última prueba de la Iglesia, el catecismo advierte que la impostura "religiosa" del anticristo consiste en un pseudomesianismo secularizado donde se coloca al hombre por encima de Dios. Donde los hombres cometen apostasía a cambio de aparentes falsas soluciones a sus problemas. Una religión falsa donde se quitan los derechos de Dios y se adora al hombre, una religión falsa que le da al César (el dios del mundo) las cosas que pertenecen a Dios.



Gloria TV Noticias
La frase de Cristo a la mujer cananea -que él ha sido enviado a las ovejas perdidas de Israel (Mt 15)- es “cortante e insensible”, opina el sacerdote Antonio Spadaro SJ, de 57 años.

El redactor jefe del sitio web LaCiviltacattolica.com, aliada de Francisco, escribió el 20 de agosto en IlFattoQuotidiano.it que “la misericordia no es para ella” y que la conversación de Cristo estuvo marcada por la “rigidez” cultural de la época.

Spadaro está convencido de que Cristo “responde burlona e irrespetuosamente a la pobre mujer” y “parece como si estuviera cegado por el nacionalismo y el rigorismo teológico”.

La mujer logró “'convertirlo' a sí mismo” y al igual que su hija “también Jesús aparece curado, y finalmente se muestra libre de la rigidez de los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su tiempo”.

La actitud sabelotodo de Spadaro no es atípica para un jesuita semianalfabeto del Vaticano II.




Apóstatas jesuitas, Antonio Spadaro y James Martin arremeten contra los cuatro Cardenales para hacerles callar.



La anti doctrina de Bergoglio contradice a Santa Rosa de Lima que defendió la Eucaristía contra los herejes protestantes y se preocupó por la conversión de los indígenas

 La anti doctrina de Bergoglio contradice a Santa Rosa de Lima que defendió la Eucaristía contra los herejes protestantes y se preocupó por la conversión de los indígenas 

Santa Rosa defendió a Lima de los herejes piratas

Recopilado de ChurchPOP & Aciprensa

En 1615 una grave noticia sacudió Lima: una flota de barcos saqueadores liderada por Joris Spilbergen se dirigía a la ciudad para saquearla. Los corsarios provenientes de los Países Bajos querían llegar al puerto del Callao.

Ante la noticia, muchos limeños huyeron de la ciudad. Se dirigieron a los alrededores a esperar que el ataque pase.


Sin embargo, Rosa de Lima, acudió al convento de San Domingo y comenzó a rezar pidiendo a Dios que salvara a la ciudad. 

Alentó con liderazgo a las mujeres a rezar juntas para que los piratas no desembarquen y no se realicen profanaciones.

Ante la inminente llegada de los piratas, Santa Rosa se remangó las vestimentas y se puso frente al Santísimo. Estaba dispuesta a usar su cuerpo para defenderlo, pues se sabía que los piratas (eran herejes que) profanaban los templos.

Al llegar la noche, la santa estaba con toda la intención de defender a Cristo Eucaristía, su amado “esposo”. Tanto es así que le dijo a su mamá, María de Oliva, que “los iba a ‘rendir a todos’ con el rosario que tenía en sus manos”, cuenta la Enciclopedia Católica.  
“Yo rogaré a los herejes que no me quiten la vida de un golpe, sino que poco a poco me vayan desmembrando y me vayan haciendo menudos pedazos y dividiendo cada miembro en pequeñas partículas, con el fin de que todo el tiempo que en esto se ocuparen se detengan en ejecutar las injurias, que temo ¡ay de mí! Han de hacer después a mi dulce esposo”.

 

Los piratas nunca llegaron. Por razones que nunca se supieron, el capitán Spilbergen desistió del ataque. Los limeños atribuyeron esto a las oraciones de Santa Rosa.


La historia llegó hasta la Argentina donde, en recuerdo de esta historia, nombraron Santa Rosa a una tormenta que suele ocurrir entre 5 días antes y 5 días después del 30 de agosto, fiesta original de la santa.


Homenaje a Santa Rosa de Lima


Desde 1989, Santa Rosa de Lima es considerada como la patrona de la Policía Nacional del Perú (PNP) y así se oficializó a través del decreto Supremo N° 27-89, publicado en el diario Oficial El Peruano, el 18 de septiembre de ese año. Es que, para la PNP ella es el símbolo y reflejo de la conducta moral que (buscan) seguir sus efectivos, debido a las excelentes virtudes que Rosa de Lima poseía. (MSN)

 


viernes, 25 de agosto de 2023

El apóstata Jorge Mario Bergoglio alias "Papa Francisco" “felicita” a activistas homosexuales

 Hermanos católicos, junto con otros hermanos, llevamos 10 años denunciando al apóstata Jorge Mario Bergoglio, todas las pruebas están al alcance para quien quiera verlas. Ahora nadie tendrá excusa de Ignorancia, por eso he tomado la decisión de tomarme un descanso y dejar la responsabilidad a cada uno de ustedes. De vez en cuando estaré publicando noticias. Pero no hay nada más que decir, solo orar para que Dios pronto quite esta gran prueba y gran castigo de nuestra Iglesia.



