—A Dios sólo se va de rodillas; pero el hombre es demasiado orgulloso y fatuo para doblarlas (San Agustín).
"Cuando te conocí, siendo el cardenal Bergoglio, y durante esas convivencias cercanas, me llamaba la atención y me desconcertaba que nunca hacías las cosas como los demás cardenales y obispos. Por poner algunos ejemplos: eras el único entre ellos que no hacía la genuflexión frente al sagrario ni durante la Consagración" (Cita de la Carta a Bergoglio de la perplejidad de la católica argentina Lucrecia Planas )
San Agustín advertía: “Nadie se alimenta de esta carne antes de haberla adorado… Pecamos si no la adoramos”.
De acuerdo a la doctrina y tradición de la Iglesia, queda reprobada toda irreverencia al Santísimo Sacramento, pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios: que nos prohíbe la idolatría, la superstición, el sacrilegio, la herejía y cualquier otro pecado contra la religión. (Cf. Catecismo Mayor, Capítulo II, 358)
Catecismo Mayor San Pio X
352.
¿Qué nos ordena Dios con las palabras del primer mandamiento: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS? Con las palabras del primer mandamiento, Dios nos ordena que le reconozcamos, adoremos, amemos y sirvamos a El solo, como a nuestro supremo Señor.
¿Qué nos ordena Dios con las palabras del primer mandamiento: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS? Con las palabras del primer mandamiento, Dios nos ordena que le reconozcamos, adoremos, amemos y sirvamos a El solo, como a nuestro supremo Señor.
353.¿Cómo se cumple el primer mandamiento? – El primer mandamiento se cumple con el ejercicio del culto interno y externo.
354.¿Qué es culto interno? – Culto interno es la honra que a Dios se da con las facultades del espíritu únicamente; a saber, con el entendimiento y la voluntad.
355.¿Qué es el culto externo? – Culto externo es el homenaje que se rinde a Dios por medio de actos exteriores y de objetos sensibles.
356.¿Basta adorar a Dios nada más que con el corazón interiormente? – No, señor; no basta adorar a Dios nada más que con el corazón interiormente, sino que es necesario adorarle también exteriormente, con el espíritu y con el cuerpo, porque es Creador y Señor absoluto del uno y del otro.
357.¿Puede subsistir el culto externo sin el interno? – No, señor; no puede en manera alguna subsistir el culto externo sin el interno, porque aquél, desacompañado de este, queda privado de vida, de mérito y de eficacia, como cuerpo sin alma.
Siguiendo el numeral 356 del Catecismo Mayor, no basta ni la intención de adorar o estar de pie delante del Santísimo Sacramento… y dice así el Catecismo: …No basta adorar a Dios nada más que con el corazón interiormente, sino que es necesario adorarle también exteriormente, con el espíritu y con el cuerpo, porque es Creador y Señor absoluto del uno y del otro.
Los fines del Sacrificio eucarístico, son principalmente cuatro: adoración de Dios, acción de gracias, expiación e impetración (Concilio de Trento: Dz 940. 950/1743. 1753; Mediator Dei 90-93).
CAP. V. Del culto y veneración que se debe dar a este santísimo Sacramento.
No queda, pues, motivo alguno de duda en que todos los fieles cristianos hayan de venerar a este santísimo Sacramento, y prestarle, según la costumbre siempre recibida en la Iglesia católica, el culto de latría que se debe al mismo Dios. Ni se le debe tributar menos adoración con el pretexto de que fue instituido por Cristo nuestro Señor para recibirlo; pues creemos que está presente en él aquel mismo Dios de quien el Padre Eterno, introduciéndole en el mundo, dice: Adórenle todos los Angeles de Dios; el mismo a quien los Magos postrados adoraron; y quien finalmente, según el testimonio de la Escritura, fue adorado por los Apóstoles en Galilea. Declara además el santo Concilio, que la costumbre de celebrar con singular veneración y solemnidad todos los años, en cierto día señalado y festivo, este sublime y venerable Sacramento, y la de conducirlo en procesiones honorífica y reverentemente por las calles y lugares públicos, se introdujo en la Iglesia de Dios con mucha piedad y religión. Es sin duda muy justo que haya señalados algunos días de fiesta en que todos los cristianos testifiquen con singulares y exquisitas demostraciones la gratitud y memoria de sus ánimos respecto del dueño y Redentor de todos, por tan inefable, y claramente divino beneficio, en que se representan sus triunfos, y la victoria que alcanzó de la muerte. Ha sido por cierto debido, que la verdad victoriosa triunfe de tal modo de la mentira y herejía, que sus enemigos a vista de tanto esplendor, y testigos del grande regocijo de la Iglesia universal, o debilitados y quebrantados se consuman de envidia, o avergonzados y confundidos vuelvan alguna vez sobre sí.
Los fines del Sacrificio eucarístico, son principalmente cuatro: adoración de Dios, acción de gracias, expiación e impetración (Concilio de Trento: Dz 940. 950/1743. 1753; Mediator Dei 90-93).
CAP. V. Del culto y veneración que se debe dar a este santísimo Sacramento.
No queda, pues, motivo alguno de duda en que todos los fieles cristianos hayan de venerar a este santísimo Sacramento, y prestarle, según la costumbre siempre recibida en la Iglesia católica, el culto de latría que se debe al mismo Dios. Ni se le debe tributar menos adoración con el pretexto de que fue instituido por Cristo nuestro Señor para recibirlo; pues creemos que está presente en él aquel mismo Dios de quien el Padre Eterno, introduciéndole en el mundo, dice: Adórenle todos los Angeles de Dios; el mismo a quien los Magos postrados adoraron; y quien finalmente, según el testimonio de la Escritura, fue adorado por los Apóstoles en Galilea. Declara además el santo Concilio, que la costumbre de celebrar con singular veneración y solemnidad todos los años, en cierto día señalado y festivo, este sublime y venerable Sacramento, y la de conducirlo en procesiones honorífica y reverentemente por las calles y lugares públicos, se introdujo en la Iglesia de Dios con mucha piedad y religión. Es sin duda muy justo que haya señalados algunos días de fiesta en que todos los cristianos testifiquen con singulares y exquisitas demostraciones la gratitud y memoria de sus ánimos respecto del dueño y Redentor de todos, por tan inefable, y claramente divino beneficio, en que se representan sus triunfos, y la victoria que alcanzó de la muerte. Ha sido por cierto debido, que la verdad victoriosa triunfe de tal modo de la mentira y herejía, que sus enemigos a vista de tanto esplendor, y testigos del grande regocijo de la Iglesia universal, o debilitados y quebrantados se consuman de envidia, o avergonzados y confundidos vuelvan alguna vez sobre sí.
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