R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros



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domingo, 10 de mayo de 2020

Sin Arrepentimiento no hay Salvación

 
 

 

Lucas 13 - Biblia Torres Amat 1825

Arrepentíos o pereceréis

1. En este mismo tiempo vinieron algunos, y contaron a Jesús lo que había sucedido a unos galileos, cuya sangre mezcló Pilatos con la de los sacrificios que ellos ofrecían.
2. Sobre lo cual les respondió Jesús : ¿Pensáis que aquellos galileos eran entre todos los demás de Galilea los mayores pecadores, porque fueron castigados de esta manera?
3. Os aseguro que no; si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente.
 
Crisóstomo, hom. 5 De Lázaro ( Catena Aurea)
Dios castiga a ciertos pecadores, destruyendo su malicia y decretando pena más leve para ellos, los separa de los otros y corrige a los que viven en el mal con la condenación de algunos. Además, aquí no castiga a otros, con el fin de que, si hicieren penitencia, evitasen los castigos presentes y la pena eterna, pero si perseveraren en su malicia, habrán de sufrir mayor tormento.
Crisóstomo, ut sup
El Señor da a conocer con esto que permitió que fuesen castigados algunos para que aterrados por los peligros ajenos, los que ésto mirasen se hiciesen herederos del reino de los cielos. ¿Cómo, pues? dirás, ¿acaso otro hombre es castigado para que yo mejore mi conducta? No, por cierto, es castigado por sus propias culpas, pero su castigo es un motivo de salvación para los que lo ven. 

 Para salvarse es necesario la conversión  incluso los Judíos necesitan arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesucristo.

Beda
Pilato (que quiere decir boca de herrero) significa al diablo, que siempre está preparado para herir; la sangre representa al pecado y los sacrificios expresan las buenas acciones. Por tanto, Pilato mezcla la sangre de los galileos con la de sus sacrificios, cuando el diablo mancha la limosna y las demás buenas acciones de los fieles con la delectación de la carne, con la ambición de la humana alabanza o con cualquier otra iniquidad. Aquellos jerosolimitanos que fueron aplastados por la torre, representan a los judíos que no quisieron hacer penitencia y que habían de perecer dentro de sus mismas murallas. No carece de misterio el número dieciocho (el cual entre los griegos se escribe con I y H, que son las mismas letras con que empieza el nombre de Jesús). Esto quiere decir que los judíos habrían de perecer principalmente porque no quisieron reconocer el nombre del Salvador. Esa torre representa al que es la torre de la fortaleza, la cual estaba en Siloé, que quiere decir enviado. Representa, pues, al que vino al mundo enviado por el Padre y que aplastaría a todos aquéllos sobre quienes cayese.
 
 
 
El objetivo del Evangelio de Jesucristo es lograr el arrepentimiento de los hombres para que vuelvan sus corazones a Dios y de esta manera puedan ser redimidos. Una persona que peca obstinadamente ha rechazado a Cristo como su Redentor y, por lo tanto, se condena.

San Juan Bautista comenzó su predicación con un llamado al arrepentimiento, Jesucristo comienza su ministerio público llamando al arrepentimiento, San Pedro comienza su ministerio público llamando al arrepentimiento "Arrepentíos, y que cada uno de ustedes sea bautizado en el Nombre de Jesús, el Mesías, para que sus pecados sean perdonados..." y los exhortó diciendo: "Aléjate de esta generación malvada y sálvate a ti mismo". Y San Pablo señala que su ministerio consistió en llamar al arrepentimiento y a la conversión a judíos y gentiles. San Pablo lo explica en su defensa ante el rey Agripa: "Primero anuncié a los que están en Damasco y Jerusalén, y en toda Judea, y a los gentiles, que se arrepientan y se conviertan a Dios" (Hechos de los apóstoles 26, 20).

Uno de los pecados de Blasfemia contra el Espíritu  Santo es la impenitencia final de los pecadores que en lugar de arrepentirse se obstinan en el Pecado.

La Escritura advierten en el Libro del Apocalipsis contra los impenitentes que no quieren arrepentirse. 

El Espíritu  Santo está encargado de la obra de santificación.
El Código de derecho canónico nos enseña que la Ley Suprema es la salvación de las almas.

Quien no vela por la salvación de las almas y ni procura su conversión trabaja para el anticristo.

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