Gloria TV Noticias

Francisco ha felicitado a “Acceptance in Australia”, un grupo [pseudo]católico de activistas homosexuales que celebra su 50º aniversario, informa el 15 de agosto el sitio web OutInPerth.com.

La felicitación llegó a través de la APOSTATA MONJA Jeannine Gramick, quien desde 1971 ha estado animando a los homosexuales a entregarse al pecado mortal.

Francisco pidió a Gramick que transmitiera al grupo de homosexuales su “feliz saludo en este momento de vuestro aniversario”. Dijo sarcásticamente que rezaba para que los miembros de Aceptación [del pecado mortal] “se acerquen cada año más al amor a nuestro Señor Jesucristo”.

Benjamin Oh, presidente de Rainbow Catholics Interagency Australia [Inter agencia Católicos Arco iris de Australia], dijo que los saludos de Francisco fueron “una poderosa afirmación de la resistencia y contribuciones” de los homosexuales “católicos” en la sociedad y en la Iglesia.

martes, 22 de agosto de 2023

El apostata Bergoglio nombra a un corrupto ex-Juez operador de burdeles para un cargo en el Vaticano

 En Argentina, Bergoglio ya se había confabulado con el argentino Pro-Gay/ Pro-Aborto Eugenio Zaffaroni para desafiar a Dios y a la Iglesia.


Gloria tv Noticias


El 18 de agosto Francisco nombró al acaudalado Eugenio Raúl Zaffaroni, de 83 años, director del recién creado instituto “Fray Bartolomé de las Casas” para la investigación y promoción de los derechos sociales [= propaganda de la inmigración].


Zaffaroni fue juez de la Corte Suprema de Justicia en Argentina (2003-2015), alineado con el kirchnerismo [socialismo de salón], es el espíritu maligno detrás de la introducción del aborto en Argentina, promotor de la legalización de las drogas y de los matrimonios homosexuales simulados, y por lo tanto un favorito de los oligarcas.

Una investigación del sitio web Perfil.com reveló que en 2011 seis de los departamentos que eran propiedad de Zaffaroni, situados en Recoleta, el barrio de clase alta de Buenos Aires, eran utilizados para la práctica de la prostitución por horas.

Entre ellos, había un departamento de 25 metros cuadrados y tres habitaciones que compró Zaffaroni en 2000. Dos o tres prostitutas brindaban servicios sexuales por turnos, cobrando 120 pesos la hora [a valor de ese año].

En mayo de 2013, el abogado de Zaffaroni, Ricardo Montivero, compareció ante el tribunal y declaró que él era el encargado de gestionar los pisos de prostitución y Zaffaroni se declaró “víctima” de “falsificación del contrato de arrendamiento”.

El abogado fue multado con 10.000 pesos por violar la Ley de Profilaxis que regula la prostitución.

[Además de haberse demostrado y probado que el personaje mencionado era un delincuente, la sentencia judicial mostró también la corrupción que caracteriza a gran parte del poder judicial argentino, que protegió a Zaffaroni desvinculándolo del delito cometido en sus departamentos, que según la legislación civil y penal vigente en ese entonces y ahora, era responsabilidad y culpabilidad del propietario del o los inmuebles, no del “apoderado” autorizado, que además convivía con el juez en la mansión que habita desde hace décadas en un barrio de la ciudad de Buenos Aires, comprada con un dinero de aportantes anónimos mexicanos que nunca identificó].

Pero la complicidad de Bergoglio con este juez corrupto es de larga data


El historial apóstata de Bergoglio que demuestra que ya había traicionado la fe en Argentina es la evidencia que lo descalifica como Papa legítimo y al persistir en sus viejas herejías y sus mismos desafíos contra Dios y contra la Iglesia podemos ver que Bergoglio no tiene ni vergüenza ni signos de arrepentimiento.  Él y sus antiguos cómplices van por el camino de la impenitencia final, que es uno de los pecados de blasfemia contra el Espíritu Santo.



martes, 15 de agosto de 2023

Cardenal dijo que el cónclave de 2013 no era válido —Viganò

 





Viganò: un cardenal les dijo a sus amigos que el cónclave de 2013 no era válido

Hay una necesidad urgente de poner fin al "golpe de Estado" del cónclave de 2013, dijo el arzobispo Viganò, de 82 años, a CatholicFamilyNews (11 de agosto).

Viganò, que parece considerar a Francisco como un antipapa, dice que un cardenal les dijo a sus amigos que durante el cónclave de 2013 fue testigo de hechos que hicieron que la elección de Bergoglio fuera "nula y sin efecto".

