R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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jueves, 6 de julio de 2017

El nuevo "guardián" de la ortodoxia nombrado por Francisco encubrió a un cura pedófilo que siguió abusando de 10 chicos mas.

La prensa italiana acusa al jesuita español  Luis Ladaria por haber protegido a un cura pedófilo en 2012 ,  que abusó  sexualmente de 11 chicos.


El Clarín
 

Escándalo en el Vaticano: revelan una trama oculta con un cura pedófilo.

 
 
El sacerdote fue degradado a laico en 2012. Pero el hoy nuevo guardián de la ortodoxia, nombrado por Francisco, nunca lo denunció a la justicia italiana. Y el abusador habría atacado a 10 chicos más al dejar la Iglesia.
 
Un nuevo, inesperado escándalo golpea al Papa Francisco. El diario “La Repubblica” y el semanario “L’Espresso” denunciaron en una investigación que el nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe, el arzobispo jesuita español Luis Ladaria Ferrer, número dos del dicasterio promovido el sábado por Bergoglio para sustituir al cardenal Gerhard Mueller, tiene una grave sombra en su pasado: no haber denunciado a la justicia a un cura pedófilo condenado por la Iglesia, que como laico siguió cometiendo abusos sexuales a chicos La congregación no es solo la guardiana de la ortodoxia católica: También interviene en los casos disciplinarios de abusos sexuales del clero. El Vaticano puso bajo proceso en en 2009 al cura Giovanni Trotta, condenado en 2012 a la pena máxima de reducción al estado laical por abusos sexuales a menores.
 
El arzobispo español había sido nombrado en 2008 segundo en la jerarquía de “La Suprema” como llaman a la Doctrina de la Fe. El titular como guardián de la ortodoxia era el norteamericano William Levada. Ambos firmaron el decreto de condena del padre Trotta como “culpable de delitos con menores contra el sexto comandamiento”. El texto agregó que “el Sumo Pontífice, papa Benedicto XVI, ha decidido con suprema e inapelable sentencia que por el bien de la iglesia se le aplique la dimisión del estado clerical y de la Pequeña Obra de la Divina Providencia”, la orden a la que Trotta pertenecía.

A continuación, el decreto lanzó la cobertura del culpable, señalando que “el ordinario haga en modo, en cuanto pueda, que la nueva condición del sacerdote dimitido no dé escándalo a los fieles”.

Según “La Repubblica” esta es una apostilla digna de Poncio Pilatos: “En vez de denunciar al pedófilo a la magistratura, el que hoy es nuevo prefecto de la Doctrina de la Fe descargaba la responsabilidad de vigilancia en el instituto al que pertenecía el maníaco”.

El matutino de Roma señala el contrasentido “visto que el obispo, el párroco y el superior de la orden no tienen ninguna influencia sobre un sacerdote que ha sido condenado al estado laico”.
El ex cura Trotta decidió continuar a vivir en el lugar, cercano a Foggia, en el sur de Italia, reciclándose como entrenador de futbolistas adolescentes. Ninguna familia se enteró de nada porque la Curia y el Instituto de la Pequeña Obra de la Divina Providencia callaron.
Así fue que de 2012 a 2014 Gianni Trotta abuso sexualmente de una decena de chicos. Solo en abril de 2015, gracias a la denuncia de los padre de un chico de doce años lo denunciaron. El pederasta fue arrestado por orden de un fiscal de Bari, Susana Filoni. En julio de 2016 Trotta fue condenado a ocho años de cárcel. Dentro de unos días comenzará un nuevo proceso por los abusos a otros niños y adolescentes.
El diario señala que si la Congregación para la Doctrina de la Fe y la curia local hubieran denunciado a la justicia al maníaco, las víctimas hubieran sido salvadas del horror.
Si desde el perfil ético la actitud de Ladaria y Levada, entonces máximos responsables de la Doctrina de la Fe, es reprobable, desde el punto de vista canónico no tenían la obligación de denuncia porque los Tratados lateranenses entre Italia y la Iglesia, firmados en los años ’20, dispusieron que los eclesiásticos no tienen obligación de denunciar las conductas sus subordinados, aunque tengan importancia penal.
La Repubblica concluye que “el dolor de las víctimas es el hecho que monseñor Luis Ladaria, nuevo prefecto querido por Francisco, habría podido salvar algunos chicos si solo hubiera antepuesto los intereses de los más débiles a aquellos de la Iglesia”.


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