Pero este cardenal no quiere decir esto en público, para no romper el secreto papal, "el secreto que él ya rompió al hablarlo con los que no pueden hacer nada al respecto", agrega Viganò.


en.news







El cardenal Burke señala que la 'retórica populista' de Bergoglio socava la doctrina católica




La Santísima Virgen fue asunta en cuerpo y alma a los Cielos

 


Cuarto Dogma de Fe: La Asunción de la Santísima Virgen a los Cielos en cuerpo y alma


El Papa Pío XII que declaró este cuarto dogma mariano condenó la “nueva moral” y la acusación de “rigidez” que Bergoglio hace contra la Iglesia para promover las inmoralidades sexuales y también condenó el comunismo.

El Decreto Contra el Comunismo es un documento de la Iglesia Católica de 1949 emitido por la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio, y aprobado por el Papa Pío XII, que declaró como apostatas y excomulgados de la fe cristiana a los católicos que profesan la doctrina comunista.


El Papa Pío XII también condenó a la masonería en su encíclica "Mystici Corporis Christi", donde decretó que los herejes, apóstatas y cismáticos quedan fuera del cuerpo místico de Jesucristo.

Bergoglio está automáticamente excomulgado por ser hereje, apóstata, cismático, comunista y masón.



Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Subió al cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de Misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación (SAN BERNARDO, Hom. en la Asunción de la B. Virgen María, 1).


"Toda espléndida, la hija del rey" (Sal 45, 14)
"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza"(Ap 11, 19-12,1).



A la mujer se le dieron dos alas de águila muy grande, para volar al desierto a su sitio destinado... Apoc.12:14



El Concilio de Efeso del año 431 definió solemnemente que María es "Madre de Dios" y el emperador oriental Mauricio mandó celebrar la fiesta de la Asunción de María, el 15 de agosto hacia el año 600.



El papa Pío XII proclamó el   dogma, el día de Todos los Santos del año santo de 1950.
Delante de 600 obispos, definió en la bula "Munificentíssimus Deus", la Asunción de María:

"Habiendo orado insistentemente a Dios y habiendo pedido la luz del Espíritu de verdad, para gloria del Dios todopoderoso, que hizo a María objeto de tan señalados favores; para honor de su Hijo, rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para el acrecentamiento de la gloria de su santísima Madre y para el acrecentamiento de toda la Iglesia

"Por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste".





"Dios no nos da todavía Déboras y Jaheles que nos socorran; pero tenemos la Santísima Virgen María, Madre de Dios, que intercede en favor nuestro. Y a la verdad, si una mujer que Dios sacó de entre el común del pueblo, tuvo en otra ocasión poder para vencer los enemigos de Dios, ¿Cuánto mayor le tendrá la que es Madre del mismo Jesucristo, para confundir los enemigos de la verdad? (San Juan Crisóstomo ., Serm. 6 de Martyrib., n. 3, sent. 245, Tric. T. 6, p. 350.)"






El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:

  1. La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.
  2. Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuido, le estrecho contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.
  3. Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.
  4. Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.


Dogmas Marianos:

  • María Madre de Dios
  • María Siempre Virgen
  • La Inmaculada Concepción de María
  • La Asunción de María
Exaltación de la pureza de María
San Hipólito Mártir nos enseña:
 
 «Ciertamente que el arca de maderas incorruptibles era el mismo Salvador. Y por esta arca, exenta de podredumbre y corrupción, se significa su tabernáculo, que no engendró corrupción de pecado. Pues el Señor estaba exento de pecado y estaba, en cuanto hombre, revestido de maderas incorruptibles, es decir, de la Virgen y del Espíritu Santo, por dentro y por fuera, como de oro purísimo del Verbo de Dios». Y en otra parte llama a María, «toda santa, siempre Virgen, santa, inmaculada Virgen».



Catecismo Mayor San Pio X


CAPITULO V DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
161. ¿Qué celebra la Iglesia en la fiesta de la ASUNCIÓN de la Santísima Virgen? - En la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, la Iglesia celebra el fin de la vida mortal de la Virgen María y su gloriosa asunción al cielo.
162. ¿Subió también con el alma el cuerpo de la Santísima Virgen? Es dogma de fe, definido por el Papa Pío XII, que juntamente con el alma fue llevado también al cielo el cuerpo de la Santísima Virgen.
163. ¿A qué gloria ha sido ensalzada la Santísima Virgen en el cielo? La Santísima Virgen ha sido ensalzada sobre todos los coros de los Ángeles
y sobre todos los Santos del Paraíso, como Reina de cielo y tierra.
164. ¿Por qué la Virgen ha sido ensalzada en el cielo sobre todas las criaturas? - La Virgen ha sido ensalzada en el cielo sobre todas las criaturas porque es madre de Dios y la más humilde y santa de todas las criaturas.
165. ¿Qué hemos de hacer en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen? - En la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen: 1°, hemos de alegrarnos de su gloriosa Asunción y exaltación; 2°, reverenciarla como Señora y Abogada nuestra para con su divino Hijo; 3°, pedirle nos alcance de Dios la gracia de llevar una vida santa y la de prepararnos de tal manera a la muerte que merezcamos su asistencia y protección en aquella hora, para tener parte en su gloria.
 166. ¿Cómo podemos merecer la protección de la Santísima Virgen? Podemos merecer la protección de la Santísima Virgen imitando sus virtudes, especialmente la pureza y humildad.
 167. ¿Deben también los pecadores confiar en el patrocinio de la Santísima Virgen? - También los pecadores deben confiar muchísimo en el patrocinio de la Santísima Virgen, porque es Madre de misericordia y el refugio de los pecadores para recabarles de Dios la gracia de la conversión. 168. ¿Qué nueva fiesta ha instituido la Iglesia en honor de la Santísima Virgen María? - El Papa Pío XII ha instituido la fiesta de la Realeza de María, ordenando sea celebrada el 31 de mayo.








Año Litúrgico 

 La Asunción de Nuestra Señora es una de nuestras solemnidades litúrgicas más alegres.

“Gaudent Angelí! Gaudete, quia cum Christo regnat”. La Iglesia del Cielo y la de la tierra se unen a la dicha infinita de Dios que acoge y corona a su Madre. Ambas a dos celebran con amor la alegría virginal de la que entra, ya para siempre, en el mismo gozo de su propio Hijo. Angeles y santos se apresuran a aclamar a su Reina, mientras la tierra se regocija también de haber dado al Cielo la joya más brillante.

GLORIFICACIÓN DEL ALMA DE NUESTRA SEÑORA. Hoy es el “día natal” de Nuestra Señora, en el cual celebramos al mismo tiempo el triunfo de su alma y el de su cuerpo. Detengámonos un instante ante esta glorificación del espíritu, tal vez menos advertida por ser común a todos los Santos. La entrada del alma de María en la visión beatífica es un hecho de un esplendor y de una riqueza que arroja una luz incomparable sobre nuestras más altas esperanzas. Cierto que no nos podemos figurar la belleza de esta suprema “revelación”, donde la mirada tan pura ya y tan penetrante de la más perfecta de las criaturas se ha dilatado repentinamente ante un abismo de Belleza infinita. Intentemos al menos, con la ayuda de la gracia divina, levantar nuestros pensamientos hacia la cumbre, misteriosa todavía para nuestra vista, en la cual se realiza este prodigio.

Y, efectivamente, bien se la puede llamar cumbre, ya que es el término de un constante y largo subir. Llena de gracia en el instante mismo de su Concepción, la Inmaculada no cesó nunca de crecer en este mundo ante el Altísimo.


(...)

CREENCIA UNÁNIME. — ¿Cuál es, pues, el motivo por el que ha podido el Romano Pontífice definir como dogma de fe la Asunción? La Bula pontificia lo declara expresamente: el asentimiento unánime de los Obispos y de las Iglesias actualmente en comunión con la Sede Apostólica. Esta convicción universal de los Pastores y de sus fieles nunca habría sido posible a no estar su objeto contenido de un modo cierto en la Revelación.

FUENTES ESCRITURARIAS. — Mas ¿en qué fuente de la revelación cristiana se halla contenida la verdad de la Asunción? En los documentos de la primitiva Iglesia no hay tradición oral de origen apostólico que haya dejado rastro alguno. El Apocalipsis tal vez haga alusión indirecta al describir la Iglesia en estos términos: “Una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del Sol, con la luna debajo de sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas. La, Madre de Dios es, ya lo hemos dicho, figura y dechado perfecto de la Iglesia; por eso, es posible que en esta ocasión haya aludido San Juan indirectamente a la presencia de María en el Cielo.

Lo cierto, al menos, es que nuestros sagrados Libros atribuyen a María títulos y una función providencial, cuyo conjunto reclama, como coronamiento normal, el privilegio de la Asunción en cuerpo y alma a los cielos. Al dar un sentido marial al versículo del Génesis conocido con el nombre de Protoevangelio: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su raza y la tuya. Esta te aplastará la cabeza”, la tradición cristiana auténticamente expresada en la Bula dogmática Ineffabilis, vió en este oráculo divino el anuncio del triunfo completo de Cristo y de su Madre sobre el pecado y todas sus consecuencias. En este texto se apoyó Pío IX para definir la Inmaculada Concepción: no es imposible tampoco ver en él una revelación implícita del triunfo perfecto de María sobre la muerte.

Sea lo que fuere de este texto misterioso, vemos que el Evangelio asocia constantemente a María a los actos esenciales de la Redención, sobre todo al sacrificio de la Cruz: ¿cómo creer que no estará corporalmente unida al Hijo en el ejercicio actual de su sacerdocio celeste? Es también el Evangelio quien proclama a María “llena de gracia”, “bendita entre todas las mujeres”, y, sobre todo “Madre del Señor”: otros tantos títulos que, como veremos, constituyen una revelación implícita de la glorificación inmediata de su alma y de su cuerpo.

LA FALTA DE RELIQUIAS. — Pero tenemos que reconocer que los primeros siglos cristianos no tuvieron un conocimiento positivo y exacto de la Asunción de María. A pesar de todo, hay un hecho significativo que merece consideración: nunca se pensó, en parte alguna, reclamar la posesión del cuerpo de la Santísima Virgen, ni tampoco en buscar sus restos. Cuando a las reliquias de los santos se las honraba tanto, abstención tan radical tiene el valor de un indicio seguro. Parece que ya en aquellos tiempos remotos no se podía pensar que el cuerpo de Maríahubiese quedado en la tierra. San Epifanio, muerto en 377 después de haber vivido mucho tiempo en Palestina, confiesa su ignorancia sobre la muerte y sepultura de María; ni en unalinea siquiera de sus escritos se insinúa que los restos mortales de la Virgen se conserven en este mundo. Lo que pone en tela de juicio son los relatos maravillosos que empiezan a propagarse a este respecto; también se pregunta si María murió y si fué mártir: y declara que no se puede responder nada acerca de todas estas cuestiones. Sin dar por cierta jamás la Asunción parece que de propósito tampoco la excluye.

Fué a principios del siglo v, en tiempos del Concilio de Efeso, cuando el pensamiento católico, aficionado de modo particular a la doctrina mariana, empieza a tratar explícitamente de la suerte que ha podido tener el cuerpo de María. Los relatos apócrifos expresan de una manera impertinente y desacertada una verdad que por sí misma se impone a las almas ilustradas por la fe: el cuerpo de María no estuvo sujeto a la corrupción del sepulcro: Dios le trasladó de modo mi1lagroso al Paraíso.

ORIGEN DE LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN. — Por esta época no hay más que dos liturgias, la siriaca y la egipcia, que tomen de los relatos apócrifos la descripción de la “dormición” de María. Desde 450 tiene Jerusalén su fiesta anual de la Madre de Dios fijada el 15 de agosto: pero durante dos siglos el oficio no dirá una sola palabra sobre el hecho de la Asunción. Un decreto del Emperador Mauricio, principios del siglo VII, instituye en Bizancio la fiesta de la Dormición de Nuestra Señora. La entrada del Cuerpo de María en la gloria llega pronto a ser el objeto principal de la solemnidad, tal vez por la influencia de los apócrifos, y más que nada en virtud del sentido profundo que posee la Iglesia respecto a las verdades de la fe. Hacia el año 650 la fiesta de la Asunción se introduce en Roma. Por ese tiempo, y acaso un poco antes, la Asunción (de igual modo que en Galia por el influjo de los apócrifos en San Gregorio de Tours) es objeto de una conmemoración solemne que se celebra al principio el 18 de enero, y después el 15 de agosto.

LA FIESTA EN ROMA. — La celebración de la Asunción por la Iglesia romana constituía, por el valor mismo de la doctrina, un hecho de capital importancia. Y hecho más notable todavía: Roma aceptaba de su cuenta y riesgo la creencia en la Asunción, sin adherirse a las leyendas. Su liturgia sólo contiene una alusión a la Asunción, pero es de una precisión admirable y reduce todo el problema al punto principal: nos referimos a la célebre oración “Veneranda nobis”, que se recitaba al empezar la procesión que precedía a la Misa. “Señor, debemos venerar la fiesta de este día, en el cual la Santa Madre de Dios padeció muerte temporal: con todo, no pudo ser retenida por los lazos de la muerte, la que había engendrado de su propia sustancia a tu Hijo encarnado, Nuestro Señor.”

No se podía ser a la vez más sobrio, más completo, ni más exacto. Se afirma de modo claro la creencia en la muerte, en la resurrección y en la Asunción corporal de María. Se añade el motivo fundamental de esta convicción: la Maternidad divina, o mejor dicho, el hecho de que la carne de Cristo, Verbo Encarnado, se tomó de la carne de María. Esta joya de la liturgia marial data al menos de principios del siglo octavo, tiempo en que, en Oriente, San Andrés, Obispo de Creta de 711 a 720, predicando un Triduo sobre la Dormición de Nuestra Señora, exponía el dogma de la Asunción basándose puramente en la doctrina y sin hacer caso de las tradiciones apócrifas.

San Germán de Constantinopla y San Juan Crisóstomo, menos prudentes y menos reservados, sabrán también relacionar la Asunción con sus fuentes auténticas. Conviene que citemos siquiera algunas líneas de sus admirables homilías.

SERMÓN DE SAN GERMÁN. — “Cómo, exclama Germán, habrías podido tolerar la Concepción y deshacerte en polvo, tú, que libraste al género Humano de la corrupción de la muerte en virtud de la carne que el Hijo de Dios recibió de ti…

“Era imposible que el vaso de tu Cuerpo, que estaba lleno de Dios, se redujese a polvo como una carne ordinaria. El que se anonadó en ti, es Dios desde el principio y, por consiguiente, vida anterior a todos los siglos; por esto, era necesario que la Madre de la Vida habitase con la Vida; que yaciese muerta como para dormitar unos instantes, y que el “tránsito” de esta Madre de la Vida fuese como un despertar.

“Un niño muy querido ansia la presencia de su madre y, recíprocamente, la madre suspira por vivir con su hijo. Era justo, por tanto, que tú subieses a donde está tu Hijo, tú, cuyo corazón ardía en amor de Dios, fruto de tu vientre; justo también que Dios, por el afecto filial que profesaba a su Madre, la llamase junto a Sí, para que allí viviese en su intimidad. En un segundo Sermón, vuelve al mismo pensamiento en términos aún más exactos. “En ti misma tienes tu propia alabanza, ya que eres la Madre de Dios… Y por eso, no convenía que tu Cuerpo, un cuerpo que había llevado a Dios, fuese entregado como botín a la corrupción de la Muerte”. En adelante, estas consideraciones darán materia a todos los Sermones sobre la Dormición o Asunción de Nuestra Señora. “Los discursos de San Juan Damasceno sobre la preciosa muerte y la Asunción de María, escribe el Padre Terrien, son un himno continuo cantado en honor de esta Virgen bendita. Todos sus privilegios, todas sus gracias, todos los tesoros de que tan prodigiosamente fué enriquecida por el cielo, se recuerdan ahí, y todos van a parar a la Maternidad divina, como los rayos de luz a su centro”.

A partir de este momento el Oriente ha quedado definitivamente ganado a la creencia tradicional en la Asunción de la Santísima Virgen. Su pensamiento permanecerá invariable hasta nuestros días.

LA CREENCIA EN OCCIDENTE. — En Occidente sé. van a levantar dificultades. Dócil a las enseñanzas de la liturgia, el pueblo cristiano en su conjunto se adhiere sin restricciones a la doctrina de la Asunción; pero los teólogos, al menos en la Galia, vacilan y tienen miedo a los apócrifos. Sin negar la Asunción, no quieren tampoco ligar a ella la fe de la Iglesia. En tiempo de Carlomagno, un capitular de Aix-la-Chapelle (hacia el año 809) omite provisionalmente la Asunción en la nomenclatura de las fiestas de Nuestra Señora; habrá que examinar si debe conservarse. La respuesta afirmativa se dará en 813 en el Concilio de Maguncia.

La inquietud aumenta a mediados del siglo ix. La noticia de la Asunción en el Martirologio de Adón deja voluntariamente en duda la cuestión de la Asunción corporal: rechaza los “datos frivolos y apócrifos” que se han propagado sobre el asunto. Por la misma época, el Abad de Corbeya Pascasio Radberto dirige a unas religiosas un largo Sermón, “Cogitis me”, en el que se hace pasar por San Jerónimo. Celebra con expresiones conmovedoras la muerte gloriosa de María. Pero su tratado empieza por infundir desconfianza respecto al relato del “Paso” de María de la tierra al Cielo. Según él, no se sabe de cierto en qué lugar está el Cuerpo de María. Es una reacción, exagerada ciertamente, pero en el fondo muy sana contra una credulidad demasiado fácil en lo relacionado con los apócrifos, entonces muy en boga en las Iglesias de la Galia. (La liturgia galicana había hecho extractos muy extensos de tales escritos.) Lo más curioso de este episodio es que el Sermón “Cogitis me” pasó pronto, con el nombre de San Jerónimo, a las lecciones del Breviario que se leían durante la Octava de la Asunción. Fué necesaria la reforma de San Pío V para eliminar de la liturgia un texto que en un punto importante se apartaba del pensamiento común de la Iglesia.


(...)

 La liturgia romana, extendida por todo el Occidente, celebraba la Asunción de María, que para la mayor parte de los cristianos era la Asunción corporal: la Colecta “Veneranda” afirmaba siempre de modo claro la creencia común sin ligarla en manera alguna a los documentos apócrifos.

EL PSEUDO-AGUSTÍN. — Hacia fines del siglo X o principios del siguiente, un libro nuevo sobre la Asunción, de autor desconocido todavía hoyí pero atribuido muy pronto a San Agustín, estaba llamado a ejercer rápidamente sobre el pensamiento teológico una influencia decisiva. Ya no se trataba de rehabilitar las leyendas apócrifas descalificadas en lo sucesivo, sino de sentar la verdad de la Asunción corporal de María sobre bases escriturarias y doctrinales inconmovibles. Este tratadito sobre la Asunción es una obra maestra y profunda. Procede con orden, sin disgresiones, conforme al método escolástico: una sólida y sana devoción mariaria es el alma de la exposición aparentemente austera. Se ve la mano de un gran maestro y de un hombre de fe. En toda la tradición cristiana, no existe tratado teológico más bello sobre la Asunción corporal de María. Tenemos que citar al menos las últimas líneas.

“Nadie podrá negar que Cristo haya podido conceder a María este privilegio (de la Asunción corporal). Ahora bien, si pudo, lo quiso: porque quiere todo lo que es justo y conveniente. Se puede, pues, con razón concluir: María goza en su cuerpo, igualmente que en su alma, de una felicidad inefable en su Hijo y con su Hijo; se vió libre de la corrupción de la muerte, ella que, al dar a luz un Hijo tan excelente, quedó consagrada en su integridad virginal; vive toda ella, la que nos comunicó a nosotros la vida perfecta; está con Aquel a quien llevó en su seno, con Aquel a quien concibió, dió a luz y alimentó de su ser; es Madre de Dios, Nodriza de Dios, Sierva de Dios, Compañera inseparable de Dios. De mi parte, no me atrevo a hablar de otro modo, como no me atrevería a pensar de distinta manera”.

Este tratado, que había vuelto a poner la cuestión de la Asunción corporal de María en su verdadero terreno dogmático, iba a su vez a ejercer una gran influencia no sólo en los predicadores, sino también en los teólogos. En el siglo de oro de la Teología, el asentimiento será unánime: San Alberto Magno, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino hablarán de la Asunción corporal como de una verdad admitida en toda la Iglesia. En adelante la causa está totalmente ganada. En la Francia del siglo XVII, los eruditos humanistas suscitarán algunas dudas: no se trata, con todo, de negar el hecho de lal Asunción, sino más bien de discutir las bases históricas. La lucha, envenenada por algunos desaciertos, se terminará por falta de combatientes.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y LA ASUNCIÓN. —Con la definición solemne del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854, tenía que hacerse nuevamente actual la doctrina de la Asunción. Los dos privilegios de María se sostienen mutuamente. Apóyanse en fundamentos comunes. Y así, no nos admira que quince años más tarde, en el Concilio Vaticano, un número considerable de obispos dirigiese una súplica al Soberano Pontífice en favor de la definición dogmática de la Asunción corporal de María.

El magnífico impulso que el Sumo Pontífice León XIII imprimió a los estudios marianos y que luego continuó San Pío X, no pudo menos de contribuir a que se afianzase más y más el pensamiento cristiano. Pero la Santa Sede se mantuvo circunspecta y exigente: fué San Pío X quien, respondiendo a una petición todavía no madura, dijo que la cuestión “debía aún estudiarse mucho tiempo”.

El Papa Pío XII define el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María.


ACTUACIÓN DE S. S. Pío XII. — Estaba reservado al Papa Pío XII dar cima a esta lenta penetración del dogma. Desde el principio de su Pontificado, al fijar la fiesta del Inmaculado Corazón de María en el día de la Octava de la Asunción, el Padre Santo alentaba una devoción que daba por supuesto que el Cuerpo glorioso de la Santísima Virgen se hallaba actualmente en la gloria. El paso decisivo se dió en 1946 al dirigir S. S. a todos los obispos del orbe católico un cuestionario sobre la creencia en la Asunción corporal del María y la oportunidad de una definición. Las respuestas fueron casi todas favorables: de por sí constituían un testimonio moralmente unánime de la Iglesia universal en favor de la verdad dogmática de la Asunción. El 14 de agosto de 1950 el Padre Santo anunciaba, por fin, que, para clausurar el año del Gran Jubileo, proclamaría solemnemente el dogma mañano y fijaba la ceremonia para el 1.° de noviembre, festividad de todos los Santos. Idea admirable que asociaba la Iglesia triunfante a la alegría de los católicos de todo el mundo llegados en multitudes para aplaudir el triunfo de María.

Esta continuidad maravillosa en la adhesión de la Iglesia a la doctrina de la Asunción es uno de los más bellos testimonios de su vida colectiva. Y lo que es tal vez más maravilloso, es que esta adhesión permanente se ha sostenido en las horas más difíciles por la afirmación discreta pero perfectamente equilibrada de la liturgia romana. A partir del siglo vn, la Iglesia de Occidente, de hecho, no ha dejado nunca de celebrar la Asunción corporal de María y esta celebración fué el instrumento providencial por el que la luz divina penetró profundamente en el espíritu de los Pastores y de los Fieles. Al cantar alegres “Assumptci est Maria in caelum”, su pensamiento quedaba prendido como por instinto en la gloria total de María. No se ponía la cuestión crítica preguntándose si el triunfo era para el alma sola. Era María, la Madre de Dios, Madre por su Cuerpo y por su Alma, a la que veían elevarse a la gloria.

(...)

LA ORACIÓN DE MARÍA. — Las estrofas del Magnificatien su sentido profundo, no dejaban de ser la expresión de la oración habitual de María, aunque hayan brotado espontáneamente de sus labios en casa de su prima Santa Isabel. Había sacado las palabras de la Sagrada Escritura y se las supo aplicar al contemplar en el silencio las maravillas que Dios obraba en ella y para ella. No podemos poner en duda que esas palabras tuvieron que ser la oración de toda su vida. Todos los días canta la Iglesia el Magníficat; en cada solemnidad encuentra en él un sentido nuevo y más profundo. María le repitió en Nazaret, en Caná, después de la Resurrección, en el Monte de los Olivos al subir Jesús al cielo: y muchos autores espirituales pensaron que también le cantó en su martirizado corazón al bajar del Calvario la tarde del Viernes Santo.

Pero, ¿con cuánta más razón debe ser el Magníficat la oración de la Santísima Virgen en este día en que Dios la colma de sus gracias y favores como a Madre de su Hijo, elevándola corporalmente al cielo y coronándola Reina de todo lo creado?

MAGNÍFICAT. — Su alma en la plenitud de la perfección y su espíritu iluminado por la visión beatífica, glorifican al Señor y gustan ya para siempre la Salvación que se la ha concedido como a ninguna otra criatura.

No olvida que sólo era una minúscula criatura, “la esclava del Señor”, y que por pura bondad, sin méritos de su parte, Dios puso los ojos en ella.

Y he aquí que todos los siglos la proclama rán bienaventurada. Bien lo sabemos nosotros nosotros, que, al preguntar a ia historia, vemos las señales que ha dejado de su culto y de su amor hacia la Virgen Inmaculada; nosotros, que estuvimos presentes, o a quienes las ondas nos hicieron como presentes, en la Plaza de San Pedro de Roma, aquella mañana de Todos los Santos de 1950, y aclamamos a la Virgen Asunta, con aclamaciones entusiastas e interminables.

Verdaderamente, “grandes cosas” ha obrado en María El que es Todopoderoso. No acertaríamos a declarar una por una todas estas gran, des cosas, pero en la fiesta presente vemos el coronamiento con la Asunción a los cielos.

Y esta dicha no es sólo de María. También nosotros nos gozamos, no únicamente por saber que nuestra Madre es feliz junto a Dios, sino por creer que un día nos reuniremos con ella; la misericordia divina es para todos los que te men al Señor, para todos los que le sirven con fidelidad.

¡Oh, qué vil es el mundo! Los grandes y los poderosos de la tierra, los que se ufanaban de su poder, de su ciencia, de sus riquezas, han desaparecido ahora de la memoria de los pueblos; estaban hartos y no sentían necesidad alguna de la salvación que traía el Mesías. Y en cambio, la Virgen humildísima, ignorada de todos, y, con ella, los discípulos de Jesús, están saciándose ahora de los verdaderos bienes y su poder es eterno, de igual modo que su dicha.

Y todo esto se debe a la fidelidad, al amor de pios, a quien sea honor y gloria por los siglos de los siglos.

El texto del Ofertorio, tomado de los primeros Versículos del Génesis, recuerda la condenación solemne lanzada contra la serpiente en el paraíso terrenal, después de la caída de nuestros primeros padres. En la promesa velada de la Redención, va también el anuncio de la grandeza incomparable de la nueva Eva, de su triunfo absoluto sobre las potencias del mal, de la oposición irreductible que Dios mismo creó entre ella y Satanás.



ORACIÓN DE S. S. PÍO XII A NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de todos los hombres! Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe en tu Asunción triunfal en alma y cuerpo al Cielo, donde eres aclamada Reina por todos los coros de los Angeles y por toda la legión de los Santos; y nosotros nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que te ha exaltado sobre todas ¡as demás criaturas, y para ofrecerte el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor.

Sabemos que tu mirada, que maternalmente acariciaba a la humanidad humilde y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo a vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada, y que la alegría de tu alma, al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace exultar tu corazón de inefable ternura; y nosotros, pobres pecadores, a quienes el cuerpo hace pesado el vuelo del alma, te suplicamos que purifiques nuestros sentidos a fin de que aprendamos desde la tierra a gozar de Dios, sólo de Dios, en el encanto de las criaturas.

Confiamos que tus ojos misericordiosos se inclinen sobre nuestras angustias, sobre nuestras luchas y sobre nuestras flaquezas; que tus labios sonrían a nuestras alegrías y a nuestras victorias; que sientas la voz de Jesús que te dice de cada uno de nosotros, como de su discípulo amado: “Aquí está tu hijo.” Nosotros, que te llamamos Madre nuestra, te escogemos, como Juan, para guía, fuerza y consuelo de nuestra vida mortal.

Tenemos la vivificante certeza de que tus ojos, que han llorado sobre la tierra regada con la sangre de Jesús, se volverán hacia este mundo, atormentado por la guerra, por las persecuciones, por la opresión de los justos y de los débiles; y entre las tinieblas de este valle de lágrimas, esperamos de tu celestial luz y de tu dulce piedad, alivio para las penas de nuestros corazones y para las pruebas de la Iglesia y de la Patria. Creemos, finalmente, que en la gloria, donde reinas vestida del sol y coronada de estrellas, eres, después de Jesús, el gozo y la alegría de todos los Angeles, de todos los Santos; y nosotros, desde esta tierra donde somos peregrinos, confortados por la fe en la futura resurrección, volvemos los ojos hacia ti, vida, dulzura y esperanza nuestra. Atráenos con la suavidad de tu voz para mostrarnos un día, después de nuestro destierro, a Jesús, fruto bendito de tu vientre; ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!


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